Este 2017 comenzó con un anuncio del Banco Mundial que proyectaba un crecimiento del PBI del Perú de 4.2% para este año, con lo cual nuestro país se consagraría como la nación con la mayor expansión de la región, en un contexto de recuperación económica mundial y de la región latinoamericana. Sin embargo, esto ha venido de caída en las últimas semanas. Para febrero, seis entidades ya habrían reducido su previsión de crecimiento para el presente año, a cifras de aproximadamente 3.5%. Esto crea dudas de si siquiera llegaremos a un pobrísimo 3%. La situación es pues, verdaderamente grave, el Perú está saliendo consistentemente de su positivo ciclo de inversión y expansión. Ver los cuadros siguientes.
Como afirmó Gianfranco Castagnola en su columna La corrupción pasa la factura a la economía, “la divulgación a fines de diciembre de sobornos pagados por Odebrecht a funcionarios peruanos abrió una caja negra de imprevisibles consecuencias políticas e institucionales, que pasará la factura a la actividad económica. En el último trimestre del 2016 el PBI no primario –que excluye a las actividades extractivas– creció en menos de 1%. En el primer semestre lo había hecho a más de 3% y en el tercer trimestre a 2%. La tendencia se había acentuado a fines de año, producto del ajuste fiscal –de oportunidad y magnitud discutibles– que aplicó el gobierno, que significó una retracción de la inversión pública en 24%.”
El quiebre del ciclo de inversión y crecimiento
Más allá de la declinante proyección del crecimiento para el 2017, lo que más importa y más destruye valor es la proyección de crecimiento al mediano y largo plazo. En este aspecto, después del gobierno anti inversión privada de Humala, el gobierno de PPK estaba llamado a cortar la inercia de empobrecimiento de la economía, pero decidieron no hacerlo, pues para ganar las elecciones vendieron su alma al demonio.
PPK y su equipo, no solo le abrieron todas las puertas a las izquierdas, los porta estandartes anti inversión privada (ver en Lampadia: El 67% de los peruanos votaron por construir sobre lo avanzado), también tiñeron el gobierno de continuidad, 50% del equipo de transferencia fueron funcionarios del gobierno de Humala y 39% de los vice ministros de PPK venían del gobierno anterior, pero lo peor de todo, es que no supieron explicarle al país porque se cortó el crecimiento y la inversión desde el 2011 y sus efectos en el deterioro de los indicadores económicos y sociales, además, por supuesto, de nuestras capacidades para recuperar el crecimiento. Ver en Lampadia: En el 2011 se dio el Punto de Inflexión de nuestro Desarrollo
Tampoco se explicó la importancia de la inversión minera, la más afectada por la ideología anti inversión de Humala. No se hizo un balance de beneficios a aprovechar y cuidados a tener. No se convocó al país a marcar distancia con las campañas anti minería de orientación política y a defender la inversión fijando parámetros ambientales y sociales cuidadosos que el gobierno se comprometía a imponer a cambio del apoyo a los proyectos.
Así, no solo continuó la conflictividad anti minera, se agravó, y se proyectó al sector turismo en el acceso a Macchupichu, el ‘pet project’ de los 7 millones de turistas de PPK.
Sin el control de la conflictividad anti minera, no habrá capacidad de generar el crecimiento necesario para tener los recursos suficientes para abordar la inmensa tarea de remontar las brechas económicas y sociales que aún nos lastran, ni la tranquilidad política para llevar a cabo las reformas institucionales programadas y reclamadas por la sociedad.
El ajuste del año 2017
El crecimiento de corto plazo se ha visto afectado severamente por el error del MEF de interpretar equivocadamente el déficit fiscal (por efecto de la devolución de IGV a Las Bambas). El corte del gasto público para del 2016, no solo afecta el aporte del sector público, da una pésima señal de expectativas al sector privado, que se ajusta inmediatamente. Hoy ya tenemos titulares que anuncian el alargamiento de los plazos de pago a proveedores de hasta 120 días. Un primer síntoma del corte de la cadena de pagos, que debe ser combatido de urgencia.
Es el colmo que no hayamos aprendido nada de errores similares del 2008 y 1998. (Ver en Lampadia:¡Qué “calato”… ni que ocho cuartos!).
¿A qué otro factor se debe este ajuste a la baja? Principalmente a los problemas en la industria minera. En 2016, la minería aportó el 60% del crecimiento del PBI (casi 2% del 3.8% total de expansión del PBI). Este año, Credicorp afirma que sería de solo un 20%, o 0.7% del PBI. En general, la menor contribución se debe a que las grandes minas de cobre, como Las Bambas y la ampliación de Cerro Verde, ya alcanzaron sus niveles máximos de producción.
No es fácil ser un país desarrollado, no podemos perder más tiempo
El Perú necesita un mayor crecimiento para cerrar nuestras brechas. Hace poco, Liliana Rojas-Suárez, reputada economista peruana, publicó un análisis muy oportuno sobre el ritmo de crecimiento necesario para que el Perú pueda cerrar las brechas de ingresos con respecto a los países más avanzados (que compartimos líneas abajo). En un primer caso, con respecto al conjunto de los países más avanzados y en un segundo, con respecto a aquellos países que alcanzaron el status de avanzados recientemente. Como puede verse en el siguiente cuadro resumen de los escenarios analizados por Rojas-Suárez, al ritmo actual de crecimiento de la economía, de alrededor de 4% anual, necesitaríamos entre 78 y 25 años para nivelarnos con los más avanzados o con los que recién lo lograron, respectivamente. Si crecemos a un 7% anual, necesitaríamos entre 28 y 13 años para nivelarnos. Ver en Lampadia: La importancia y dificultades de crecer alto y sostenido.
Lo que no podemos hacer es seguir sin sentido de dirección y dejando todos los espacios vacíos para que sean llenados por los enemigos de la inversión privada y el crecimiento. Esperamos una reacción inteligente e inmediata del gobierno para retomar la senda de la prosperidad. Lampadia