Pablo Bustamante Pardo
Director de Lampadia
Hace años que venimos bregando por defender nuestro modelo de desarrollo, que desde los años 90 nos regresó de ser un ‘Estado Fallido’, a ser considerado por muchos, una estrella internacional.
Ya nos hemos olvidado que nos puede ir muy bien. Hoy, junto con Moody’s, debemos lamentar que, en el mejor de los casos, vamos camino a la mediocridad (ver la nota de SE que compartimos líneas abajo).
Veamos algunos elementos de esta historia:
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El año 90 teníamos 60% de pobres, el Estado recaudaba 3.8% de un PBI diminuto, y la empresa más grande facturaba US$ 600 millones -mientras las empresas ecuatorianas facturaban entre US$ 1,500 y 2,000 millones.
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Hasta los 90s, estaba prohibida la inversión privada en las regiones, no se podía invertir en el campo, la minería, la pesca y el turismo.
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Desde la Constitución de 1993, regresó la inversión privada a invertir en actividades productivas en las regiones, trayendo tecnología, empleo formal y mejores ingresos, que en conjunto hicieron crecer la economía, bajar la pobreza de 60 a 20%, y reducir la desigualdad, incluso en el sector rural.
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Con todo ello pudimos bajar la deuda externa, acumular reservas de divisas, generar ahorro fiscal, acumular fondos privados de inversión y lograr el grado de inversión, accediendo a financiamiento internacional público y privado en muy buenas condiciones.
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A diferencia de otros países de la región, aprovechamos el boom de commodities, y trajimos muchas inversiones que generaron recursos fiscales como nunca los habíamos tenido. Lamentablemente, mucho de ellos se desperdiciaron por malas inversiones (Talara y todo lo demás), y por la ineptitud y corrupción de la gran mayoría de autoridades regionales.
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Desarrollamos los sectores que pueden hacer la diferencia en nuestro futuro, abriendo el camino del crecimiento alto y sostenido, principalmente con el impulso de la minería, la agroexportación y el turismo.
Entonces, en defensa de nuestras realizaciones, en Lampadia, en noviembre de 2013, publicamos: Las Cifras de la Prosperidad.
Pero no faltaron los enemigos del Perú, las izquierdas decimonónicas que predican el pos-extractivismo – la autarquía del ‘buen vivir’, el regreso del Estado empresario, y la presencia de las manos negras en la economía. Ellos, con sus narrativas de resentimientos, llevaron a los peruanos del ambiente del vaso medio lleno, que nos llenaba de confianza en el futuro hasta el 2010, al del vaso medio vacío, que se entronizó con Humala, se mantuvo con PPK, se desbordó con el desastroso gobierno de Vizcarra y su cola con Sagasti, y finalmente hizo carne con el desgobierno de Castillo y Perú Libre.
Tampoco faltaron los tontos útiles que, con sus dudas o afanes de lucimiento, validaron las narrativas perversas de las izquierdas. Economistas destacados que negaron nuestras realizaciones y hasta compararon a la minería moderna con la explotación de guano de las islas y del caucho en la selva. Ver, por ejemplo:
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El Perú está calato, de Carlos Ganoza y Andrea Stiglich
En Lampadia tuvimos que contrastarlos con nuestro ensayo: Aprendamos a sumar y multiplicar – ¡Qué “calato” … ni que ocho cuartos! -
Qué se puede hacer con el Perú: Ideas para sostener el crecimiento en el largo plazo, de Piero Ghezzi y José Gallardo.
Además, adolecimos la ausencia de una clase dirigente consecuente con el éxito de la transformación del país, que se comprometiera con nuestro desarrollo, que viera más allá de sus ‘tiendas’, y compartiera las bases de sus esfuerzos de crecimiento, con el conjunto de la población, que dejamos, no a la buena de Dios, sino a la mala de los enemigos de la prosperidad.
En la guerra de realizaciones versus narrativas, ganaron las últimas, que lograron impregnar la mente de muchos peruanos con las negaciones de sus prédicas perversas o con resentimientos fratricidas.
Para que no vayan a pensar que las realizaciones no fueron tales, y esto es solo un empeño de Lampadia, no queremos dejar de mostrar el aporte de Iván Alonso e Ian Vásquez, del Cato Institute, que en junio pasado publicaron: La prosperidad sin precedentes del Perú. Ellos presentaron 38 gráficos que:
“Demuestran una notable mejoría del bienestar en amplios sectores de la población. La prosperidad ha aumentado, la desigualdad ha caído y los pobres han visto elevar su nivel de vida. Y, a diferencia de otros episodios de crecimiento en la historia del Perú, el progreso no ha estado limitado geográficamente; más bien, el sector rural, tanto como el sector urbano, se ha beneficiado, como lo ha hecho la mayor parte del interior del país, además de Lima y las ciudades de la costa”.
Jaime Reuche, de Moody’s, dice: «Las condiciones estaban dadas para crecer a un 6% el próximo año […] si se prendía el motor de la inversión privada». Nosotros pensamos igual. El 22 de noviembre pasado, publicamos en Lampadia: Se cayeron todas las caretas, donde decíamos que el Perú puede crecer al 7% por año.
No nos olvidemos que nos puede ir muy bien. No necesitamos genios, solo gente decente, que de verdad ame al Perú, no a los falsos ídolos de las ideologías, y que sepa rodearse de los peruanos más capaces. Lampadia
Moody’s: “Perú se empieza a parecer a un mediocre más de Latinoamérica. Ya no es la estrella que era»
En el 2022 el PBI crecería 3%. Sin incertidumbre política la tasa de expansión sería de 6%, señaló Jaime Reusche, analista senior de crédito.
De Semana Económica
Moody’s prevé que la incertidumbre política continuará afectando el desempeño económico y fiscal del Perú. Tras caer 11% en el 2020, este año el PBI crecería 13.5% producto del rebote de la actividad y del impulso externo favorable, indicó Jaime Reusche, analista senior de crédito de Moody’s durante un evento de la agencia calificadora. Hacia el 2022 el crecimiento se desacelerará a 3%.
La proyección incorpora un consumo privado «relativamente fuerte», que aun se beneficiará de las transferencias del gobierno, mientras que prevé que la inversión privada —en particular la inversión privada no minera— se contraerá. En caso las señales de gobierno sean negativas hacia la inversión privada, esta caería más y el crecimiento se podría acercar a 2%, acotó Reusche.
«Las condiciones estaban dadas para crecer a un 6% el próximo año […] si se prendía el motor de la inversión privada», lamentó Reusche. El país, según consideró, «está desperdiciando un contexto internacional extraordinario» producto de la inestabilidad política y la falta de claridad en las políticas públicas del gobierno.
El ejecutivo subrayó que la administración de Castillo no avanzaría en reformas que promuevan el crecimiento económico, sino que apunta a realizar cambios negativos, lo cual lleva a un escenario de estancamiento. «Perú se empieza a parecer a un mediocre más de Latinoamérica, ya no es la estrella que era gracias a ese modelo económico que tenemos», afirmó.
Por otro lado, Reusche indicó que considera improbable que el pedido de vacancia del presidente Castillo prospere. De ocurrir, «tal vez habría un alivio momentáneo porque el privado percibe que la mucha de la inestabilidad política radica en la cabeza del gobierno, que en este caso es el presidente». No obstante, ello sería un alivio transitorio pues bajo el escenario de la toma de mando de la vicepresidenta Dina Boluarte, no se sabe cómo sería su gestión.
Perspectivas fiscales
El déficit fiscal, que cerró en 8.9% del PBI en el 2020, se reduciría a 4% este año gracias al incremento de los ingresos fiscales [de las exportaciones de cobre], según Moody’s. Hacia el 2022 el déficit se aproximaría a 3%. «El déficit fiscal se esta cayendo solo, pero por ingreso. No hay ningún esfuerzo de gastos, de volverlo eficiente o bajar la corrupción. Esto se termina en un par de años; una vez que el déficit fiscal llegue el 2023 a 3%, yo no veo cómo va a seguir bajando a partir de ese momento», advirtió Elmer Cuba, socio de Macroconsult. «Del 2023 en adelante, un déficit fiscal de 3%, y una deuda de 35% solamente va a ser sostenible si crecemos rápido. Si el Perú comienza a crecer 1% al año, eso comienza a ser explosivo». agregó Cuba.
La deuda pública se estabilizaría alrededor de 35% y 36% del PBI y continuaría siendo una de las más bajas de la región, dijo Reusche. Sin embargo, el aumento de transferencias y de gasto público, aun con una reforma fiscal, así como vientos en contra del crecimiento global, pondrán presión sobre la consolidación fiscal.
Calificación crediticia
Reusche indicó que el principal riesgo que pesa sobre la perspectiva estable de la calificación crediticia —hoy en ‘Baa1’— es la Asamblea Constituyente. «Si la hay inmediatamente la perspectiva tendría que reaccionar», sostuvo. La perspectiva estable se mantiene pues Moody’s asume que el modelo económico e instituciones fiscales y monetarias no van a ser modificadas de acuerdo al ejecutivo. Otro riesgo es que la desaceleración económica sea mayor a la esperada, lo que pondría presión sobre las cuentas fiscales. Lampadia