Uri Landman
Para Lampadia
Con este altisonante título, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció la semana pasada su política de aranceles recíprocos con el resto del mundo.
Según él, los demás países se han aprovechado de los Estados Unidos durante años, imponiendo tarifas a los productos norteamericanos, mientras que su país, no tenía aranceles, o el nivel de los mismos era significativamente más bajo al que sus productos pagaban. Esta situación generó que el déficit comercial del país, sea el más grande del mundo llegando a la suma de 918,000 millones de dólares el año pasado.
El mandatario argumentó que los aranceles son una respuesta a los impuestos directos e indirectos que otros países aplican a los productos norteamericanos. “Nos cobran, les cobramos, ¿Cómo puede alguien molestarse?”, terminó diciendo.
Según la lista publicada por la Casa Blanca, los principales socios comerciales con mayor nivel de aranceles son: China 34%, la Unión Europea 20%, Vietnam 46%, Taiwán 32%, Japón 24%, India 26%, Corea del Sur 25%, Tailandia 36% etc. Además de estos aranceles recíprocos, se estableció un mínimo de 10% a todos los productos importados a los Estados Unidos, lo cual afecta a las exportaciones peruanas a ese país.
La administración Trump también aclaró que el arancel impuesto a todos los vehículos importados será del 25% con excepción de los fabricados en México y Canadá que cumplan con las condiciones del tratado de libre comercio firmado por esos países.
En principio, entiendo y estoy de acuerdo, en la imposición de aranceles recíprocos a otros países, a fin de “nivelar” el campo comercial. Si los vehículos producidos en Corea del Sur pagan un arancel de 5% al ser importados a los Estados Unidos, ¿por qué los vehículos norteamericanos importados a Corea tienen que pagar 10%, 15% o cualquier otro arancel más alto al que ellos pagan?, tendría que ser el mismo.
El problema radica en que el nivel del “arancel recíproco” calculado por el gobierno de Trump, no está basado en el nivel real de los aranceles que se pagan o siquiera en un promedio. El porcentaje está basado en el déficit comercial entre ambos países. Por ejemplo, el déficit comercial en el caso de China es del 67%, por lo que se ha establecido un nivel de arancel del 50% de ese monto, o sea 34%.
En el caso de Perú, el arancel que pagan los productos norteamericanos para ingresar a nuestro país gracias al Tratado de Libre Comercio es cero en el 98% del total, sin embargo el nivel anunciado para nuestras exportaciones es del 10%.
¿Qué podemos hacer al respecto? Antes que nada, entender que nuestro país necesita el intercambio comercial con Estados Unidos, más de lo que Estados Unidos nos necesita a nosotros. Pensar en una guerra comercial con el país del norte, al estilo de China, sería suicida. El gigante asiático acaba de anunciar que impondrá una tasa de 34% a todas las importaciones provenientes de Estados Unidos desde el 10 de abril.
Por otro lado podríamos seguir el ejemplo de Israel, que acaba de anular los pocos aranceles que todavía tenía para bienes de Estados Unidos. Hoy en día, el 100% de las importaciones norteamericanas tienen cero aranceles.
Por su parte, la Casa Blanca ha publicado un informe sobre las barreras al comercio exterior de Estados Unidos en Perú. Este señala en sus seis apartados, varios aspectos que se consideran obstáculos significativos para las exportaciones de EEUU, así como la inversión directa y el comercio electrónico.
Los puntos más importantes son: implementación plena de las obligaciones del Perú en el tema de protección de propiedad intelectual y lucha contra la piratería, liberación de las restricciones personales en comercio electrónico, mejoramiento del impacto regulatorio, entre varios otros.
Considero que es factible llegar a un acuerdo en un breve plazo para levantar las observaciones que ha hecho el gobierno norteamericano con respecto a las barreras comerciales. La pregunta que surge es: ¿una vez resueltas estas observaciones se reanudarán los aranceles de acuerdo al TLC firmado con ese país?
Vivimos tiempos de incertidumbre política y económica a nivel mundial. Las bolsas de valores del mundo se desplomaron la semana pasada luego de los anuncios del presidente Trump. Algunos analistas políticos ya están hablando de una posibilidad real que Estados Unidos y el mundo entren en recesión este año.
Cierro este artículo con dos preguntas: ¿Estamos preparados para enfrentar el futuro? ¿Nuestras autoridades están a la altura de las circunstancias? Lampadia