Por: Alfonso Bustamante Canny
Perú21, 27 de abril del 2022
“Pensar que hace tan solo una semana Castillo convocaba al Acuerdo Nacional, invocando su carácter de demócrata para lograr la gobernabilidad. Con este proyecto de ley, el mandatario desnuda sus verdaderas intenciones”.
Con aburrimiento y cierta incredulidad, leo el nuevo proyecto de ley de reforma constitucional enviado por el presidente Pedro Castillo y el premier Aníbal Torres al Congreso, para que una Asamblea Constituyente elabore una nueva Constitución política. Omiten, sin embargo, acompañar a dicho proyecto de ley, el análisis técnico que señale la actual Constitución como impedimento al desarrollo humano de los peruanos y al ejercicio de sus derechos. Porque para eso está la Constitución.
Me temo que nada de lo que está escrito en la Carta Magna del 93 es la causa del deterioro del país. Lo que genera el descomunal deterioro es la ineptitud para gobernar y la corrupción enquistada en el entorno del presidente Castillo. Abunda al deterioro que el presidente preste oído a los malos consejeros con incuestionable influencia castrista, que terminaron por sumir a Cuba y a Venezuela en la miseria, además de recortar a sus ciudadanos todos sus derechos fundamentales. Cuidado con los asesores cubanos y sus seguidores de quienes solo obtendremos miseria y más corrupción.
A los proponentes de la ilegal norma no les interesa la Constitución, les interesa la Asamblea Constituyente, porque en ella se concentra el poder absoluto. Esta, además de poder arrasar con la política económica que ha reducido la pobreza en más de un 50%, tiene la capacidad de suspender elecciones o eliminar las restricciones sobre la reelección presidencial y perpetuar al dictador en el poder. Y todo con un velo de impunidad con apariencia democrática. Su capacidad de destrucción es ilimitada.
Pensar que hace tan solo una semana Castillo convocaba al Acuerdo Nacional, invocando su carácter de demócrata para lograr la gobernabilidad. Con este proyecto de ley, el mandatario desnuda sus verdaderas intenciones: salvarse a toda costa de la vacancia, prestándose incluso a maniobras de quienes tienen una agenda totalitarista de comunismo radical.
Este trasnochado proyecto de ley es a todas luces inconstitucional, pues pretende introducir un artículo ley sin los requisitos necesarios, una controversia que además ya fue resuelta por el Tribunal Constitucional. ¿Reculará nuevamente el mandatario? Como cuando el 5 de abril decretó un toque de queda por 24 horas y retrocedió esa misma tarde ante la indignación del pueblo. ¿Serán los mismos asesores isleños los que ahora radicalizaron su estrategia? Que hagan como dice la canción: Me voy pa’ La Habana y no vuelvo más.