Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Nuestros jóvenes no son tontos, están conectados al mundo y saben perfectamente de la calidad de vida y bienestar que tienen los jóvenes de muchos otros pueblos, siendo los principales modelos, los EEUU, España, Italia y Japón, excluyendo explícitamente a todos los países latinoamericanos. Ya Chile salió de la lista.
Nuestros jóvenes no fueron testigos de nuestros peores tiempos, de la hiperinflación, del terrorismo, de la falta de inversión y empleo, y del empobrecimiento general, que solo superamos en los años 90 con la Constitución de 1993.
Pero nuestros jóvenes si fueron testigos de la prosperidad de los primeros años del siglo XXI, y son testigos de la ‘prosperidad perdida’, que hoy, desde la segunda década del siglo, nos duele otra vez, por la falta de empleo, la falta de inversión, la inseguridad ciudadana y la pérdida de confianza en el futuro.
A pesar de que nada de esto se habla en el mundo político, ni en los medios y redes sociales, nuestros jóvenes registran el riesgo de comprometer sus vidas en un país que no les ofrece las avenidas de su prosperidad.
´La prosperidad perdida’ empezó con la gran confusión política desatada desde el 2011 con el gobierno nacionalista de Ollanta Humala, apoyado por Vargas Llosa y todos los llamados caviares.
Un gobierno que, si bien no nos mató de un bombazo, sino por la picadura de millones de mosquitos, como decía Mateo Balarín, vicepresidente de la SNI (QEPD).
Ese nefasto gobierno cortó el entendimiento del país con la industria minera, el principal motor de crecimiento de nuestra economía, multiplicó las normas y regulaciones, y burocratizó el Estado con funcionarios anti inversión privada.
A pesar de esta experiencia, los peruanos, especialmente los jóvenes votaron por profundizar nuestra economía de mercado en las elecciones del 2016, donde el 80% optó por partidos afines a ella.
Lamentablemente, al día siguiente de la primera vuelta, cuando un periodista de Correo le preguntó a PPK a las 8:30 de la mañana, ¿qué iba a hacer ese día? PPK respondió que iría a visitar a Gregorio Santos en la cárcel, al comunista corrupto que destrozó el futuro de Cajamarca, el colero en las elecciones. PPK, el segundo en las elecciones, que incluso recibió votos fujimoristas para evitar que la comunista Verónika Mendoza llegara a la segunda vuelta, miró a la izquierda, traicionando a sus propios electores y traicionando el voto de los peruanos por la economía de mercado.
De allí en adelante, todo se vino guarda abajo. Los políticos se dispararon cada uno por su lado, generaron múltiples enfrentamientos y llevaron a los ciudadanos a la frustración y a la confusión sobre el futuro del país.
Luego de los nefastos gobiernos de PPK, Vizcarra, Sagasti y Castillo; llegamos a una situación de múltiples crisis: económica, social, política, educativa, sanitaria, climática y de liderazgo; que los peruanos, especialmente los más jóvenes, tienen muchas dificultades para esclarecer y enfrentar.
Por lo tanto, hemos agravado sustancialmente el riesgo de perder a nuestros hijos en la lejanía de la migración. Seguramente, hoy día, más del 80% de nuestros jóvenes está pensando en migrar a economías de mercado, donde puedan tener vidas predecibles y construir, con su propio esfuerzo, como lo harían en el Perú, si les diéramos la oportunidad de pelearla, vidas plenas y prósperas.
La peor tragedia de un país es perder a sus hijos, es alejarlos de sus familias, de sus amigos, de sus costumbres, de sus querencias, expulsarlos de la patria, al cortarles los caminos de su realización.
Necesitamos líderes políticos que sin complejos ni cobardías, le hablen a los jóvenes sobre el costo de alejarse del Perú, que les ofrezcan fortalecer la economía de mercado, tan afín a nuestra naturaleza emprendedora, promover la inversión privada y el crecimiento de la economía, invitar a los peruanos a superar diferencias y a ponerse al mismo lado de la mesa para crear acá, en nuestra querida patria, la mejor economía de mercado que podamos imaginar, para lograr un futuro con prosperidad, inclusión y satisfacción por haber podido luchar por los grandes sueños de nuestros padres fundadores.
¡Viva el Perú!!! Lampadia