Por: Marcos Ibazeta Marino
Expreso, 31 de mayo de 2018
Expreso, 31 de mayo de 2018
Escuchando una conferencia dictada por el presidente de la Corte Suprema en San Marcos, sobre criminología, sin entrar en los aspectos teóricos correspondientes, entró de lleno al análisis del problema carcelario en el país, llamando la atención sobre lo que ya todos sabemos: que las cárceles están hipersaturadas, a pesar de lo cual, según dijo, hay gente que desea que se siga mandando más detenidos allí, dejando entrever que en los procesos se debería optar por la investigación y juzgamiento en libertad y no por la detención, respaldando implícitamente los criterios utilizados para la liberación de la pareja Humala – Heredia.
Nos parece que el señor presidente de la Corte Suprema incurre en un profundo error. Veamos el porqué.
Si las cárceles están saturadas hasta la asfixia es porque la delincuencia se ha desbordado y su actuar es sumamente agresivo, a tal punto, que hoy se mata por un celular o un par de zapatillas o los violadores cometen sus fechorías sin frenos inhibitorios, ni morales ni legales, situación que nos ha llevado a casi aplaudir una cuestionable castración química, mientras que el crimen organizado y la corrupción también se han desbocado mucho más que la saturación de las cárceles.
Si las cárceles están saturadas, la sociedad está más saturada por la delincuencia más agresiva de todos los tiempos; y, si se prefiere seguir saturando a la sociedad, quebrando la seguridad y orden que nos garantizan la paz social, para descongestionar las cárceles, entonces, la visión del problema es errónea.
Estamos ante un círculo vicioso. La saturación de las cárceles impide que el Inpe realice una mínima labor de reeducación y resocialización, quedando aquellas en manos de mafias que imponen un mundo de cupos a todos los que allí llegan, convirtiéndolas en sus bases de operaciones contra la sociedad.
Las cárceles se llenan porque el sistema de justicia no funciona bien. Las investigaciones fiscales demoran una eternidad y los procesos judiciales se resuelven en el día de san blando, cuya consecuencia es que en los centros penitenciarios tengamos más procesados que sentenciados. El presidente de la Corte Suprema debería decirnos qué se está haciendo en el Poder Judicial, en coordinación con la Fiscalía, para superar este problema y no lo hace.
Esa es la razón por la cual la población exige profundas reformas en el sistema estatal y, especialmente, del sistema de justicia.