Siegfried Arce
julio 2023
Para Lampadia
Hace casi trece años, el Perú perdió la oportunidad de producir amoníaco, urea y nitrato de amonio en cantidades suficientes para abastecer el mercado nacional y la costa del Pacífico de toda América. Trataré de resumir a continuación la historia de esta oportunidad y las causas de su fracaso, uno más de nuestra azarosa vida republicana.
El año 2007, el consorcio Camisea licitó la venta de 2.8 millones de metros cúbicos de gas natural por día destinados a la producción de fertilizantes nitrogenados.
La licitación la ganó la empresa norteamericana CF Industries Inc. (www.cfindustries.com) y en el año 2008 inició el proyecto de construcción de una planta de amoníaco y una planta de urea a ubicarse en la bahía de San Juan de Marcona.
En el año 2009, se inician los estudios de línea base ambiental y el EIA con la empresa Golder Associates Perú y las investigaciones geológicas y geotécnicas del sitio seleccionado para las plantas y el muelle de exportación e importación en la bahía de San Juan.
Paralelamente, con la empresa Technip de Italia se inicia el estudio de factibilidad para la construcción de una planta de amoníaco para producir 2,600 toneladas diarias y una planta de urea para producir 3,850 toneladas diarias, además de un muelle de exportación, una planta de producción de energía eléctrica y una planta de desalinización de agua de mar.
A fines del 2009, se realizan dos multitudinarias audiencias públicas en la ciudad de San Juan para finalmente, en febrero del 2010 presentar el EIA al Ministerio de Energía y Minas. Inmediatamente, CFI convoca el concurso para elegir la firma que se encargaría de la construcción del complejo mediante un contrato EPC (engineering procurement and construction) que es ganado por la firma italiana Saipem que antes había participado en la construcción de la planta LNG Melchorita en Cañete.
El monto contratado ascendía a aproximadamente US$2,000 millones y el complejo debería estar operando en el tercer trimestre del año 2013, o sea, hace casi diez años.
Lamentablemente, varios factores obligaron a CFI a cancelar el proyecto, entre ellos, la incertidumbre por parte del consorcio Camisea de poder suministrar a tiempo el gas requerido para operar las plantas debido a complicaciones en la ampliación del ducto, por problemas sociales en el tramo de la selva, además de la demora excesiva del MINEM en aprobar el estudio de impacto ambiental que recién se aprueba en el mes de octubre del 2010, entre otras dificultades menores.
Ante estos problemas que afectaban el inicio y plazos del proyecto, CFI Industries decide cancelar el proyecto y usar el dinero ya separado en comprar Terra, un importante competidor de fertilizantes nitrogenados norteamericano.
Mientras, la empresa australiana Orica (www.oricaminingservices.com) decide construir una planta de nitrato de amonio grado explosivo, para atender la creciente demanda de este producto en la minería peruana y chilena. Como la producción de urea por parte de CFI iba a generar un excedente de amoníaco previsto para exportarse, Orica llega a un acuerdo con CFI para usar el amoníaco y construir una planta de nitrato de amonio junto al complejo de CFI en la misma bahía de San Juan. No conozco el capex del proyecto, pero debió ser considerable.
Como consecuencia de la decisión de CFI, Orica no tuvo más remedio que cancelar su proyecto, por lo que el Perú y Marcona perdieron la gran oportunidad de contar con tres plantas de clase mundial y cumplir su sueño de convertirse en una ciudad moderna e industrial. Luego la misma Orica inicia estudios para construir una planta de nitrato de amonio en Ilo, proyecto que también se vio frustrado por los conocidos incidentes con el proyecto del gasoducto del sur.
Se estima que ambos proyectos habrían generado durante su construcción alrededor de 5,000 empleos calificados y más de 400 empleos durante la operación, además del enorme beneficio a la comunidad y empresas transportadoras y de distribución nacional.
Para la agricultura, el beneficio iba a ser muy importante ya que ahora toda la urea que se utiliza como fertilizante es importada y ya sabemos lo que pasa cuando surgen rupturas de suministro como lo sucedido a principios de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Lampadia