Pablo Bustamante Pardo
Expresidente de IPAE
Director de Lampadia
Nuestro muy ineficiente e inefectivo Estado gasta sin medida la plata que producimos todos los peruanos en un continuo y creciente engorde de la burocracia, en aquellos funcionarios públicos que no agregan valor, que solo traban las inversiones y el crecimiento de la economía.
El siguiente cuadro, producido por Cívica y difundido por Lampadia, muestra que desde el año 2000 hasta el 2019 (pre-pandemia), la burocracia pura, que no incluye a los maestros, médicos, enfermeras, jueces, fiscales, FFAA y FFPP, solo los administrativos, los empuja papeles y los que todos los días inventan nuevos trámites para torturar a los ciudadanos y empresas, desde las más grandes hasta las más pequeñas; creció diez veces. Un escándalo. Esto, mientras los ingresos del Estado solo crecían cuatro veces.
Junto con Fernando Cillóniz hemos denunciado esto varias veces. Pero en el Perú, los gobernantes han desarrollado callos, no escuchan, no ven, no sienten lo que sienten los ciudadanos ni las empresas.
Resulta que sin corregir nada del despilfarro estatal, desde el 2019 hasta el 2024, el Estado, incluyendo el gobierno central, los gobiernos regionales y locales, han continuado con la fiesta, a pesar de que durante estos últimos años, nuestra economía ha dejado de crecer y ha entrado en déficit fiscal.
Como podemos ver en el cuadro siguiente, producido por el Consejo Privado de Competitividad, en ese lapso, el gasto en la planilla del Estado en sus tres niveles, ha crecido en 63%.
Estos no solo han sido años de menor crecimiento y de déficits fiscales, también han sido años de un deterioro continuo de los servicios públicos.
Clamorosamente el Estado socialistoide y anti-sector-privado, sigue siendo una suerte de agencia de empleos para los amigotes de los sucesivos gobiernos que desde el de Humala, solo agregan más personal.
Cada ola de contrataciones se acumula, pues por el ‘regalito’ (estabilidad laboral) de Alva Orlandini, no se permite que las olas de contrataciones vayan siendo reemplazadas por los nuevos gobiernos.
Ya tenemos más de 1’500, 000 (al 2022) servidores civiles.
Con este despilfarro de nuestros recursos, logrados con mucho esfuerzo por todos los ciudadanos y por nuestras resilientes empresas privadas, estamos dejando de invertir en mejores servicios públicos y en muy importantes infraestructuras.
Además, las sucesivas olas de nuevas contrataciones de personajes allegados a los distintos gobiernos, que no mantienen cuidado alguno con un cierto nivel de meritocracia en el Estado, deterioran crecientemente la calidad de la gestión pública.
Así solo estamos malogrando nuestro futuro y asegurando que nuestros jóvenes sigan buscando su futuro lejos de la patria.
¡Esto no puede seguir!
Para salir de las trampas de la mediocridad en que nos desenvolvemos, vamos a tener que romper moldes perversos como la estabilidad laboral y absurdas autonomías funcionales como las de los gobiernos regionales, que no son otra cosa que prebendas políticas y patrimonialistas.
Si queremos prosperidad tenemos que romper las cadenas con las que el sector público ha maniatado y asfixiado a nuestra extraordinaria Constitución liberal de 1933.
Lampadia