Estos parientes de Salvador Allende son, casi, después de las ‘Madres de Mayo’ en Argentina, los izquierdistas más nobles de las comarcas hispanoamericanas, pero resulta que son igual de sinvergüenzas que los arrabaleros que roban en los hospitales públicos.
Fundación para el Progreso – Chile
Publicado en La Segunda
09.04.2024
Glosado por Lampadia

Al formar una editorial, siempre tuve y tengo que buscar nuevos traductores. Ante la escasez de traductores chilenos, uno siempre podía mirar a Argentina, donde había buenos precios —y buenas traducciones—. España implicaba demasiados euros y traducciones que siguen con los gilipollas, el currar, los chavales y otras palabras que perturban el oído. Como tengo amigos y conocidos duchos en materias filosóficas —que son las materias que acá traducimos— se me ocurrió pedirles a ellos que tradujeran. Pero altiro me di cuenta que había un problema. Yo tenía el poder discrecional de elegir. ¿Lo iba a usar así nomás? Hice lo que tenía que hacer: llamé a mis jefes y les comenté. Mostré credenciales y adelante, me dieron el vamos. Listo, se traduce a Jonathan Haidt, a Roger Scruton, a Max Scheler y tantos otros.
Yo no estudié derecho ni nada cercano, pero me di cuenta de que había un enredo. Y eso que no estaba haciendo un negocio conmigo mismo y menos con la plata de los chilenos, como el de la senadora Allende y la ministra Fernández.
¿Cómo alguien que es parte del Estado ni siquiera sospechó que podía haber algo extraño al hacer negocios con el Estado, es decir, casi con él mismo?
¿Cómo nadie externo se extraña de que un ministro y una senadora vendiesen, casi a ellos mismos, su casa?
¿El Presidente, egresado de Derecho, tampoco?
Oscurísimo todo. En fin, ya se ha escrito mucho sobre esta mentira que quieren hacernos tragar. Sin embargo, ahora que el Tribunal se pronunció, Boric y compañía quieren instalar la idea de que nadie, ni siquiera la Inmaculada Familia Allende —hijos, nietos, yernos, etc.—, había actuado desvergonzadamente. ¿Por qué entonces el Gobierno hizo el anuncio de manera sigilosa, un 31 de diciembre? Oscuro.
Sabemos también que el negocio llevaba ya unos meses andando y, de repente, cuando los precios y las fórmulas de traspaso estaban listas, a la familia Allende le dieron ganas de subir el precio.
Es muy baja la tasación, dijeron, y en unos días «lograron» subirla cien millones. El arte de la negociación.
Y queda todavía lo peor: la casa se la quedarían ellos. Iban a crear una nueva fundación, llamada «Casa Museo Salvador Allende», que se quedaba con el uso de la casa «vendida». Ya me imagino las transferencias anuales del Estado a esa nueva fundación, cientos de millones, iguales a los que ya se les da, año tras año, a la Fundación Salvador Allende y al Museo de la Solidaridad Salvador Allende —a través de la Fundación Arte y Solidaridad—.
Los miles de brasileros que semana tras semana suben al San Cristóbal y a la vuelta, caminando por Pedro de Valdivia, hacen ricos a los dueños de La Bifería, pasarían también a tomar cafés a la casa del expresidente Allende, ahí, al lado, en Guardia Vieja. Y los Allende, además de los mil millones, usufructuando de todo. Lampadia