Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
Recuerdo que desde el año 2006 entramos en una competencia universal por la elección de las “Siete maravillas del mundo moderno”, en esa oportunidad muchos peruanos, en especial los más jóvenes, se convirtieron en unos activistas para votar en favor de Machu Picchu, destino que merecidamente fue finalmente elegido como una de estas siete maravillas. Lo curioso es que, paralelamente y por mucho tiempo, el Frente de Defensa de Machu Picchu y otras organizaciones populares del Cusco, desarrollaban protestas con maltrato a los turistas extranjeros y nacionales que, con mucha ilusión, habían organizado sus vacaciones, contratado vuelos internacionales y locales, en particular el viaje en tren a Machu Picchu y sus correspondientes alojamientos.
Estos sufridos turistas no pudieron disfrutar el viaje, tuvieron que cargar por las calles su equipaje desde el aeropuerto al hotel y viceversa, perdieron vuelos y conexiones y les bloquearon la ruta del ferrocarril para su viaje a Machu Picchu.
Recuerdo claramente haber visto por televisión a algunas señoras extranjeras enfrentándose a las turbas que les bloquearon la partida del tren y, por supuesto, les malograron completamente el viaje y la ilusión que por este se habían forjado. Más de una gritaba que regresaría a su país y diría por todo el mundo que “no se les ocurra viajar al Perú y menos al Cusco” por el mal trato que recibirían y del que ellos eran testigos de excepción. Vaya usted a recordar ahora las veces que estos bloqueos de ferrocarril y maltrato a turistas se han producido en estas dos últimas décadas.
A pesar de esos desagradables y repetidos episodios de maltrato al turista, provocados por esos inconscientes “frentes de defensa”, por ser Machu Picchu un lugar tan interesante para el turismo mundial, el flujo de turistas fue creciendo sostenidamente hasta llegar a convertirse en una actividad económica que explicaba aproximadamente el 16% del PBI del Cusco, no obstante la importancia del gas de Camisea y la actividad minera.
Una de las cosas que siempre me ha llamado la atención, es que el cusqueño tiene una actitud curiosa respecto a sus visitantes, como que abrigasen el sentimiento que el mundo les debe algo y no muestran gratitud por tales visitantes, aún conociendo la importancia económica del turismo para el Cusco.
Ahora comentan los cusqueños y los operadores turísticos que, no hay comparación entre el flujo turístico alcanzado el año pasado con el que había hace sólo 35 años. Para ese entonces el Cusco era una ciudad vacía y sin vida, mientras que, en los últimos años, la visita y permanencia de turistas era notable.
Lamentablemente para el Perú y el mundo, estamos sufriendo esta pandemia del COVID-19 que ha herido muy gravemente la actividad turística universal y el Perú se ha hecho conocido por la magnitud descontrolada de contagio, independientemente de los mundialmente reconocidos sub-registros de contagio y fatalidad. Esto ha llevado a varios gobiernos a advertir a sus connacionales, del riesgo de viajar al Perú y también poner salvaguardas para no recibir peruanos en sus territorios. La consecuencia natural ha sido agudizar el temor de los viajeros a plantearse el normalmente soñado viaje a Machu Picchu.
En estas circunstancias, la ciudad del Cusco está nuevamente vacía, su actividad turística, hotelera, restaurantes y comercios artesanales completamente deprimidos, la facturación de los comerciantes de la zona llega a duras penas al 5% de lo que solían vender y lo más triste es que, este panorama no cambiará en menos de uno o dos años.
Sólo espero que esos “frentes de defensa” asimilen esta lección no deseada a nadie y que aprendan a aquilatar la importancia del turismo, del buen trato al visitante, de cuidarlo y protegerlo para que desee volver y lo recomiende a sus familiares y amigos. Que puedan disfrutar de las maravillas que este viaje puede ofrecer, cuando no te bloquean el ferrocarril, ni te hacen cargar tus maletas y padecer para llegar y salir del aeropuerto u hotel. Ellos son nuestros huéspedes y debemos privilegiar su estadía.
Esta es una buena oportunidad para hacerles ver a los “frentes de defensa” que, así como el COVID-19 nos aísla y nos trae un grave perjuicio económico, la mala actuación de estos frentes es igualmente maligna y que por más que tengamos en Machu Picchu una de las maravillas del mundo moderno, la mala reputación generada por un mal comportamiento de la población y el maltrato al turista, nos puede destruir como destino turístico.
En cambio, aprovechar este tiempo para mejorar nuestros circuitos turísticos, aumentar la fluidez de estos, mejorar el servicio y atención al turista, educando a nuestra población (desde el colegio) para convertirnos en los mejores anfitriones del mundo, traerá muy buenos resultados y oportunidad de aprovechamiento de ese precioso activo que es el Cusco, como una importante fuente de negocio cuando se recobre la normalidad y hayamos desarrollado ese factor diferenciador que nace del civismo de nuestros ciudadanos.
¡Tenemos cerca de dos años para enmendar nuestras malas actitudes del pasado y optimizar nuestro futuro! Lampadia