Por: Yesenia Álvarez
Perú21, 6 de agosto de 2021
Sabíamos que Perú Libre proponía un proyecto autoritario, lo tenían por escrito en el ideario con el que postularon y se apreciaba también en sus declaraciones en mítines de campaña y entrevistas.
Su propuesta anunciaba una crisis institucional, política y económica, y la duda estaba más bien en la magnitud y los tiempos en que empezarían a enfrascarnos en este desmadre. Un gobierno puede ganar unas elecciones democráticamente pero puede volverse autoritario, y en su primera semana de gobierno Pedro Castillo ha demostrado ser una amenaza autoritaria. El nombramiento del gabinete Bellido va en contra de los principios constitucionales y socava las garantías a las libertades y los derechos humanos. A ello hay que agregarle el secretismo con el que actúa el presidente y su hostilidad con la prensa al negarle el acceso a actos públicos así como la intimidación a periodistas críticos que empezó un poco antes de que juramentara.
La conferencia del premier y las declaraciones de la vicepresidenta, Dina Boluarte, nos advierten que son indiferentes a la incertidumbre que han generado, que más bien se victimizan, le atribuyen la responsabilidad de esta crisis a otros, y que ni se sienten incómodos con nuestros reclamos. Su impasible y desfachatada narrativa nos indica que no van a retroceder y que ya empezaron a llamar obstruccionista a la prensa y a decir que el Congreso no debe hacer contrapeso al Ejecutivo.
No se trata de errores de principiantes sino de prácticas autoritarias, y es evidente que el presidente quiere las consecuencias de estas decisiones y no quiere perder tiempo, por ello debemos preparar todas nuestras fuerzas y cartas democráticas para obstruir esta amenaza. El Congreso, la Defensoría del Pueblo, la prensa y los ciudadanos debemos responder oportunamente a la magnitud de esto. Si el gobierno cree que impedir esta amenaza autoritaria es obstruccionismo, pues con orgullo seremos obstruccionistas.