Andrés Balta
Perú21, 10 de abril del 2025
«P.D. Reniego -a más no poder- de todos los aranceles. Van contra las sociedades abiertas y amigas del. comercio».
Al ver el video de Pedro Pablo Fernández: «China es el mejor ejemplo del fracaso del socialismo y de la increíble máquina que es el libre mercado para sacar a la gente de la pobreza», tuve una compulsión por escribir este artículo. En mis palabras, nos dice que, en 1949, con la proclamación de la República Popular China, Mao impuso su abominable programa socialista, prohibiendo la agricultura privada y enviando -directamente al funeral- a más de cuarenta millones de seres humanos, muertos por inanición, de hambre. Esta gigantesca maldad de superproducción y eliminación de pobres y de innombrable desastre contra la humanidad colocó el ingreso per capita de la China de 1950 igual que el de la Europa de la Edad Media del siglo XV. A despecho de un mundo en el que millones de personas salían de la pobreza gracias al capitalismo, China multiplicó sus pobres y los mató.
Después de esa tristísima introducción vino lo que me impresionó y explicó muchísimas cosas. Dijo que, en 1978, a los dos años de muerto Mao, Deng Xiaoping emprendió un proceso de liberalización de la economía y que un articulito ingresado a la constitución china acabó con su socialismo; inició su impresionante y estratosférico crecimiento económico, en mayor medida gracias al sector manufacturero que está 96.1% en manos privadas; y sacó a más de 700 millones de chinos de la pobreza. Este articulito, de gigantescos efectos, tiene el número 13 que no puedo menos que citarlo lleno de júbilo y éxtasis -como abogado- por la potencia y la riqueza enormes de la humanidad que lleva consigo. Su texto dice: «La propiedad privada legal de los ciudadanos es inviolable.
El Estado, de conformidad con la ley, protege los derechos de los ciudadanos a la propiedad privada y a su herencia». Luego de escuchar la lectura del artículo, lo busqué impreso en Google para contrastarlo porque si no, como Santo Tomás, no lo creía. Concluidas las repeticiones numerosas y placenteras de sus lecturas, ebrio ya de gozo, me paré del escritorio, caminé hacia una botella, la abrí y me tomé un whisky en honor al capitalismo, su función colaborativa, los 700 millones de ex pobres, así como en reconocimiento a las benditas competencia y espontaneidad del libre mercado. ¡Salud!
P.D. Reniego -a más no poder- de todos los aranceles. Van contra las sociedades abiertas y amigas del comercio, la difusión del capitalismo y el ahorro y el libre mercado.