Ricardo Lagos, el líder de la izquierda chilena, ex presidente por la Concertación, acaba de declinar su candidatura para las próximas elecciones presidenciales. Su experiencia política y el perfilamiento de su pensamiento, son extraordinarios en comparación de prácticamente todos los líderes de las izquierdas latinoamericanas.
Ricardo Lagos Escobar fue presidente de Chile desde marzo del 2000 al 2006. Fundó el Partido por la Democracia, fue opositor de Augusto Pinochet y ministro de Educación y de Obras Públicas con Patricio Aylwin y Eduardo Frei. Durante su mandato, fue pionero en la negociación y firma de los TLCs con EEUU y la Unión Europea y promovió un agresivo programa de desarrollo de infraestructuras mediante Asociaciones Público Privadas (APPs).
Con motivo de su retiro de la contienda electoral, Sergio Muñoz de La Tercera de Chile, en su artículo ‘Lagos’, del 13 de marzo pasado dice:
“Cuando Ricardo Lagos asumió la Presidencia en marzo del 2000, la prensa extranjera destacó que él era el primer socialista que llegaba a La Moneda después de Allende. En rigor, representaba a la izquierda que había asimilado las lecciones de la tragedia de 1973 y entendía que la primera exigencia era gobernar de un modo fructífero e impedir que el país se deslizara hacia una nueva crisis. Ello implicaba comprender que los empresarios no eran “el enemigo de clase”, sino un sector de la sociedad con el cual el Estado debía establecer relaciones de cooperación para que Chile avanzara en todos los ámbitos. Lagos ensanchó la vía abierta por los gobiernos de Aylwin y Frei, y demostró que era posible potenciar la modernización capitalista y, simultáneamente, apostar fuerte por la inclusión social. Haberlo entendido así permitió que, más allá de cualquier insuficiencia, Chile progresara como nunca antes en los 20 años de la Concertación”.
Este párrafo resume lecciones muy importantes para el pensamiento de una izquierda moderna, que hasta ahora no ‘hace carne’ en ninguno de los representantes de la izquierda tradicional peruana y que es muy importante analizar. Veamos:
- Asimiló las lecciones de la tragedia de 1973 [Salvador Allende]
- Entendió que la primera exigencia era gobernar de un modo fructífero
- Procuró impedir que Chile se deslizara hacia una nueva crisis
- Comprendió que los empresarios no eran “el enemigo de clase”
- Aceptó que los empresarios eran un sector de la sociedad con el cual el Estado debía establecer relaciones de cooperación
- Demostró que era posible potenciar la modernización capitalista y apostar, simultáneamente, por la inclusión social
Lagos, el izquierdista moderno de Chile fue uno de los principales artífices del milagro chileno, que más allá de cualquier insuficiencia, progresó como nunca antes en los 20 años de la Concertación.
La izquierda chilena, comandada por Lagos, guardó en un cajón la ideología y permitió que gobiernos orientados a resultados, acercaran a Chile a los países más desarrollados.
Increíblemente, ni el ejemplo de Lagos ni el indiscutible éxito económico ni social de Chile, vacunaron al país de los riesgos del populismo y facilismo de las izquierdas tradicionales. Así es cómo Michelle Bachelet, en su segundo gobierno, logró imponer políticas regresionistas que han destrozado la economía chilena y han dividido al país. Esperamos, por ellos, que esta vez, estén debidamente vacunados, para no volver a desandas los caminos de la prosperidad.
Lamentablemente, en el Perú todas las izquierdas siguen profesando ‘las ideas muertas’, como lo califica el pensador latinoamericano más integrado al mundo desarrollado, el venezolano Moisés Naím. La nueva religión de nuestras izquierdas es el ‘pos-extractivismo’, una derivación ideológica arcaísta que en esencia, como hemos demostrado en Lampadia, de ser llevada a cabo, condenaría a los pobres a la pobreza eterna.
Lo que es más, el gobierno de Ollanta Humala, que llegó al poder de la mano de Chávez, Lula y las izquierdas locales, a pesar haberse deshecho luego, de buena parte de dichos socios locales, mantuvo como praxis de gobierno una ominosa separación entre el Estado y el empresariado, con muchos funcionarios públicos que, lamentablemente, PPK ha mantenido en sus puestos, presumiblemente, por falta de equipos de recambio.
Ricardo Lagos es pues uno de los mejores modelos de la izquierda moderna latinoamericana, que ojalá sepamos apreciar e imitar. Lampadia