Fernando Cillóniz B.
Gobernador Regional de Ica
Ica, 15 de junio de 2018
Para Correo Ica y Lampadia
Yo confieso ante Dios Todopoderoso y ante vosotros hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra, y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa – efectivamente – omití consignar en mi Hoja de Vida mi oficio de Amansador de Mulas entre los años 1966 y 1978.
Me refiero a las Hojas de Vida que todos los candidatos debemos presentar al JNE para participar en cualquier proceso electoral a nivel nacional. Si… aquellas en las que algunas congresistas mintieron acerca de sus estudios. Las mismas en las que otros congresistas omitieron consignar sus prontuarios delincuenciales.
Ahora que me pongo a pensar… ¡yo debo estar en las mismas! En mi Hoja de Vida para las elecciones regionales pasadas, consigné mis estudios escolares en el Inmaculado Corazón y Santa María; mis estudios de ingeniería en la UNI; y mi MBA en la Escuela de Graduados de Wharton en EEUU. Pero ¿Amansador de Mulas?… ni una sola mención.
Ahora – a los 67 – ya no amanso mulas. Pero que he amansado mulas mañosas… tengo testigos de ello. Chun – un negro chinchano sensacional – fue mi gran maestro mulero. Mi cumpa Eduardo Peschiera fue mi más fiel compañero amansa-mulas. Ambos… que en paz descansen. Pero ahí están – vivitos y coleando – mis acompañantes de mil aventuras Ava Gutiérrez, José Miguel Devéscovi y Víctor Haaker con quienes cabalgábamos días enteros – con sus noches – amansando mulas.
Pero… ¿qué tiene que ver mi oficio de domador, con mi cargo actual? Pues mucho. Tanto que – para gobernar – más me sirve mi experiencia mulera, que todos los diplomas obtenidos a lo largo de mi vida. Paciencia, buen humor, don de mando, fortaleza, fe en Dios… y en la Virgencita del Carmen, tolerancia cero con la mañosería… todo eso se aprende cuando se es Amansador de Mulas. Y muy importante… ¡en qué momento meter las espuelas… y dónde meterlas! ¡Cómo que amansar mulas no sirve para la política!
Veamos. Siendo Gobernador Regional he conocido a gente que se parece mucho a las mulas que amansé durante mi juventud. Incluso, hay un caso – muy curioso – de homonimia. Me refiero a una mula vieja y pellejuda – recontra mañosa – que se llamaba Nora. Y que pateaba duro cuando le ponía la baticola. Luego – ya montado sobre ella – le metía las espuelas bien atrás… donde más le dolía. Así – poco a poco – la vieja Nora dejó de respingar, y terminamos siendo buenos amigos. Ojo. Cualquier similitud con algún personaje de la vida real, es mera coincidencia.
También amansé a un burdégano. (Los burdéganos son cruces de potro con burra. Las mulas son cruces de burro con yegua.) El caso es que, para ensillar a mi burdégano, había que chantajearlo con un poco de chala verde. Si no le daba chala verde, no se quedaba tranquilo. Mi burdégano me hace acordar a los periodistas chantajistas de Ica. Si no les das su marmaja, tampoco se quedan tranquilos.
Tuve – también – una mula que se escapaba del corral para comerse el maíz de las gallinas. Era una ladrona. Y otra que mordía a todo aquel que se le cruzara por delante. A la mordelona le quité la maña cuando un día hice que mordiera un rocoto picante. ¡Santo remedio!
Mañosas, respingonas, convenidas, ladronas, mordelonas… ¡qué parecidas eran mis mulas a algunos personajes de la política local! Aunque valgan verdades – una vez amansadas – ¡que animales tan nobles e inteligentes! No hay como una buena mula para cabalgar por caminos escarpados… como los escarpados caminos de la política peruana.
Total… confieso haber sido Amansador de Mulas. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos, y a vosotros hermanos, que intercedáis por mí ante los Consejeros Regionales para que no me vaquen por haber omitido mi oficio de Amansador de Mulas en mi Hoja de Vida. ¡Amén! Lampadia