Algunos observadores que siguen la economía peruana han llamado la atención sobre una desaceleración del ritmo de la actividad económica. Las exportaciones registraron tasas negativas en el primer trimestre del año, en línea con lo que ocurre en el comercio mundial, que casi se ha estancado en los últimos 12 meses.
Se habla de que se estaría terminando el viento de cola que tuvo América Latina o por lo menos entrando en una pausa por ahora. Es decir, menor demanda mundial de nuestros productos y menores precios de nuestras materias primas.
La economía norteamericana crecería menos este año que el año pasado. La zona Euro está entrando a su peor año desde la crisis internacional del 2009 y el desempleo llegará a tasas récord. La economía china apenas puede llegar a 8%. Por si fuera poco, las encuestas a los gerentes de compras industriales de estas tres zonas muestran un empate entre optimistas y pesimistas. Es decir, no hay una tendencia definida.
Sin embargo, como consecuencia delas bajas tasas de interés en los países desarrollados y sus políticas monetarias expansivas, se viene produciendo una importante entrada de capitales, que en parte puede contrarrestar los efectos contractivos en el sector real exportador.
Tampoco ayudan la caída de las expectativas empresariales luego del susto de cambios en el sistema económico actual a raíz del caso Repsol.
Por otro lado, la cifras del PBI de febrero y marzo muestran comportamientos de desaceleración. Pero cuidado, que esconden un problema de medición importante al no tomar en cuenta el número de días trabajados. Es un tema no trivial. Un día menos de trabajo, de 22 días útiles, sería casi un 4.5% menor. Pero no todos los sectores paran ni el consumo se detiene. En Macroconsult hemos estimado que el efecto neto de un día laboral es cerca de 1.1% en un mes, significativo estadísticamente.
Entonces, la economía peruana –descontando el efecto de los días trabajados- habría crecido 6.6% en el primer trimestre y no el 5.2% que reporta el INEI. Además, tendríamos una tasa ligeramente superior al 6% en el segundo trimestre. Para que en todo el año la tasa caiga a 3% tendría que crecer casi 0% en el segundo semestre. Muy improbable.
Además, la política fiscal tendrá este año un sesgo expansivo, mientras que la política monetaria viene contrarrestando el efecto expansivo de la entrada de capitales. Y tiene mucho espacio para desactivar esta postura, si fuese necesario.
En la medida que buenas noticias aparezcan podremos terminar el año con tasas superiores al 5.5% y más cercanas al 6%.