Iván Arenas
Para Lampadia
Días atrás se realizó un evento denominado inPERU “Juntos por la reactivación del Cusco y la promoción de inversiones” que congregó a miles de personas, entre estudiantes, investigadores, empresarios y autoridades nacionales, regionales y locales quienes dialogaron sobre la visión de futuro de la región cusqueña. Antes de continuar vale mencionar que inPERU es una asociación sin fines de lucro – cuyo principal propósito es promover el desarrollo de los mercados financieros y de capitales nacionales a nivel local e internacional.
Ahora bien, una de las grandes conclusiones es que sin crecimiento económico no hay ni habrá jamás desarrollo de la región cusqueña.
Es decir, sin la inversión pública y, sobre todo, la inversión privada, que generan crecimiento de las economía, es imposible la reducción de brechas sociales, la disminución de la pobreza y pobreza extrema así como la generación de miles de empleos formales.
Atrás quedaron los días donde, de acuerdo a una investigación del Instituto Peruano de Economía (IPE) durante el periodo 2008- 2013, la región Cusco superó en crecimiento acumulado (PBI real) a la propia China, 59% y 54 respectivamente.
Esos días, donde el crecimiento económico aumentaba y generaba empleos, creaba clases medias y reducía pobreza no se han repetido.
Para redondear con mayor detalle el asunto: solo durante el 2008 al 2013, la pobreza pasó de 50% a 27%.
¿Qué debería pasar para que Cusco, la otrora ciudad pujante que competía con Arequipa en el sur peruano vuelva por la senda del crecimiento y el desarrollo? De las diversas reuniones y ponencias en inPERU, se desprende de manera clara que hay dos fuerzas que atraen las inversiones privadas, que son casi el 80% de la inversión en toda la región.
- La primera es la confianza, que dicho sea es un factor determinante, sin embargo, como se sabe las minorías políticas anti inversión logran posicionar agendas que en lugar de promover inversiones privadas, las espantan.
- La segunda es la eficiencia del gasto estatal. En otras palabras, la cantidad y la calidad del gasto. En la última década, la región ha recibido más de S/26 mil millones por concepto del canon minero, regalías mineras, canon hidroenergético, canon gasífero y derecho de vigencia. ¿Adónde fue a parar semejante dineral?
La región aún no se recupera luego de la pandemia y de las insurrecciones que orquestaron grupos zurdos en el sur peruano. El sector turismo apenas ha comenzado a moverse y la minería moderna sigue siendo el pan de Cusco, amén de grupos anti mineros (sobre todo en Chumbivilcas y Espinar)
Como alguien lo escribiera por ahí, la historia es la eterna lucha entre la libertad y los colectivismos. Decimos lo anterior porque inPERU ha puesto el dedo en la llaga de los relatos zurdos que criminalizan la inversión privada, como lo decíamos, fuente de empleos dignos, reducción de pobreza y oportunidades para los más pobres, además de tributación e impuestos.
Quizá, también uno de los aciertos de los organizadores es haber empezado en la región cusqueña, una suerte de guerra de relatos a favor del crecimiento y el desarrollo. Lampadia