La economía peruana ha crecido a tasas extraordinarias en los últimos años. Ese crecimiento se ha debido en parte a la buena suerte, al excelente contexto internacional imperante y, en parte, al desarrollo de un buen sistema de políticas macroeconómicas que pueden ser contracíclicas. El efecto buena suerte se está alejando y se ha iniciado en la economía peruana una etapa de aterrizaje suave.
La economía peruana ha estado creciendo a ritmo chino. Quitando el bajón del año 2009, debido a la crisis internacional, el crecimiento promedio de los últimos seis años ha estado por encima del 8% anual. Buena parte de este crecimiento ha estado explicado por el efecto buena suerte. El contexto internacional para el Perú ha sido buenísimo.
A partir del 2006, el contexto internacional que enfrentamos, a pesar de la crisis internacional, fue extraordinariamente bueno. Por un lado, nuestros términos de intercambio, la relación entre el precio de las exportaciones y las importaciones, se elevaron en 28% entre el 2005 y el 2012. Por otro lado, en ese mismo período, el ingreso acumulado de capitales alcanzó la cifra récord de US$62.000 millones. Por último, estuvo presente el vigoroso crecimiento chino, el que, según Winkelried y Saldarriaga (2013), explica casi la mitad del crecimiento latinoamericano de los últimos años.
Este efecto buena suerte, poderosa locomotora del crecimiento peruano, ha dado un giro.
En primer lugar, la demanda por nuestras exportaciones está cayendo. El índice de precios de nuestras exportaciones tradicionales ha descendido en casi 10% en este año y la industria textil de exportación está en recesión hace tiempo.
En segundo lugar, como las tasas de interés internacional deben empezar a subir en el futuro, a pesar del mensaje contradictorio de (Ben) Bernanke, como antes en la historia, este evento debe significar un menor ingreso de capitales a nuestro país.
En tercer lugar, la economía china, a juicio de economistas como Paul Krugman, está en serios problemas. Lo claro es que su ritmo de crecimiento en los próximos años descenderá y las dudas son sobre si ese descenso será brusco o suave.
Por último, este cambio en las condiciones internacionales parece estar afectando los espíritus animales de los empresarios locales.
Según el sondeo de Apoyo, las expectativas empresariales relacionadas con la inversión en este mes de julio retrocedieron a sus niveles más bajos de los últimos dos años.
En resumen, nuestra buena suerte parece estar acabándose. Y como no se registra en la historia peruana un período de crecimiento económico importante en medio de un contexto internacional adverso, hay que esperar una reducción paulatina del ritmo del crecimiento del producto bruto interno (PBI).
No hay que echarle la culpa al “modelo neoliberal” (el ala izquierda de los economistas) ni a la “falta de reformas y confianza para las inversiones” (el ala derecha de los economistas). Seguramente hay varias cosas que se pueden hacer para mejorar la gestión económica actual, pero la reducción en el ritmo de crecimiento, que se observa en todo el mundo en desarrollo, tiene que ver esencialmente con el cambio en las condiciones internacionales.
¿Qué se puede hacer para reducir los efectos del nuevo contexto internacional? Las herramientas de política macroeconómica están disponibles, en el centro de Lima, en el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Parece que llegó la hora de usarlas.