Alfonso Baella Herrera
Expreso, 12 de octubre de 2016
Carlos Moreno era un consejero presidencial empoderado por PPK a través de sendas resoluciones publicadas en El Peruano. Tenía más prerrogativas que los otros consejeros San Román y Ortiz de Zevallos; y que Villacorta y Laban, que son asesores. PPK había ordenado que le “dieran el apoyo necesario” a todos en la administración pública. Esa, como lo ha precisado el abogado Diethel Columbus, es la verdad.
El Presidente y su ministra de Justicia dicen que no era funcionario público tratando de minimizar lo ocurrido pero se “olvidan” que más allá de ser consejero o asesor, tenía un cargo en el Hospital Loayza. Fernando Zavala corrigió a ambos: “Quiero mencionar que el señor Moreno tenía una función ad honorem a nivel de la consejería de la Presidencia y, por otro lado, tenía una función pública en el hospital Loayza, función que venía desempeñando desde 1990″. Más claro imposible.
El martes, preguntado por los periodistas, PPK que ya sabía todo el problema decía desde Palacio con su mejor sonrisa: “Moreno ha renunciado por razones personales porque era mucho trabajo y él trabaja como médico”. ¿Por qué?
Pero el viernes estalló la crisis con la aparición del asesor en RPP. En la tarde Zavala intentaba forzar una secuencia lógica que deja la duda sobre si realmente hubo intención de denunciar o de encubrir. ¿Quién no quería que este caso saliera la luz?
Las siguientes horas han sido para escuchar a PPK diciendo que lo quieren embarrar por nada y a sus medios amigos que Moreno trabajó con Alan García y con Alberto Fujimori. ¿Así piensa PPK luchar contra la corrupción?
Esta es solo una muestra de lo mal que ha sido manejada esta crisis por el Gobierno. Sin estrategia ni jurídica ni política ni mediática. Dejando más de una duda sobre si hay más “morenos” o si existe realmente el deseo de decir la verdad cuando como ahora se pongan en evidencia más latrocinios.
Manejar un gobierno en democracia no es igual a manejar una empresa. En una empresa el que tiene la mayoría manda y punto. En una democracia esa mayoría se legitima o se deslegitima con las acciones de gobierno. Los errores se pueden perdonar pero la mentira solo te lleva al abismo.