A raíz del enfrentamiento de los catalanes para imponer un referéndum que les permita fortalecer su intención de independizarse de España, múltiples páginas de Internet han publicado un párrafo de un discurso de John F. Kennedy, cuando mandó a la Guardia Nacional a hacer cumplir las leyes raciales en los estados sureños de EEUU:
«Los estadounidenses son libres, en resumen, de estar en desacuerdo con la ley, pero no de desobedecerla.
Pues en un gobierno de leyes y no de hombres, ningún hombre, por muy prominente o poderoso que sea, y ninguna turba por más rebelde o turbulenta que sea, tiene derecho a desafiar a un tribunal de justicia.
Si este país llegara al punto en que cualquier hombre o grupo de hombres por la fuerza o la amenaza de la fuerza pudiera desafiar largamente los mandamientos de nuestra corte y nuestra Constitución, entonces ninguna ley estaría libre de duda, ningún juez estaría seguro de su mandato, y ningún ciudadano estaría a salvo de sus vecinos”.
CONFILEGAL,
Carlos Berbell
28 de setiembre, 2017
El pensamiento y las palabras del asesinado presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, han irrumpido también en el debate público que está teniendo lugar en las redes sobre el referéndum independentista que pretende llevar a cabo el presidente del gobierno autonómico de Cataluña, Carles Puigdemont y su equipo de gobierno, mediante una estrategia de desobediencia a las mismas leyes que lo auparon a esa responsabilidad.
Y se ha producido con la cita de un discurso que, en 1962, pronunció Kennedy para justificar el uso de las fuerzas federales en el estado de Mississipi ante la desobediencia a una sentencia del Tribunal Supremo, por parte del gobernador segregacionista Ross Barnett, que había declarado inconstitucional la segregación racial.
Barnett había prometido acatarla, pero luego se desdijo con el caso del exsoldado de color, James Meredith, que trató de matricularse en la Universidad de Missisipi, una universidad de blancos.
La negativa de Barnett dio lugar a una serie de disturbios en el campus de la Universidad, que provocaron los estudiantes blancos y agitadores venidos de otros lugares.
Murió un periodista y 75 personas resultaron heridas.
El presidente Kennedy ordenó que el Cuerpo de Marshalls de los Estados Unidos (Cuerpo de Alguaciles) -una fuerza de seguridad estatal responsable de hacer cumplir los dictados de los tribunales federales- tomara el control policial del Estado, desplazando así a la Mississipi High way Patrol, que estaba a las órdenes del gobernador Barnett.
Los Marshals fueron reforzados con efectivos del 503 Batallón de la Policía Militar, la Policía de Fronteras y la Guardia Nacional de Missisipi, que fue federalizada.
Tanto el presidente como el fiscal general, su hermano Robert Kennedy, trataron, hasta el último momento, de no hacer uso de fuerzas federales, pero al final no tuvieron más remedio.
En el Perú, el día de hoy, el Ministro del Interior, Carlos Basombrío, ha conducido un importante operativo contra una mafia de traficantes de terrenos en Cañete, que ha producido la detención de 25 personas, entre ellos una prima de Ollanta Humala y un comisario, uno de los malos policías. Muy bien. Ahora falta ver si en los próximos días, se procesa a los involucrados, o se les libera, como sucede una y otra vez.
Esta acción de las autoridades es una suerte de excepción de la regla, pues en los últimos años, en nuestro país se ha permitido que las turbas impongan sus acciones sin que nuestros gobiernos, incluido el actual, ejerzan el ‘imperio de la ley’.
Los casos que demuestran la renuncia de nuestros gobiernos a gobernar son innumerables y se repiten todos los días. El último es el del Lote 192 y el aeródromo de Andoas, tomados hace más de una semana por comunidades lideradas por la Federación Indígena Quechua del Pastaza y la Federación de Comunidades Nativas del Corrientes (Gestión). Típicas organizaciones de fachada, autonombradas como representantes de ‘pueblos’.
El país ha permitido que se multipliquen organizaciones que detentan la representación social y llegan a ejercer la violencia a su libre albedrío, sin tener que asumir ninguna responsabilidad por sus acciones. Las zanjas que se abrieron en las Bambas, no pudieron ser cerradas en más de seis meses. Las dirigencias de los maestros destruyeron propiedad pública y privada con toda impunidad. Las rondas campesinas de Cajamarca, han devenido en una forma de gobierno paralelo, uno de los brazos del Patria Roja (Partido Comunista del Perú), que fue determinante en la coerción de la población en los acontecimientos de Conga. Los ‘espartambos’, supuesta fuerza de choque del llamado ‘etnocacerismo’ controlado por el reo Antauro Humala, implantaron el terror en Cocachacra para impedir el desarrollo de Tía María.
Hoy el Perú es el reino de las mafias, desde las de los narcotraficantes, hasta los contrabandistas de oro, madera ilegal, mercadería de las culebras de Puno, transportistas, traficantes de terrenos, trabajadores portuarios, las mafias de «construcción civil» dedicadas a la extorsión de obras de todo tamaño, las mafias de proveedores a los gobiernos sub nacionales, las convergencias anti mineras, comunidades de selva que siguen dañando el oleoducto, etc., etc.
Esto no puede seguir. Cortar este proceso, con la bandera de las palabras de Kennedy, es tal vez la mejor oportunidad del Presidente PPK, de recuperar el sentido de futuro para su alicaído gobierno. Necesitamos romper las inercias de la degradación de la política inútil. Anímese a tomar la bandera, señor Presidente, la gran mayoría de ciudadanos estará con usted. ¡Convóquenos! Lampadia