Entrevista a Waldo Mendoza, Profesor principal de Economía de la PUCP
Por: Nicolás Castillo Arévalo
Tras las últimas elecciones congresales, el economista Waldo Mendoza se muestra preocupado sobre lo que puede pasar si se mezclan propuestas ideológicas radicales con el enfriamiento de la economía. Por ello hace algunas sugerencias para evitar este riesgo.
— Usted dice que hemos caído en la trampa del 3%, en cuanto a crecimiento económico. ¿Se acabó el milagro peruano?
Chile y el Perú partieron de una situación desastrosa, pero cambiaron de política económica y lograron recuperar sustantivamente su economía. Incluso después del 2002 esta recuperación se acentuó en gran medida por el superciclo de los precios de los minerales. El gran problema es que en los últimos siete años, las tasas de crecimiento del Perú y Chile se han estabilizado en niveles por debajo de esa recuperación sostenida y no hay en perspectiva algo que pueda decirnos que esa situación vaya a cambiar.
— Considerando esta situación, ¿le preocupan las agrupaciones radicales de este nuevo Congreso?
Una cosa es tener elecciones con una tasa de crecimiento de la economía de 4% o 5%, como lo fue en el 2006 y en el 2011, y otra cosa es tener elecciones con un crecimiento convergiendo al 2% o 3%. Hay varios partidos, con nitidez en Unión por el Perú, en Juntos por el Perú y parte en Acción Popular, que por motivos difíciles de entender racionalmente propician un cambio constitucional. Si se mezclan esas ideologías con la situación de enfriamiento que estamos viviendo, es imposible apostar hoy por lo que pueda pasar en el 2021.
— ¿Cómo hacemos para salir de la trampa del 3%?
Cuando pensamos en reformas estructurales concretas hablamos, por ejemplo, de la reforma laboral y nos encontramos con una dosis de realidad. Hace años que están discutiendo la metodología para determinar el salario mínimo y hasta ahora no se puede resolver.
— Sin embargo, los economistas dicen que lo que puede impulsar el crecimiento, en el largo plazo, es la mejora de la productividad, ¿qué oportunidades tenemos ahí?
Hay varios frentes en los que se podría trabajar. La costa peruana está necesitando agua. Si se llegasen a destrabar los proyectos de irrigación Majes y Chavimochic, la productividad del sector agroexportador automáticamente va a aumentar. También es clarísimo que si la ampliación del aeropuerto Jorge Chávez sale para adelante, al igual que la línea 2 del metro, la productividad de la economía va a aumentar automáticamente. Entonces, el desarrollo de esas grandes obras dan puntos al crecimiento del PBI y nos pueden salvar del magro 3% al que nos estamos resignando. La cura para Chile y el Perú es recuperar sus ritmos de crecimiento.
— ¿Un cambio en la Constitución podría ayudar?
Hasta ahora no he encontrado un argumento que me haga pensar que cambiar al menos un capítulo de la Constitución va a implicar un punto más de crecimiento del PBI. Por otro lado, la hipótesis de que necesitamos más la participación del Estado para crecer cae por su propio peso. Tenemos a Petro-Perú, al que le estamos regalando US$5.000 millones por una refinería que en 10 años será chatarra. También, si uno mira la experiencia de Cofide y Agrobanco, se toparán con empresas quebradas. Entonces, no se entiende en qué mejoraría una mayor participación del Estado en la economía.
— En varias de las propuestas al Congreso estaba la regulación de las tasas de interés. ¿Qué impacto sobre la economía tiene el control de precios?
Esa es de las pocas cosas en donde no hay mucha discusión entre los economistas. Esto porque cuando se han fijado precios, como en la experiencia del expresidente Alan García, en el Perú, y de Salvador Allende, en Chile, los bienes escasean y, por ende, los precios suben. Lo ideal para evitar monopolios u oligopolios es fomentar la competencia.