Larry Walters quiso ser piloto, pero fue rechazado de la Fuerza Aérea; era corto de vista. Pero quería cumplir su sueño de volar. Así, ató a una silla de jardín 45 globos meteorológicos llenos de helio. Subió a su “nave” un paquete de cerveza, unos sándwiches y una carabina de balines con la que pensaba disparar a los globos cuando decidiera bajar. Calculó que se elevaría a poco menos de 10 metros del suelo.
Pero se equivocó. Al cortar la amarra, su aparato volador, al que bautizó como Inspiration I, se elevó a casi 5.000 metros de altura. A esa altitud desistió de aplicar su método de disparar.
Los vientos lo arrastraron a la salida del aeropuerto de Los Ángeles donde, espantado, vio cómo unos aviones de pasajeros pasaban a su costado. Pilotos de aviones de Trans World y Delta reportaron a la torre de control a un hombre volando, en una silla de jardín, con una carabina, y que podría ser peligroso.
Luego de ser rescatado, fue arrestado y multado por violar las leyes aeronáuticas.
Larry recibió una mención honrosa en los llamados premios Darwin. Estos galardones son concedidos cada año por una página web (http://www.darwinawards.com/) a aquella persona cuya estupidez fue tan grande que falleció por sus propios actos.
El nombre del premio es un homenaje a la teoría de Charles Darwin, según la cual los individuos más estúpidos morirán primero, con lo que los genes estúpidos irán desapareciendo y la inteligencia humana irá evolucionando para mejor.
Larry tuvo que “conformarse” con una mención honrosa porque no murió. Entre los ganadores se encuentran casos como el de una persona que saltó de un avión para filmar a un paracaidista y olvidó de ponerse su propio paracaídas, y el de otra que iluminó un tanque de combustible con un mechero para ver si había algo que pudiera explotar.
Darwin señaló en “El origen de las especies” que “aquellos miembros de la población con características menos adaptadas (según lo determine su medio ambiente) morirán con mayor probabilidad. Entonces aquellos miembros con características mejor adaptadas sobrevivirán más probablemente”.
Las lecciones de Darwin no son solo aplicables a especies biológicas. También se aplican a especies institucionales. Al igual que los seres humanos, las instituciones (es decir las reglas de juego y convivencia en una sociedad) creadas por estos pueden reflejar estupidez o inteligencia. Las malas instituciones tenderán a desaparecer porque no podrán adaptarse a la realidad, mientras que las buenas instituciones tenderán a sobrevivir y a traer desarrollo.
La reciente reelección de Correa solo es un paso en el camino de la evolución institucional. Su victoria solo profundizará la aplicación de instituciones equivocadas (que incluye la eliminación de la libertad de prensa, el debilitar instituciones democráticas y la creación de aparatos estatales que irán poco a poco destruyendo los incentivos económicos que traen el desarrollo). Lo mismo se puede decir de la Venezuela de Chávez o de la Bolivia de Morales.
No se puede engañar a la institucionalidad. Los países que han aplicado las instituciones adecuadas han creado una institucionalidad “genéticamente” resistente que les permite crecer y generar bienestar sostenible. Los que aplican instituciones equivocadas condenan a su población al subdesarrollo.
La actual supervivencia de estos regímenes populistas se explica por los altos precios de los ‘commodities’ y el petróleo. Como Larry Walters, pueden elevarse artificialmente con helio, pero su fragilidad quedará en evidencia con el tiempo. Entonces caerán con mayor velocidad de la que subieron. Las instituciones débiles abrirán paso a las que tienen mayor capacidad de adaptación.
Los Chávez, los Correa o los Morales recibirán entonces su merecido premio Darwin.