Cada año en esta época busco qué cambios en nuestra sociedad me han parecido particularmente agradables para considerarlos como mi regalo navideño. Hace un tiempo mi regalo fue ver que Arequipa cambiaba su actitud anti-inversión y comenzaba a crecer muy rápidamente. Otro año lo fue el premio Nobel obtenido por Mario Vargas Llosa, y en varias navidades celebré regalos como los triunfos de la gastronomía y los éxitos del Perú en el mundo. Además, durante casi diez años tuve el gran regalo de ver el tremendo crecimiento económico del país, con cifras inimaginables para los miembros de mi generación. Pero me preocupaba ver que, pese a que las cifras de nuestros estudios con consumidores mostraban que se acortaban las distancias sociales, muchos críticos se esforzaban en señalar que sus datos macroeconómicos decían lo contrario, que la distancia crecía. Felizmente eso cambió en los últimos meses, cuando noticias de diversas fuentes coinciden en una idea: que la desigual-dad en el Perú está disminuyendo, mientras el país crece. Así, diversos estudios muestran que el índice de desigualdad de Gini (que tiene valor 1 si una persona tiene toda la riqueza y 0 si todos tienen igual) pasó de ser 0,55 hace un decenio a cerca de 0,45, que es inferior a Chile y Brasil, y tiende a seguir disminuyendo. Ello va de la mano con los informes del INEI que señalan que en ese mismo período el porcentaje de pobres pasó de la mitad de la población a ser menos de un tercio. Y que la riqueza de los más ricos no creció en la misma proporción. Pero no solamente en dinero se ve mayor igualdad, sino también en la ubicación social, pues un reciente reporte del Banco Mundial muestra que las clases medias peruanas son ya el 55% de la población, coincidiendo en porcentaje con nuestros estudios (ENCP 2011, Arellano Márketing) sobre sentimiento de pertenencia a la clase media. Además, muchos datos dicen que en los últimos años las ciudades del interior del país han crecido económicamente más que Lima, y el economista Richard Webb encuentra que los pueblos pequeños se han desarrollado más que los grandes. Es decir, la igualdad también empieza a darse geográfica-mente.
Por otro lado, el crecimiento de las mujeres en la población económicamente activa, junto con la disminución constante de la brecha entre salarios masculinos y femeninos, señala que disminuye también la desigualdad entre sexos. Y por el lado del consumo pasa lo mismo, pues los 150.000 vehículos o las 30.000 viviendas vendidas anualmente en el país en los últimos tiempos no podrían ser absorbidos únicamente por los grupos medios y altos tradicionales del Perú. Están llegando más abajo. Los economistas hablan de la curva de Kuznets, que dice que al comienzo del crecimiento se incrementa la desigualdad social pero luego ella empieza a disminuir. ¿Será que ya estamos entran-do en la parte virtuosa de ese crecimiento, que permitirá reducir las tensiones que hoy vivimos? Pareciera que sí. Por ello, en la Navidad del 2012, mi re-galo será saber que los peruanos nos estamos acercando, en todos los sentidos, y que por fin el Perú está cambian-do la forma de pirámide social que tuvo durante casi toda su historia, para convertirse en un rombo, con mayor igualdad y con mayores oportunidades para todos. ¡Feliz Navidad!