Uri Landman
Para Lampadia
La semana pasada, tuve la oportunidad de asistir a un partido de la NBA, la Asociación Nacional de Basquetbol por sus siglas en inglés, en el cual se enfrentaron los Miami Heat a los Cleveland Cavaliers, en el estadio de basquetbol de la ciudad de Miami que lleva el nombre de FTX Arena.
Era la primera vez que veía jugar a los Miami Heat en persona y también era mi primera vez en el FTX Arena. No sabía qué esperar en un partido de basquetbol post pandemia con miles de personas reunidas en un estadio cerrado.
Lo primero que llamó mi atención fue el hecho que mi amigo, un corredor de bienes raíces, tenía un pase especial para estacionar en el sótano del mismo estadio. Pero mayor fue mi sorpresa cuando me dijo que en lugar de sentarnos en las graderías con los miles de fans que habían asistido a ver el partido, teníamos asientos en uno de los palcos (llamados “boxes” en el FTX Arena) que era propiedad de un banco local.
Ante mi asombro y subsecuente pregunta de cómo era posible que mi amigo tuviera acceso a un palco sin ser un acaudalado empresario, la respuesta fue bastante sencilla para él. Al hacer negocios frecuentes con el banco como agente inmobiliario y ser considerado un cliente importante, tenía acceso a una serie de privilegios que el banco otorga con el afán de crear un vínculo más cercano, promover los negocios y fidelizar la marca.
Una vez sentados cómodamente en nuestro palco y con un mozo tomando nuestros pedidos de bocaditos y bebidas, todo a cuenta del banco, me puse a observar con detenimiento el estadio y los miles de fans que habían asistido. Como un breve comentario, diré que alrededor del 95% de los presentes no usaban una mascarilla facial contra el Covid. Era como si la pandemia ya no existiera.
Como todavía faltaban unos minutos para qué empiece el partido me puse a revisar desde el celular los números de la NBA.
La NBA es una liga privada de basquetbol fundada en el año 1949 cuando se fusionaron las ligas profesionales “National Basquetball League” (NBL) y la “Basquetball Association of America” (BAA). Fue al término de la Segunda Guerra Mundial cuando un grupo de empresarios, dueños de grandes recintos deportivos se reunieron en el “Madison Square Garden” de Nueva York con el fin de buscar alternativas de llenar dichos recintos con algo más que Hockey sobre hielo, naciendo así la idea de un torneo de basquetbol. Desde el año 2004, la NBA está conformada por 30 equipos, divididos en dos conferencias, la Este y la Oeste.
Pero los números financieros de la NBA son más interesantes todavía. El valor estimado de los 30 equipos, supera los 11,700 millones de dólares con ingresos anuales estimados en 3,900 millones de dólares, siendo la venta de entradas cerca de 1,150 millones de dólares. El jugador que más gana en la NBA según la revista Forbes, es LeBron James con un salario de 41.2 millones de dólares y un ingreso por otros conceptos como publicidad y endosos de 70 millones de dólares.
Faltando pocos minutos para empezar el partido, le pregunté a mi amigo cuánto podía costarle al banco tener un palco, con mozo incluido, para toda la temporada de basquetbol. Mi acompañante no tenía el dato exacto, ya que el alquiler de los palcos varía según el tamaño, la duración del contrato y otra serie de características, pero para darme una idea me contó que el costo de alquilar un palco por un solo juego es de aproximadamente seis mil dólares. Como casi me caigo del asiento y ante mi reacción, me explicó que la ley de impuestos le permite al banco deducir el 100% del costo del palco como un gasto del negocio, lo que significa que al final del año termina pagando menos impuestos.
Mientras se daba inicio al partido, después de entonar el himno nacional, pensé en los palcos del Estadio Monumental y si el costo de alquiler de los mismos podría ser deducido del impuesto a la renta en el caso de Perú.
En el Perú la Sunat permite deducir como gasto de representación a aquellos que la empresa realiza con el objeto de ser representada fuera de sus oficinas y los gastos destinados a presentar una imagen que le permita mantener o mejorar su posición de mercado, incluidos los obsequios y agasajos a clientes. Dicho lo anterior, se podría concluir que el alquiler de un palco por parte de mi empresa, debería ser aceptado como un gasto de representación por parte de la Sunat, sin mayores reparos; pero todos sabemos que una cosa es la ley y otra la práctica. En el sistema peruano, estamos sometidos a la discrecionalidad del auditor de Sunat, quien finalmente puede establecer que un gasto de representación no es válido. Algunos contadores y entendidos en la materia me dirán que siempre se puede apelar a la Sunat o finalmente al Tribunal Fiscal, pero el costo en tiempo y dinero de tales procedimientos muchas veces nos obligan simplemente a pagar la multa y seguir adelante, antes que luchar contra la Sunat.
Sin ir muy lejos, recuerdo cuando nuestra empresa fue auditada por Sunat con respecto a los gastos de viáticos. En vista que mi trabajo me obliga a viajar y visitar proveedores del extranjero, deducimos como gastos, los viáticos de mis viajes. A pesar de tener toda la documentación que demostraba de manera fehaciente tales gastos, como pasajes, facturas de hoteles, consumos, correos electrónicos con la coordinación de las citas, etc., el inspector no quería aceptar tales gastos. Solamente cuando adjuntamos fotos de los eventos que habíamos asistido (que las tenía por pura casualidad), al auditor no le quedó otra que dar su conformidad.
El partido ya está por acabar y los Miami Heat van ganando a los Cleveland Cavaliers por más de 10 puntos. Pienso en lo grande que es un país, cuando los empresarios pueden trabajar de manera honesta, con el apoyo de las autoridades, quienes los ven como socios estratégicos en la creación de bienestar y no como el enemigo que hay que castigar. Lampadia