Argentina vive días difíciles: Activistas pagados de las “Juventudes Kirchneristas” recorren los supermercados de ese país para vigilar que se cumplan los “acuerdos de precios” entre el gobierno y las cadenas de supermercados. Lo de acuerdos, por supuesto, es un eufemismo, ¡ay de aquel empresario que se niegue a aceptar el control de precios del régimen!
Unos tres mil activistas “inspeccionan” 570 supermercados de 49 ciudades, como parte de la campaña “Mirar para cuidar” promovida por la presidenta Cristina Kirchner. Los resultados son lógicos: Hay escasez de aceite, azúcar, un corte de carne y hasta desodorantes, según informó la prensa independiente de ese país.
El objetivo de “Mirar para cuidar” es fundamentalmente político, pues los “acuerdos” de precios vencerán en octubre, coincidiendo con las elecciones del 17 de ese mes, en la que los argentinos renovarán la mitad de la Cámara de Diputados y a 24 de los 72 miembros del Senado. Esos comicios son considerados claves de cara a las próximas elecciones presidenciales del 2015.
El gobierno ha relanzado su política de control de precios en un intento desesperado por frenar la inflación. Al respecto, el ex presidente del Banco Central Martín Redrado se preguntó si a la inflación “se la vence así, o con un plan económico pro inversión que aumente la oferta de bienes y servicios”.
En medio del creciente malestar ciudadano por el alza constante de precios, la escasez, el control de divisas, además de los temas políticos como el asunto del control del papel periódico, la intervención judicial, la prohibición de difusión de indicadores económicos, así como la corrupción, la presidenta encabezó una manifestación al cumplirse diez años de permanencia del kirchnerismo en el poder, llamándola la “década ganada”. Sin embargo, para la oposición, el gobierno de los Kirchner significa más bien una “década perdida”, lo cual parecen confirmar los indicadores económicos: La inflación oficial para este año ha sido proyectada en 11%, pero para los centros de estudios económicos independientes será 24%, igual que el 2012.
La pérdida de credibilidad del INDEC (Instituto Nacional de Estadística y Cálculos) es tal que han surgido dos nuevos índices, el “Índice Congreso” y el “Índice Macri”. El primero creado por congresistas con apoyo de consultoras privadas, y el segundo por el gobernador de Buenos Aires, Mauricio Macri, quien ha declarado que el índice inflacionario del INDEC “simboliza lo trucho (falso) como cultura, como forma de gobernar (…) No hay país que pueda planificar su futuro sobre cifras falsas”.
Este año la economía argentina crecerá solo 2.8%, a pesar de que la cosecha de granos será la segunda más alta de su historia (100 millones de TM), pero la actividad industrial y la comercial se han contraído por el control de precios y el control de cambios. Sus exportaciones han caído por la crisis global, sus reservas internacionales bajaron de US$ 43,300 millones a US$ 39,500 entre diciembre y abril (cifras del banco central), aumenta la fuga de capitales y, tras haber estatizado los hidrocarburos, depende ahora del petróleo venezolano. Para ocultar esta realidad, el régimen acosa a los medios independientes y pretende capturar la producción del papel para la prensa.
Dramática realidad la de Argentina, un país que a comienzos del siglo XX estaba situado como uno de los países más desarrollados del planeta, hoy avanza aceleradamente a convertirse en el más grande fracaso político, económico y social latinoamericano, trocar riqueza por subdesarrollo. Éste es el resultado del populismo instaurado por Perón y de las políticas estatistas.
Todo esto se grafica muy bien en la cita de una carta de Perón (1952) al general chileno Carlos Ibáñez del Campo, quién había sido elegido presidente poco tiempo antes, (Ver Sebastián Edwards – Populismo o Mercados, el dilema de América latina, páginas: 226 – 227):
“Mi querido amigo: dele al pueblo, especialmente a los trabajadores, todo lo que pueda. Cuando le parezca que ya les está dando demasiado, deles más. Verá los resultados. Todos tratarán de asustarlo con el espectro de un colapso económico. Pero todo eso es una mentira. No hay nada más elástico que la economía, a la que todos temen tanto porque nadie la entiende.”