Fernando Ortega San Martín, MBA
Chair del Nodo Perú – The Millennium Project
Para Lampadia
En las últimas semanas, a la luz de las noticias cada vez más alarmantes acerca del avance de la inteligencia artificial (IA), he podido notar cierto pesimismo sobre las posibilidades de nuestro país para alcanzar el desarrollo en el marco de la nueva sociedad y economía que se viene gestando desde el lanzamiento comercial de ChatGPT3, el 30 de noviembre del año pasado.
Es cierto que el mundo está cambiando aceleradamente, y que las ventajas competitivas de ayer van perdiendo ese carácter, ante la avalancha de nuevas tecnologías. Hoy, países y empresas se encuentran en una carrera frenética para descubrir las nuevas ventajas competitivas que les permitirán su supervivencia, como nación viable para los primeros, y en los nuevos mercados que se vienen creando, para las segundas.
Para realizar esa tarea, existe un “combustible” principal (no es el único, pero quizás, es el más gobernable internamente para países y empresas), que en el mundo se conoce por sus siglas en inglés: GERD (Gross domestic expenditure on research and Development), que es traducido al español como el gasto interno bruto en investigación y desarrollo, que se expresa como el porcentaje del PBI de un país que se dedica a investigación científica y desarrollo tecnológico.
Ese indicador es tan importante, que este año se cumplen 60 años que los países de la OECD se pusieron de acuerdo para medirlo, al igual que otros indicadores de ciencia y tecnología, y crearon el Manual de Frascati, llamado así por la ciudad italiana donde se reunieron.
Dado que para su cálculo existen claras directrices que permiten su comparación internacional, el GERD nos permite rápidamente conocer la posición de los países por la cantidad de “combustible” que dedican a generar nuevo conocimiento y adaptarse mejor o liderar, en el caso de los primeros en el ranking, el cambio tecnológico.
Tabla 1: GERD de los países tecnológica y geopolíticamente más importantes
A partir de los datos de la tabla 1, no hay que ser prospectivista para intuir de dónde provendrán la mayor parte de las nuevas tecnologías. Se espera que para el año 2050, el valor del GERD de las primeras 40 economías mundiales[1], posición que se esperaría alcance el Perú en un escenario deseado por su tamaño de su población, territorio y recursos, supere el 3%, valor que ya posee hoy, en el 2023, Finlandia.
Ante esta situación, ¿cómo está nuestro país? Para ello veamos la tabla siguiente:
Tabla 2: GERD de algunos países de América Latina
La lectura de la tabla anterior nos exime de mayores comentarios. Salvo Brasil, el resto de los países de América Latina no tiene suficiente “combustible” para llegar a la meta del año 2050 en condiciones favorables para su población ni para sus empresas. Las nuevas tecnologías generan sus propias demandas, como lo conocemos muy bien (conectividad para celulares e internet, por ejemplo), y si no formamos parte de la Quinta Revolución Tecnológica (5RT) que ya se nos viene, padeceremos de una terrible dependencia tecnológica, que nos impedirá ser actores de respeto en la mayoría de las cadenas de valor globales.
¿Qué tenemos que hacer? ¿Estamos aún a tiempo?
Aunque el año 2050 no está tan lejano como parece, aún podemos dar un golpe de timón a nuestra nave para no caer en este escenario de espanto. El GERD mide tanto el aporte del Estado como del Sector Privado en el financiamiento de la investigación científica y el desarrollo tecnológico. De hecho, en los países que lideran la tabla 1, la mayor parte del GERD es aportado por el Sector Privado; lo opuesto ocurre en América Latina donde el aporte del Sector Privado es muy reducido, y donde el mayor peso del financiamiento de la ciencia y tecnología recae en el Tesoro Público, que nunca tiene dinero suficiente porque debe atender las necesidades del corto plazo.
¿Por qué no organizamos una gran cruzada nacional para que el Perú cuente con el “combustible” necesario para su desarrollo? La tabla 3 muestra que, si nos ponemos de acuerdo, podemos, paso a paso, alcanzar la meta de un GERD del 3% del PBI en el año 2050 para que las nuevas generaciones puedan tener las herramientas básicas para construir su futuro:
Tabla 3: Propuesta de crecimiento del GERD
¿Quién asume este desafío? El futuro del país está en juego. Lampadia
[1] En el 2022, Vietnam estaba en el puesto 40 de las mayores economías del mundo y tiene un GERD de 0.54, tres veces mayor al Perú, que se encuentra en el puesto 52.