Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Los chilenos Cheyre y Rojas, insisten en rescatar lecciones de desarrollo mostrando “aquellos aspectos que han sido clave para lograr un progreso que ha permitido que naciones periféricas que alguna vez fueron pobres y atrasadas se convirtiesen en notables ejemplos de bienestar y progreso”.
En base al análisis del desarrollo de Suecia, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Taiwán e Irlanda; proponen diez enseñanzas que iremos reseñando en los próximos días.
Si no fuera por el complot político desestabilizador de la sociedad y la economía chilenas de octubre 2019, Chile estaría hoy día más cerca de formar parte de estas experiencias exitosas de desarrollo de esos 9 países, la única en nuestra región.
Los temas desarrollados por Cheyre y Rojas son los siguientes:
- Libertad económica
- Mercados abiertos y competitivos
- Instituciones inclusivas y capital humano
- Peligros del desarrollo hacia adentro y la industrialización de invernadero
- Un mercado flexible de trabajo que fomenta la empleabilidad
- Destrucción creativa, consensos y protección social
- Certeza regulatoria, propiedad privada y estabilidad macroeconómica
- Calidad del Estado
- Populismo y excesos del Estado
- Neutralidad en las políticas de desarrollo productivo
Un decálogo para que Chile [y Perú] vuelvan a progresar
Lecciones internacionales sobre el Estado y el desarrollo
Hernán Cheyre y Mauricio Rojas
Ediciones El Líbero – Chile
Cheyre es presidente del Centro de Investigación de Empresa y Sociedad (CIES), miembro del Consejo de Políticas Públicas del Instituto Libertad y Desarrollo.
Rojas fue militante del MIR, académico de la Universidad de Lund en Suecia y profesor de la Universidad del Desarrollo, miembro del Parlamento de Suecia del 2002 al 2008, reelegido el 2022.
Un amplio recorrido por la historia del desarrollo de diversos países que hoy son connotados referentes a nivel internacional. Las principales lecciones que nos dejan sus experiencias. Se trata de diez enseñanzas que a nuestro juicio pueden ser de gran utilidad en este momento crucial de nuestra historia. No se trata de un recetario para alcanzar el éxito, sino de un recordatorio de aquellos aspectos que han sido clave para lograr un progreso que ha permitido que naciones periféricas que alguna vez fueron pobres y atrasadas se convirtiesen en notables ejemplos de bienestar y progreso. Cada uno de los países estudiados siguió su propio camino, acorde con sus circunstancias particulares y el entorno global en el cual le tocó desenvolverse, tal como Chile [y Perú] también debe hacerlo.
- Libertad económica
Los procesos estudiados han sido las bases de economías abiertas de mercado en las que la libre iniciativa de los individuos, de la sociedad civil y, en especial, de los emprendedores tuvo y sigue teniendo un rol protagónico. Ello requirió de intervenciones decisivas de parte del Estado a fin de eliminar las trabas existentes a la libertad económica. Mantener la disciplina de los mercados competitivos, combatiendo toda tendencia a manipular su funcionamiento, a cerrarlos o monopolizarlos, es una de las tareas primordiales del Estado una vez que se han establecido los fundamentos institucionales de la economía de mercado. De igual importancia es no debilitar el sistema de experimentación constante que es la base de la creatividad de una economía libre, y que se basa en la obtención de generosas recompensas de parte de los emprendedores que toman riesgos y aciertan en su empeño, pero que también penaliza severamente a quienes no lo hacen. Por el contrario, castigar de distintas formas el éxito y subsidiar el fracaso es un camino seguro hacia el empobrecimiento colectivo.
El ejemplo de los países escandinavos es contundente al respecto.
Los emprendedores privados fueron el motor decisivo del progreso nórdico y las grandes empresas que estos crearon, a menudo a partir de innovaciones propias, se internacionalizaron rápidamente, viviendo, por lo tanto, en un ambiente de dura competencia que las forzaba constantemente a mantener los más altos estándares de eficiencia y un ritmo de innovación al menos a la par con el de sus competidores.
Tanto en Australia como en Nueva Zelanda el proteccionismo y una multitud de regulaciones e intervenciones estatales coartaron la libertad económica, creando una economía cuyos resultados de largo plazo fueron cada vez más decepcionantes y que, finalmente, debió ser drásticamente reformada para restaurar el dinamismo propio de una economía libre de mercado.
Corea del Sur y Taiwán siguieron al respecto caminos diferentes.
En el primer caso, la creación de una economía de mercado en un país que solo paulatinamente evolucionaría hacia la democracia fue la clave de sus éxitos. Sin embargo, la cercanía e incluso connivencia entre el Estado y las grandes empresas, que sin duda potenció la capacidad de crecimiento de estas, ha sido fuente de una fuerte concentración económica en manos de grandes conglomerados, así como de conductas anticompetitivas y significativos problemas de corrupción que han sido muy difíciles de erradicar.
En Taiwán, producto de su particular historia, se creó una economía de mercado caracterizada por una significativa distancia entre el mundo político y la mayor parte del mundo económico, lo que evitó un desarrollo similar al coreano y potenció el florecimiento independiente de las empresas de menor tamaño, especialmente aquellas ligadas al sector rural.
Por último, el caso irlandés muestra, por una parte, los problemas del desarrollo «hacia adentro» y los obstáculos que debieron vencerse para superar su peso asfixiante sobre la economía y la sociedad irlandesa. Por otra parte, pone de manifiesto todo el potencial de crecimiento asociado a la apertura económica y las ventajas de una participación intensa en el proceso de globalización en marcha. Una decidida apuesta por atraer empresas transnacionales creando condiciones regulatorias y tributarias favorables, fomentando el desarrollo de un capital humano de alto nivel y una infraestructura adecuada, así como la certeza jurídica y la continuidad que da la existencia de un amplio consenso político en torno a la orientación del desarrollo del país, fueron los componentes clave del éxito alcanzado. Sus extraordinarios logros son un verdadero ejemplo para naciones periféricas pequeñas que sepan crear nuevas ventajas comparativas en el mundo actual, superando así las eventuales limitaciones de su especialización tradicional.
El hecho de que cinco de los nueve países estudiados en este libro se cuenten hoy entre los diez con los mayores grados de libertad económica a nivel mundial de acuerdo al índice elaborado por Heritage Foundation, y que los cuatro restantes estén entre los veinte países más libres de los 161 considerados, no es, por lo tanto, ninguna casualidad (Heritage 2022).
Primera lección: La clave de un desarrollo exitoso y sostenible en el largo plazo es la libertad económica y la flexibilidad que ésta otorga para enfrentar los desafíos de un entorno global siempre cambiante. Los emprendedores son el motor insustituible de una economía que progresa rápidamente, tal como lo son los incentivos que promueven una experimentación constante y penalizan el no hacerlo. El papel esencial del Estado en este contexto es crear las instituciones que hacen posible la libertad económica y resguardar su buen funcionamiento, protegiéndolas de los intentos de captura o manipulación de parte de distintos grupos de interés. También es tarea del Estado definir los límites del uso legítimo de esa libertad, excluyendo aquellas actividades que implican un daño grave para los fundamentos mismos del conjunto de la vida social, como, por ejemplo, el narcotráfico o la trata de personas.
Lampadia