Traducido, comentado y glosado por Lampadia
“Equilibrando las preocupaciones económicas y sociales en el sector minero de Perú”
Publicado por Stratfor Global Intelligence el 25 de mayo 2015
Enfrentamiento entre los manifestantes que se oponen al proyecto minero y la policía peruana
de Arequipa el 14 de mayo (Fuente: STR / AFP / Getty Images)
Resumen
El generalizado sentimiento anti-minero y la creciente oposición a los próximos proyectos han estresado el tan importante sector minero del Perú. [Es entendible que nuestra coyuntura sea vista así en el exterior. Allá se hace muy difícil persivir el balance entre los manifestantes y las mayorías silenciosas]. Las manifestaciones, algunas de las cuales se han vuelto violentas, no muestran signos de disipación, y se planean más protestas en varias zonas mineras el 27 y 28 mayo. Aunque las manifestaciones aún no afectan el relativamente fuerte crecimiento económico del país, podrían socavar el atractivo del país para los inversores a largo plazo.
Análisis
Las altas tierras andinas y los trópicos amazónicos, consideradas las dos regiones periféricas de Perú en comparación con el núcleo demográfico y político del país en Lima, contienen una gran riqueza de minerales y recursos naturales. La economía de Perú se basa principalmente en inversiones y el desarrollo de las actividades mineras y de hidrocarburos en estas regiones, que producen alrededor de dos tercios de las exportaciones del país.
Actualmente, el Perú está disfrutando de un período de estabilidad económica y relativa prosperidad. Al inicio de esta década, la tasa de crecimiento promedio de Perú era de 7.25 %, en gran parte impulsado por las industrias mineras extractivas, como el cobre. Entre 2000 y 2012, la inversión en la minería peruana aumentó de alrededor de US$ 300 millones a US$ 8,600 millones, lo que representa casi el 50 % de todos los proyectos de inversión privada [externa] en el país. [La inversión total llega al 28% del PBI, unos US$ 55 mil millones]. La minería contribuye casi el 15 % del PBI de Perú, genera entre 10 % y 16 % de los ingresos fiscales del país [29.2% del impuesta a la renta de tercera categoría y el 40.2% del impuesto a la renta corporativo] y ofrece más de 200,000 puestos de trabajo [directos] por año.
Las políticas de libre mercado y de facilidad a los negocios del gobierno peruano de los últimos 25 años también han ayudado a expandir la economía. El Perú ha firmado más de una docena de acuerdos bilaterales de libre comercio con las principales economías como Estados Unidos, la Unión Europea y China. (…) todavía se espera que Perú crezca más que otros países de la región.
Potente Oposición
Sin embargo, entre la caída de precios de metales y la desaceleración de la demanda china, ha habido una disminución en las inversiones mineras y de hidrocarburos del Perú el año pasado. La inversión total en el Perú se ha reducido en un 6 % desde el 2013, llegando a un total de solamente US$ 5,560 millones en el año 2014. Posteriormente, las exportaciones de minerales han reducido su valor en más de US$ 4 mil millones en los últimos dos años.
Pero el sentimiento anti-minero es de gran alcance en el Perú, y la oposición local en contra de los proyectos extractivos y el malestar social de los grupos que se oponen a la actividad minera en el país están amenazando la inversión. Además, amplias coaliciones de izquierda han protestado sobre el daño ambiental y la participación extranjera en la minería durante mucho tiempo. [Estas ‘protestas’ se han concentrado en las empresas grandes y no lo hacen contra la minería ilegal de oro que está devastando inmensas áreas en la región selvática de Madre de Dios y otras. Recientemente se ha hecho público que estas organizaciones proponer implantar el pos-extractivismo, que significa dosifica la producción nacional al mínimo para la supervivencia, en minería, petróleo, gas, madera, pesca, agricultura de exportación y hasta industrias exportadoras. Como dijo Mark Twain: “Es más fácil engañar a la gente, que convencerlos que han sido engañados”].
A pesar que las protestas contra la minería no son algo nuevo en el Perú, en los últimos meses los enfrentamientos se han vuelto más violentos entre los manifestantes y la policía.
[Los] grupos de protesta más organizados y la intensificación de las demostraciones han dificultado el uso de la diplomacia. El 23 de mayo, el gobierno declaró estado de emergencia en las zonas mineras del sur.
Mirando hacia el futuro
El malestar social dirigido al sector de la minería en el Perú se intensificará durante el resto del año. Cada vez líderes locales radicales más poderosos y partidos de izquierda más organizados se enfrentarán al fuerte impulso dirigido por el gobierno para seguir adelante con los proyectos extractivos, especialmente porque las elecciones presidenciales de abril 2016 se acercan. Debido a los objetivos políticos y económicos contradictorios del gobierno, las negociaciones de los proyectos mineros se alargaran indefinidamente, mientras que Lima es presionada a hacer más concesiones a los gobiernos locales. Dichas concesiones se contradicen con los esfuerzos del gobierno central de reforzar el control sobre la distribución y el gasto de los fondos federales de los gobiernos locales.
Una de las prioridades del gobierno será encontrar una solución inmediata al conflicto proyecto minero Tía María de Southern Copper. El 16 de mayo, la empresa minera declaró una pausa de 60 días para permitir que todas las partes compartan quejas y preocupaciones, proyectos de soluciones, y asignar la responsabilidad de la ejecución del acuerdo.
En general, las protestas aún no han herido de manera significativa al sector de la minería y, en realidad, la producción de minerales ha mejorado un 5.3 % interanualmente en el primer trimestre de 2015. Sin embargo, las manifestaciones podrían obstaculizar el crecimiento económico a largo plazo, teniendo en cuenta la alta dependencia del Perú sobre la inversión extranjera, lo que podría caer si la confianza del inversor disminuye. Será fundamental calmar esta inquietud y demostrar una capacidad de controlar a los gobiernos locales para poder retener la confianza de los inversores y mantener las tasas relativamente altas de crecimiento que ha venido logrando el Perú.