La escalada de la guerra comercial EEUU-China en los últimos meses ha puesto en peligro las cadenas de suministro globales en varias industrias manufactureras (ver Lampadia: Cadenas de suministros globales dañadas) y más recientemente, en los bienes de consumo con la nueva arremetida de aranceles de Trump (ver Lampadia: ¿Cuáles son las verdaderas repercusiones de la guerra comercial entre EEUU y China?).
En el ámbito de la tecnología, si bien resultaron problemáticos los vetos estadounidenses realizados a varias empresas del rubro como Huawei, los insumos principales de toda la cadena de valor en dichas industrias, las tierras raras, aún no han sido trastocados. Y es que, ante las amenazas de Beijing de cortar los suministros de tales minerales a EEUU, el accionar de Trump ha sido más bien vacilante, puesto que conoce muy bien que China concentra casi el 80% de la oferta mundial de tierras raras.
Imponer aranceles a esta producción es realmente jugar con fuego. Estos 17 elementos químicos son fundamentales no solo para la fabricación de productos de alta tecnología como los smartphones; son también utilizados en la industria militar, justo donde EEUU ejerce una primacía global que podría verse perjudicada si China decide parar la fiesta (ver Lampadia: El gasto militar global en niveles récord históricos).
Ante tal incertidumbre, EEUU no ha tenido otra que buscar alianzas con otros países productores. Aquí es donde aparece Australia. Recientemente, Financial Times publicó un interesante artículo en donde mencionó que la alianza entre Canberra y Washington ya tendría en la mira a 15 proyectos mineros por un monto de US$ 5,700 millones, los cuales involucran tierras raras – como el disprosio, el neodimio, y el prasedonio – además de minerales críticos como el magnesio y tungsteno (ver gráfico siguiente).
Si bien consideramos que tales iniciativas son saludables en tanto fomentan una mayor competencia, y por ende mejores precios, en esta industria tan concentrada en territorio asiático, consideramos que las amenazas del gobierno chino deberían llevar a la reflexión a la administración Trump. La guerra comercial emprendida por EEUU no solo ha conllevado a una desaceleración económica mundial, que podría desembocar en recesión global al 2020 (ver Lampadia: ¿Recesión global en 2020?), sino que además ha llevado al extremo a los países a confluir hacia bloques políticos afines a sus agendas. Las tierras raras son el más claro ejemplo de cómo una actividad económica puede terminar convirtiéndose en una poderosa herramienta para ejercer influencia geopolítica en los países, cuyas cadenas de valor dependen fuertemente de ellas.
Por su lado el Perú ha dejado de producir tierras raras desde el cierre de la refinería de La Oroya, que en sus circuitos de tratamiento de cobre, zinc y plomo, podía recuperar productos como telurio, selenio, indio y bismuto).
En todo caso debemos resaltar que mientras los principales países de vocación minera promueven nuevos proyectos, el Perú, lastimosamente, sigue debilitando el sector que es el principal motor de nuestra economía. Grave responsabilidad. Lampadia