Gracias al desarrollo de las agro-exportaciones, el Perú es hoy en día un gran productor de alimentos. Nuestro desarrollo se nutrió de una feliz coincidencia de políticas públicas locales promocionales y de un ambiente global propicio al crecimiento del libre comercio.
Efectivamente, detrás de la promulgación de la Constitución del 93, el sector privado pudo volver a invertir en el campo y aprovechar el gran potencial productivo del país, que había invernado por treinta años. Los resultados son conocidos por todos, más de 5,000 millones de dólares de exportaciones de frutas y hortalizas de primera calidad, más la consolidación de productos como el café y el cacao. Hoy llegamos a todos los mercados del mundo con una gran variedad de productos.
Pero, además, algo determinante de nuestro éxito fue también el espacio de desarrollo global propicio al libre comercio, sin el cual nuestro desarrollo hubiera sido sustancialmente menor. Por ejemplo, en el ecosistema político de comercio, imperante hoy en el mundo, no hubiéramos alcanzado los mismos resultados.
Esto nos lleva a comentar que, actualmente, se está produciendo una reversión de las políticas pro comercio y que el marco regulatorio global, en vez de perfeccionarse, se deteriora.
¿Qué implica esto para el Perú?
Simplemente que, si no nos ocupamos, perderemos espacio de desarrollo productivo y comercial, con todo lo que ello representa.
Por lo tanto, tenemos que entender que debemos desarrollar una presencia promotora del comercio de alimentos en todos los foros mundiales. Pero no una presencia pasiva, sino una presencia activa, de liderazgo. En otras palabras, detrás de nuestras agro-exportaciones, el Perú debiera ser el paladín de la promoción del libre comercio de alimentos.
En vez de que una parte importante del gobierno peruano se avoque a restringir el desarrollo del sector agro-exportador, debiéramos tener un gobierno promotor en el Perú y en todos los foros globales.
Pero esta no es una tarea que el gobierno pueda afrontar solo. Tiene que ser acompañado por el sector privado. Lo ideal sería formar una gran asociación público privada para asentar la presencia de nuestro liderazgo, allá donde podamos mejorar el ambiente comercial para las frutas y hortalizas.
Este desarrollo puede también acompañarse con un esfuerzo de investigación y desarrollo en el que se puede incorporar a nuestras universidades.
Hemos creado una gran industria exportadora de frutas y hortalizas, ha llegado el momento de acompañarla de esfuerzos sistémicos que la fortalezcan, que se expresen en la colaboración entre el Estado y el sector privado, ayudando a cambiar el clima de desconfianza imperante entre las partes, por un gran espacio de prosperidad. Lampadia
La seguridad alimentaria reside en el comercio
Project Syndicate
Nov 19, 2018
Ángel Gurría, José Graziano da Silva
De la granja a la mesa, la comunidad internacional se enfrenta a retos cada vez mayores para erradicar el hambre y la desnutrición. Y, sin embargo, pese a que algunas partes del mundo están evidentemente mejor dotadas que otras en términos de clima, suelo, agua y geografía, hay alimentos en abundancia para todos. Entonces, ¿por qué es la inseguridad alimentaria un problema para tantas personas en tantos países?
Lo que faltan son las condiciones adecuadas para que quienes lo necesitan tengan acceso a alimentos saludables y nutritivos. Los países excedentarios tienen que estar en posición de suministrar a los países deficitarios, y más aún ahora que el cambio climático está socavando las condiciones para la producción de alimentos en muchas partes del mundo.
En otras palabras, para conseguir que todos los hogares tengan acceso a la cantidad, calidad y variedad de alimentos nutritivos necesarios para llevar una vida saludable y satisfactoria es necesario que exista un comercio libre, predecible, no discriminatorio y justo. Lo que, a su vez, solo puede garantizarse a través de las normas mundiales acordadas en la Organización Mundial del Comercio (OMC); unas normas que, hasta el momento, han permitido un aumento del 270 % en el comercio mundial de productos alimentarios y agrícolas desde 1996.
Desde luego, el sistema de comercio mundial no está exento de problemas, y algunos países no siempre respetan las reglas. Además, existen importantes deficiencias en materia de control de las restricciones a las exportaciones (cuyo objetivo sería reducir la incertidumbre en los países que dependen de las importaciones) y de las subvenciones y barreras comerciales que distorsionan el mercado. En 2017, estas últimas supusieron 330 000 millones de dólares estadounidenses en todo el mundo. Es necesario actualizar las normas comerciales para reflejar los cambios que se han producido en los mercados y en las políticas desde que se creó la OMC en 1995, en especial, el aumento de la importancia de las economías emergentes.
Es imperativo que las reformas del comercio agrícola estén sobre la mesa. Estas reformas deben ser parte de una estrategia integrada más amplia que incluya otras políticas e inversiones nacionales (respaldadas, en caso necesario, por ayuda internacional). El objetivo debe ser garantizar que más personas puedan beneficiarse de las nuevas oportunidades que brinda la economía mundial y que aquellos que más lo necesitan cuenten con ayuda disponible.
Para aprovechar los beneficios del comercio de productos alimentarios y agrícolas, la comunidad internacional debe hacer tres cosas.
- En primer lugar, los gobiernos deben ayudar a los agricultores (en especial, a los agricultores familiares) a ser más eficientes. Esto implica invertir en infraestructuras (también digitales) y educación, aplicar un registro de tierras y derechos de propiedad y apoyar la investigación en los ámbitos de la conservación de recursos escasos, la lucha contra el cambio climático y la mejora de la sostenibilidad y la resiliencia frente a los impactos. Cada uno de estos ingredientes es necesario para posibilitar que los agricultores consigan unos ingresos dignos. Pero podrían no ser suficientes; en muchos casos, los gobiernos también deberán diseñar programas de seguridad alimentaria, como son los sistemas de seguros sociales y las transferencias directas dirigidas a las personas con menos recursos.
- La segunda tarea de los gobiernos es alejarse de las intervenciones en el sector agrícola que distorsionan los mercados y dañan el medio ambiente. Muchos gobiernos intentan mejorar los ingresos de los agricultores estableciendo unos precios elevados dentro del país y levantando barreras comerciales para impedir las importaciones. En último término, estas medidas aumentan los precios para los consumidores, agravan la presión sobre los recursos, socavan la biodiversidad y contribuyen al incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Por último, los gobiernos tienen que anclar estas reformas en normas internacionales, de forma que se genere confianza en que las medidas nacionales se mantendrán. Con independencia de la forma que adopten, estas normas internacionales deben estar redactadas de forma que fomenten y premien las políticas e inversiones nacionales adecuadas en agricultura.
El hecho de que las políticas agrícolas no hayan girado de forma más rápida hacia la dirección que acabamos de describir ha tenido un gran coste, para el propio sector y para la comunidad internacional. Pese a todo, las importantes medidas que los gobiernos han adoptado con vistas a prohibir las subvenciones a la exportación demuestran que todavía es posible avanzar.
De cara al futuro, la máxima prioridad debe ser abordar las cuestiones pendientes de resolver con todos los actores sentados a la mesa, dejando fuera los tabús. Los responsables de formular las políticas deben reconsiderar las ayudas nacionales, teniendo en cuenta las actuales condiciones del mercado y de las políticas. Además, se debe mejorar el acceso a los mercados y convencer a los países de que se comprometan con un régimen más estricto de cumplimiento de las cuestiones relacionadas con la competencia de las exportaciones y con las restricciones a las exportaciones.
Erradicar el hambre, acabar con la inseguridad alimentaria y asegurar la sostenibilidad son prioridades a escala mundial que necesitan una acción colectiva. Debemos fortalecer, y no debilitar, la cooperación internacional. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la OCDE continuarán apoyando los esfuerzos de la OMC para promover el comercio de productos alimentarios y agrícolas. Intensificaremos nuestros esfuerzos para ayudar a los países a adoptar las políticas que necesitan para conseguir un crecimiento inclusivo de la productividad y la seguridad alimentaria para todos.
Angel Gurría, former Secretary of Foreign Affairs (1994-1997) and Secretary of Finance (1998-2000) of Mexico, is Secretary-General of the OECD. He is a member of the Foundation Board of the World Economic Forum.
José Graziano da Silva is Director-General of the United Nations Food and Agriculture Organization.