Hasta el 2008 el Perú había mostrado un franco crecimiento. Hemos sido -y en cierta medida seguimos siendo- la estrella de la región. Dicho año crecimos 9.1%, luego estas tasas se fue reduciendo. Así, hemos pasado de 8.5% en el 2010 a apenas 4.2% en el 2014, si es que nos dejamos llevar por la última proyección anunciada por el ministro Luis Miguel Castilla. Ver en Lampadia (L): Gobierno anuncia nuevo MMM y reduce la proyección de crecimiento.
Por el momento podemos prever que la estructura misma del PBI ha variado. En el 2008 la minería representaba el 14% del PBI y el 58,4% de las exportaciones. Para el 2013 la minería representó solo el 12% del PBI y el 55,1% de las exportaciones. O sea, la importancia de este sector se ha visto reducida en estos años. Esto no es difícil de explicar. Desde que entró el nuevo gobierno se han frenado las exploraciones mineras y se ha dificultado la inversión en los grandes proyectos. Asimismo, el discurso anti-minero oficializado por el Primer Ministro Lerner, que ofreció una nueva minería que nunca se formuló, espantó los capitales.
Todo esto no solamente tumba la producción del sector minero, sino además perjudica a las demás empresas pequeñas, medianas y grandes que son parte de la cadena de producción de este sector. Después de todo, el crecimiento del sector minero ha ayudado al surgimiento de un sector industrial que es el más grande, fuerte, competitivo, innovador y exportador de nuestra historia. Por otro lado, no olvidemos que por cada puesto de trabajo creado por la minería se crean 9 puestos en los demás sectores, entre directos, indirectos e inducidos.
Esta situación no se va a revertir con los proyectos que ya tenemos en marcha, su efecto será solo temporal, en la medida que vayan entrando en producción. Lo que necesitamos es que el gobierno tome la decisión política de destrabar algunos de los grandes proyectos mineros, petroleros y energéticos que se encuentran parados por diversas razones.
Según la información del Ministerio de Energía y Minas, algunos proyectos de gran envergadura podrían salir adelante en un periodo relativamente corto de contar con apoyo político. Por ejemplo, Conga en Cajamarca representa una inversión de US$4,800 millones que bien podrían ejecutarse si es que el Estado hiciera su parte. Otros proyectos, como Tía María, podrían ser bloqueados si es que no velamos por su desarrollo.
Mucho más conveniente que estar descubriendo nuevos motores de producción o apostar por proyectos de inversión en infraestructura que son muy de largo plazo, es jugar con lo que ya se conoce y ya ha generado puestos de trabajo y tantos otros beneficios para el país en los años pasados. Ver en (L): La minería tiene un alto valor agregado. El Gobierno podría comprometerse a sacar adelante apenas dos grandes proyectos en lo que le queda de tiempo y esto tendría un impacto reactivador bastante fuerte. Es más, incluso tendría un gran impacto positivo en la recaudación tributaria. Ver (L): El impacto macroeconómico de la minería.
El sector privado e incluso estudios internacionales tienen identificado lo que hace falta resolver para que la inversión fluya. Ver en (L): A pesar de nuestro gran potencial minero, seguimos a media tabla. Por ejemplo, Colombia está creciendo casi el doble que el Perú sobre la base de la desregulación de su economía y la promoción de la inversión en minería. Lo que faltaría, entonces, es que hagamos algo concreto al respecto o este gobierno nos dejará para el próximo periodo gubernamental en condiciones clamorosas y muy distintas a las que encontró. Lampadia