Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
El gobierno de Castillo-Cerrón y de las demás izquierdas, sigue terco en su afán de atacar al sector productivo peruano, malogrando las inversiones, el crecimiento de la economía, y el empleo.
Sus acciones, normas e inacciones, van debilitando el sector privado y los ingresos de los peruanos. Revisemos algunos casos:
- El sector minero está a la buena de Dios. Desde el premierato se alentó el cierre de minas en Ayacucho. Los proyectos de exploración, la base del crecimiento futuro del sector, están prácticamente parados. Las Bambas ya es una mina marginal que ni siquiera puede operar 200 días al año. Se permitió la parálisis violenta de Cuajone durante dos meses. Todo esto, mientras el mundo nos regalaba una excelente oportunidad de multiplicar las inversiones con magníficas cotizaciones de nuestros productos minerales.
- Las agroexportaciones debilitadas y desalentadas con normas que encarecen los costos laborales sin ninguna base técnica. Inacción ante bloqueos ilegales de carreteras. Puro juego político.
Ignoran la altísima productividad de nuestros nuevos sembríos, que en 180,000 hectáreas producen lo mismo que los sembríos tradicionales en 2’500,000 de hectáreas en otros países. (Ver en Lampadia: Adiós a un buen peruano).
- Destruyendo el turismo, como dice Juan Stoessel. “No hay otra forma de describir lo que viene sucediendo. Cuando al fin dejamos atrás la pandemia, que fue un cataclismo para el sector, ¿con qué nos encontramos? Con otra epidemia, pero esta vez de caos, inoperancia y desgobierno. (…) Paro y bloqueo de pistas en Cusco, controladores aéreos en huelga, con la complicidad de Corpac y el Ministerio de Trabajo, la fortaleza de Kuélap, el Machu Picchu del oriente, derrumbándose a vista y paciencia de las autoridades. Y, en medio de todo este desmadre, un gobierno que no se sabe si le está echando agua o kerosene al incendio”.
Además, el gobierno promueve normas que generan el efecto contrario al estipulado, como con:
- Las limitaciones a la tercerización, que ya están disminuyendo el empleo.
- El aumento del salario mínimo, que deja sin empleo a los más necesitados.
- El control de las tasas de interés, que deja fuera del sistema financiero formal a miles de ciudadanos y productores.
- Absurdo y exagerado empoderamiento de las dirigencias sindicales, que disminuirá las inversiones y el empleo formal.
Estas izquierdas que están en el gobierno, no aprenden de nada, ni de experiencias ajenas, ni de las propias. Siempre repiten las mismas ideas perdedoras y destructivas de la prosperidad, como esta última que pretende limitar la extensión de las tierras agrícolas. Como explica Milton von Hesse en la nota que compartimos líneas abajo, esta idea no tiene sentido, pues solo el 2% de los predios tiene más de 50 hectáreas, inhibe la inversión en sembríos competitivos para el mercado internacional, ávido de nuestros productos, y destruye empleo formal en el ámbito rural.
Solo politiquería, sin importar el impacto en el aumento de la pobreza y la reducción de los ingresos. Esta gente no sirve para nada, ya más del 75% de los peruanos, esperamos que se alejen, a la brevedad, del gobierno.
Limitar el tamaño de las tierras no tiene sentido
MILTON VON HESSE
Exministro de Agricultura
Diario Gestión
10 de agosto de 2022
Los movimientos de izquierda plantean que se active un artículo de la Constitución que menciona la posibilidad de ponerle límite a la extensión de la tierra, pero eso no tiene sentido. Ellos ponen como ejemplo a empresas agroindustriales que hoy día tienen extensiones muy grandes, y dicen que eso no debería pasar. Pero, en realidad, cualquier ley se hace de acá para adelante, no es retroactiva, no podría ser expropiatorio ese límite al tamaño de las tierras.
En segundo lugar, hablar de límites al tamaño de la tierra es como si la agricultura fuera algo homogéneo. Pero no es así, porque si, por ejemplo, voy a producir flores, diez hectáreas me quedan grandes, pero si voy a producir azúcar necesito dos o tres mil hectáreas, por lo menos, no es lo mismo. Un predio es grande o chico, dependiendo del cultivo que uno va a desarrollar. Además, hoy solo el 2% de las parcelas tiene más de 50 hectáreas, mientras que el 90% de las demás comprenden menos de 10 hectáreas; entonces, el proyecto de ley que se propone no tiene ningún sentido.
Si se aprueba esa parte del proyecto en cuestión, va a terminar de generar un temor horrible para las inversiones futuras. Tenemos un proyecto Majes-siguas II concesionado que se acaba de destrabar hace poco, y que tiene 38 mil hectáreas, que se van a tener que poner en subasta a empresas para desarrollar proyectos agroindustriales, y si el Gobierno sale anunciando que va a poner límite a la tierra, ¿cuántos interesados cree que va a haber para presentarse a la subasta?
Tampoco tiene sentido el plantear que se priorice en los proyectos de irrigación a la pequeña agricultura familiar. Lo que ha demostrado la evidencia, es que estos grandes proyectos de irrigación tipo Chavimochic o Majes-siguas II o Alto Piura, que ocupan grandes extensiones de terrenos eriazos en la costa, requieren capital para que puedan ser viables, porque la inversión por hectárea es muy grande y no solamente debe invertirse mucho capital, entre US$ 50 mil y US$ 60 mil por hectárea, sino que debe además haber el conocimiento y la articulación con los mercados mundiales, porque de otro modo, no resultan rentable, ni para el agricultor ni para el país. Lampadia