Es urgente impulsar las concesiones forestales.
Chile no tiene bosques tropicales. No tiene la suerte de contar con la Amazonía llena de maderas maravillosas con la que el Perú ha sido bendecido. Lo que sí tiene Chile, sin embargo, es un sector público eficiente que ha generado las condiciones para que, por varias décadas, se desarrolle su industria forestal. Así, en nuestro vecino del sur, numerosos empresarios cultivan árboles (desde la semilla) para desarrollar plantaciones forestales que, pese a ser de maderas de poco valor, el 2013 les permitieron exportar productos por alrededor de US$5.700 millones.
A diferencia de Chile, en el Perú recibimos la mesa servida. La madera es de gran calidad y está ahí lista para ser cosechada. Somos, de hecho, el segundo país con mayor potencial de la región después de Brasil. No obstante, la burocracia peruana hace muy difícil que se aproveche este recurso, lo que ha llevado a que el año pasado solo hayamos exportado alrededor de US$140 millones en productos forestales. Y este fracaso no solo tiene negativas consecuencias comerciales, sino también un impacto social y ecológico.
Una industria forestal desarrollada operaría en algunas de las zonas más pobres del país demandando intensivamente mano de obra poco calificada. Podría, así, ser una importante fuente de trabajo para los más necesitados.
Por otro lado, las concesiones colaborarían en la lucha contra la minería ilegal, pues a esta le sería más difícil ingresar en la selva si en ella hubiese empresarios protegiendo sus concesiones (hoy es fácil entrar, pues se trata de tierra de nadie).
Finalmente, como ha señalado el PNUD, establecer concesiones sobre la Amazonía podría ser una herramienta para combatir la deforestación y, con ello, los efectos del cambio climático.
Hay mucho por ganar en este terreno. Lamentablemente, parece que la solución para aumentar nuestras exportaciones forestales pasa por importar primero la burocracia forestal de Chile.
Publicado en El Comercio, 18 de marzo de 2014.