Al fin el economista Pedro Francke ha entendido que el modelo económico peruano no encaja en los moldes en los que equivocadamente la izquierda trata de encajonarlo. Así lo acaba de dejar en claro en su artículo «Analizando el modelo primario-exportador» (Gestión, 4 de diciembre, 2012), en el que para el análisis del tema contrasta teoría económica para el desarrollo con la realidad del Perú. Vale, bienvenido Pedro.
Francke menciona la investigación de Sachs y Warner (1997) en la que se establece que » a las economías orientadas a la exportación de materias primas les va peor en cuanto a crecimiento económico». Siendo que al Perú le ha ido y le va muy bien con el crecimiento, no tendríamos una economía orientada a la exportación de materias primas. Las cifras: en la última década el PBI se cuadruplicó con un promedio anual de crecimiento de 6.4%. Además la pobreza cayó de 54.8% a 27.8%.
Francke también menciona la llamada «enfermedad holandesa» y la caída del tipo de cambio por el «extractivismo». Enseguida sostiene que «esta caída afecta negativamente a los sectores transables que tienen un mayor ritmo de aumento de productividad». Si bien la apreciación del tipo de cambio es una fuerza negativa para la competitividad de los sectores transables, su impacto no ha inhibido la dinámica del sector. Entre el 2002 y el 2011, las exportaciones no tradicionales crecieron 222% en volumen mientras que las tradicionales aumentaron solo en 90%.
Francke invoca luego las tesis de Rodrik (2008) y afirma que «tipos de cambios reales más bajos tienen efectos negativos sobre la economía». Otra clara defensa del crecimiento peruano desde las orillas teóricas, pues el promedio anual de crecimiento de la economía en la última década ha sido de 6.4%.
Francke cierra con broche de oro sus argumentaciones a favor de los efectos virtuosos de nuestro crecimiento señalando que «parte de este efecto se puede explicar por el hecho de que las industrias extractivas generan poco empleo y por eso tienen menores efectos sobre la composición del empleo y los cambios estructurales hacia actividades de mayor productividad, que las actividades industriales donde los efectos de empleo son mayores». En este tema las cifras son abrumadoras: entre el 2001 y el 2011 el empleo adecuado aumento en 96%. Es decir, 5 millones de peruanos consiguieron un trabajo de calidad mientras el subempleo caía en 20%. Algo más. El empleo ha crecido más fuera de Lima, el rural más que el urbano, y en la sierra y la selva más que en la costa.
Para fortalecer las implicancias de los mensajes de Francke, vale mencionar el nuevo cluster minero-industrial que genera más de 300 mil empleos formales directos. Según un reciente informe del IPE, el sector minero crea 9 empleos indirectos por cada puesto minero directo, consume el 44% de los productos metálicos producidos por el sector manufacturero peruano y el 37 de la maquinaria y equipo, expresados como porcentaje del valor agregado bruto de la producción del sector.
Como se ve, Pedro Francke ha puesto sobre la mesa las principales teorías que alertan sobre el llamado «extractivismo» o «el modelo primario exportador» para confrontarlas con nuestra realidad. Esto demuestra que la economía peruana no califica para dichos epítetos.
«Al Perú le ha ido bien y le va muy bien con el crecimiento, no tendríamos una economía orientada a la exportación de materias primas»
«Entre el 2002 y el 2011, las exportaciones no tradicionales crecieron 222% en volumen»