Continuamos nuestro análisis sobre el progreso y por qué se tiende a desconocer los avances de la humanidad.
Ver en Lampadia: ¿Hemos progresado o seguimos igual?, Cuidado con entender las cosas al revés.
Fundación para el Progreso (FPP), Junio 2019
Rafael Rincón-Urdaneta Z.
¿Por qué las personas tienen tan distintos diagnósticos y opiniones sobre el estado del mundo y el progreso de la humanidad? ¿Qué conceptos, criterios e ideas pueden ayudar a lograr una evaluación más precisa y una reflexión más inteligente sobre nuestro porvenir, apartando los prejuicios y combatiendo la ignorancia para aproximarnos más racionalmente a la realidad? Esta serie de Rafael Rincón-Urdaneta Z., Director de Estrategia y Asuntos Globales de FPP, ha sido elaborada con vocación de sentido común y pensamiento crítico. Y propone algunas claves útiles para estudiantes, profesores, analistas y líderes, entre otros. En esta segunda entrega veremos algunos criterios esenciales para evaluar el estado y el progreso del mundo.
Lo más importante: el big picture
«Hay que ver el big picture, no las cosas pequeñas», «Lo importante es el big picture para entender el conjunto», «¡Enfócate en el big picture, no en los detalles!». Se trata de un concepto muy común en la jerga del mundo de la estrategia y se le escucha bastante en los ámbitos de la política, la economía o los negocios. Ver el big picture es ver la totalidad de una situación para apreciar más claramente su forma, su estado y ciertas tendencias. Es usar una perspectiva global para comprender un asunto en su amplitud. No se puede apreciar un bosque viendo individualmente un árbol o un grupo limitado de ellos. No percibiremos la belleza y contenido de un mosaico con la vista fija en una de sus pequeñísimas piezas o en esos minúsculos detalles que podrían parecernos «imperfecciones». No podemos evaluar correctamente el estado general de una casa si nos enfocamos en una ventana rota o en un enchufe que no funciona bien. Asimismo, no lograremos un balance del progreso del mundo si vemos hechos o momentos aislados, sin contextualizar, conectar, ampliar el foco.
Volvamos a Rosling por un instante. Uno de sus más conocidos y populares trabajos es un video publicado en 2010 por BBC y titulado Hans Rosling’s 200 Countries, 200 Years, 4 Minutes – The Joy of Stats. Hoy, con casi nueve millones de visualizaciones, sigue siendo muy bueno para mostrar, con estadísticas y datos de expectativa de vida e ingreso, el increíble y rápido progreso de la humanidad en tan solo 200 años. El colorido despliegue de círculos de tamaños variables, cada uno representativo de un país, refleja avances, contratiempos e incluso tragedias humanas tan graves como las dos mortíferas guerras mundiales del siglo XX. Estas aparecen en pantalla como dos golpes que ocasionan caídas seguidas de recuperaciones. Si viéramos solo eso, la distancia entre países prósperos y pobres y la existencia aún de naciones atrasadas, quizás podríamos decir que el mundo es un espanto. Sin embargo, el big picture —para comenzar, la totalidad de los 200 años abarcados— nos indicaría que hay una clarísima tendencia positiva y que el progreso de la humanidad es tremendo, sobre todo comparado con los siglos anteriores. Una línea ascendente con algunos descensos que no afectan la orientación positiva general de la tendencia sigue siendo, en el big picture, una línea esencialmente ascendente (para ahondar en esto, y en la lectura de estadísticas y datos, recomiendo leer en detalle el ya citado Factfulness).
Otro ejemplo: Tomemos un país bien evaluado en el Índice de Desarrollo Humano como Singapur, que ocupa el lugar noveno de la lista. Un dato o la nota de un año no nos dice nada de su progreso, pero si vemos el cuadro que recoge los puntajes desde 1990 —el big picture o panorama del periodo— nos daremos cuenta de que ha venido subiendo aceleradamente, de poco más de 0,7 puntos hasta 0,932 (el máximo es 1). Si vemos el cuadro correspondiente a Venezuela, 0,761 puntos no nos dicen mucho, pero si miramos la historia completa notaremos que el país venía ascendiendo desde 1990, para luego entrar, más o menos desde 2011, en una línea plana que acusa estancamiento. Luego hay descenso muy acentuado desde 2014. Su posición en el lugar 78 del mundo puede ser inquietante, pero su caída lo es aún más. El éxodo desesperado y masivo de venezolanos en todas direcciones hace que los datos cobren aún más sentido.
Ver el big picture no solo nos permite apreciar, como en el caso anterior, tendencias, sino también la importancia relativa de algunos elementos o factores con respecto a otros. O, mejor dicho, con respecto al conjunto total. Si revisamos para cada país el reporte Doing Business del Banco Mundial, encontraremos una gran gama de indicadores específicos. Los países son evaluados en cada uno de ellos y las notas pueden ser dispares, cualquiera sea el resultado final. Que un indicador aparezca bajo el nivel ideal o perfecto, o más bajo que otros, no significa que, en la totalidad, Nueva Zelanda, Singapur o Georgia no sean excelentes lugares para hacer negocios, inmensamente superiores a Yemen, Venezuela y Somalia, ubicados en el foso del ranking. Al revés también funciona: un indicador alto aislado, sin acompañamiento visual del resto, no necesariamente significa un éxito absoluto. Y, por cierto, el solo reporte Doing Business, el PIB per cápita, la tasa de alfabetismo y la tasa de crecimiento, por sí solos, desconectados del panorama, no nos dicen todo lo necesario de un país o del mundo.
La perspectiva del big picture es aplicable a infinitas situaciones o asuntos: el estado de una empresa, las proyecciones de una industria, la estrategia de largo plazo de un partido político o corporación, las instituciones de un país, los grandes cambios, los fenómenos globales, la historia, los avances. Lo más importante es, como se dijo antes, que los momentos, detalles o puntos específicos no nos distraigan ni nos impidan ver el cuadro completo… el panorama. Lampadia