Carlos E. Gálvez Pinillos
Expresidente de la SNMPE
Para Lampadia
En diferentes oportunidades hemos hablado respecto a nuestras opciones para crecer económicamente, generar empleo digno y que esto se vea reflejado, directamente, en el bienestar de nuestros ciudadanos.
Ciertamente, debemos recurrir a todas las opciones a nuestro alcance, pero hay unas más eficaces que otras. No sólo eso, sino que debemos planificar las acciones principales para el logro de nuestro objetivo.
La crítica de los teóricos y académicos socialistones, es siempre la misma; que tenemos una economía “primario exportadora”, que no agregamos valor a nuestros recursos naturales y que no hemos desarrollado industria.
Pontifican poniéndose en su nube teórica o académica y, desde ahí, le exigen a una clase empresarial, que trabaja en lo que conoce, arriesga todo lo que tiene y transpira todos los días, de sol a sol, para bregar, no sólo con los riesgos empresariales y de mercado, sino también con la absurda legislación existente y por si fuera poco, con la exigencia e indolencia de la clase política y la burocracia, muchos de estos, ligados a la academia que critica.
¿Alguien se ha puesto a pensar que, en esta economía globalizada, el nivel de competencia en la industria es superlativo?
¿Qué la China, con su cultura milenaria, no sólo ha educado y tecnificado a su población, sino que ha efectuado inversiones billonarias en equipo y maquinaria industrial, en base a robótica, para abastecer al mundo?
¿Que, dadas estas condiciones, debemos tener una oferta muy especializada tipo boutique?
No han caído en la cuenta de que, estamos en la era del conocimiento y los servicios y que, por si fuera poco, en el Perú no hemos hecho los menores esfuerzos para llevar a nuestros jóvenes a las profesiones de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Por esa razón, nos encontramos a años luz de tener posibilidades de competir con el primer mundo en ese campo.
En esas circunstancias, si hacemos un análisis FODA para Perú, encontraremos, que lo más importante que podemos y debemos hacer, es fijarnos en nuestros recursos turísticos. Debemos desarrollar un gran proyecto en base a nuestro patrimonio cultural y arqueológico. Si hacemos confluir todos nuestros esfuerzos con ese objetivo central, podremos generar una oferta turística muy especial y diferenciada, capaz de atraer al turista norteamericano, europeo y asiático, al igual que al latinoamericano.
Es una maravilla ver, en el Cusco, por ejemplo, niños que, sin mayor preparación formal, fungen de guías turísticos y encandilan a los visitantes con su rapidez y picardía, hablando quechua, español y manejándose con algunas frases en inglés. ¿Se imaginan las posibilidades que tendrían, si realmente les diéramos una formación adecuada? ¿Nos podemos imaginar qué podríamos hacer, si toda la población del Perú, urbana y rural, asumiera el turismo como su actividad central?
España, con una población de 48.8 millones de habitantes, recibe 94.0 millones de turistas al año; esto es 1.93 turistas por habitante. Por su lado, Perú con 34.0 millones de habitantes, recibe 3.3 millones de turistas; menos de 0.1 turistas por habitante, siendo el único país latinoamericano que no ha retomado el flujo turístico prepandemia, que alcanzó a 4.4 millones en 2019.
Esto significa que, bien manejado, nuestro potencial de crecimiento sería increíble y podría multiplicarse en cerca de 20 veces el número de visitantes, lo que significaría aspirar a una meta de 64 millones de turistas por año. Ciertamente, esto no llega solo, tenemos que trabajarlo con inteligencia, sin detenernos y alineando todos nuestros esfuerzos en ese objetivo. No puedo más que imaginar a mi país, compitiendo en el mismo nivel que España y para ello, debemos acometer las siguientes tareas:
- Resolver con URGENCIA el acceso y seguridad al nuevo aeropuerto Jorge Chávez. No puede ser que nos vaya a tomar cuatro años más la construcción del puente Santa Rosa. En el siglo XXI, hay en el mundo compañías capaces de resolver ese problema en menos de un año. El costo de oportunidad por turismo, justifica una inversión mayor.
- Resolver la conectividad entre los aeropuertos de provincias, eliminando la necesidad de pasar por Lima y reduciendo hasta en 50% los tiempos de viaje internos, reduciendo congestión en Lima: Trujillo-Iquitos (conectaría Chanchan y Kuelap con Iquitos); Chiclayo-Tarapoto (Bosques secos y selva); Tarapoto-Iquitos; Cajamarca-Iquitos (Turismo histórico y naturaleza). Fortalecer la conectividad Cusco-Puno-Arequipa. Fortalecer la conectividad entre playas y selva: Piura-Tarapoto; Arequipa-Iquitos.
- Trabajar en la educación de nuestros escolares y jóvenes universitarios, así como en la población en general, quienes deben de tomar consciencia de que el turismo es la mejor oportunidad de empleo masivo, desarrollo empresarial individual y colectivo y una fuente de crecimiento económico, tanto como una oportunidad de desarrollo de talento.
Así pues, el potencial económico que ofrece el turismo, bien justifica asumir el “costo de oportunidad” de acelerar nuestros proyectos de infraestructura, hacer un esfuerzo genuino por mejorar sustancialmente la seguridad y orden interno. Del mismo modo, adecuar nuestros programas educativos, para que nuestros niños y jóvenes, aprendan a apreciar el valor que la actividad turística crea para ellos, su familia, la comunidad, el impacto en su superación personal y, su contribución al desarrollo económico y social del país.
Sueño con ver a niños y jóvenes quechuas, aimaras, yaguas, aguarunas, shipibos, awajún y asháninkas, entre otros, atrayendo y deleitando a los visitantes, con sus actividades culturales y costumbristas.
¡Aprendamos de los que saben y ya lo lograron! Lampadia