Ismael Benavides
Expreso, 21 de marzo del 2025
La historia nos dice que, en el caso de los peruanos, no necesariamente es así. Tenemos el caso de Mario Vargas Llosa en 1990 donde predicó con mucha racionalidad las medidas para estabilizar la economía, frente a un desconocido Alberto Fujimori que solo predicaba “honradez tecnología y trabajo”. En el 2006, con una economía en crecimiento, Alan García hábilmente capitalizó el miedo al chavismo, y a pesar de haber tenido un gobierno exitoso con crecimientos de 7.2% promedio anual y una masiva reducción de pobreza, el pueblo peruano voto en el 2011 por el chavismo reciclado del mediocre gobierno de Ollanta Humala. En su tercer intento, Alan no tuvo éxito frente al conglomerado oligárquico-caviar-izquierdista de PPK, que si prometía una mejora en la economía que nunca se dio. La sucesión a PPK fue fatal con la seguidilla Vizcarra, Merino y Sagasti, pero no cabe duda de que la pandemia con el empobrecimiento general del país con un aumento de la pobreza de 50% pasando de 20% a 30%, el desempleo, la inflación, y el desgobierno, indudablemente empujaron al pueblo a buscar soluciones en lo desconocido, y que terminaron en elegir al evidentemente inepto Pedro Castillo, por supuesto apoyado por los caviares con su agresivo antifujimorismo.
Entrando al proceso preelectoral actual encontramos un escenario distinto a procesos anteriores, en primer lugar, sobrevivimos con susto al Gobierno corrupto, narco terrorista de Pedro Castillo y el país mal que bien entra en un proceso de estabilización y recuperación de la economía. El 2024 crecimos en 3.3% y este año apunta a 4%, hemos superado una inflación acumulada en los cuatro últimos años de 26.7%, llevándola a niveles manejables para la población del orden de 1.5% anual, el empleo creció 4.5% y los ingresos reales de la población formal 5.5%, y ese bienestar se traslada también a la economía informal y lamentablemente a las actividades ilegales como la minería informal que hoy goza de altísimos precios del oro a $3,000.00 la onza, la plata a más de $30.00 y el cobre a más de $4.00 la libra. En la selva el precio del cacao se ha cuadruplicado y el café duplicado, que beneficia a millones de pequeños agricultores, y no cabe duda de que la inversión pública y privada tendrán impactos importantes en el 2025.
Tenemos en contra la persistente pobreza que llegó a casi 30% pero debe bajar con el crecimiento de la economía, la creciente inseguridad ciudadana, la ineptitud del Gobierno acosado por el caviarismo y la prensa parametada, y quizás el infaltable voto de protesta por las condiciones económicas de buena parte de la población, o resentimiento de la idiosincrasia serrana o sur peruana. No debemos descartar la intervención China o rusa en las elecciones en un momento que vivimos una agresiva contienda de las grandes potencias.
Pero tenemos a favor otros factores, una población joven que mayoritariamente se define como de derecha o centro, no cabe duda influida por las redes, pero dejando de lado ideologías anticapitalistas. La elección de Milei en Argentina cuyas recetas están teniendo éxito, y la muy probable elección de un candidato de derecha en noviembre en Chile influirán positivamente en los votantes, y para la fecha de las elecciones el “demonio” Trump empezará a mostrar éxitos en sus políticas. En el Perú la baja de la inflación, el chorro de divisas que ingresa al país por el superávit comercial que tenemos, el aumento en la inversión que traerá consigo mayor empleo y mejores ingresos y retomará el entusiasmo de los peruanos especialmente los jóvenes. Para las elecciones el chavismo estará más desacreditado, y el consabido modelo socialista boliviano, patrón guía de la izquierda peruana, estará entrando en pleno colapso y a plena vista de la población peruana especialmente la del sur.
Castillo decía “no más pobres en un país rico” y solo creció la pobreza. Hoy el Perú tiene la posibilidad de salir como Moisés del desierto, y después de deambular por 15 años de desvaríos que se iniciaron en el Gobierno de Humala y llegaron a su cúspide en el gobierno de Castillo, encontraremos un camino al desarrollo con un gobernante que logre captar las aspiraciones de los votantes, pero que logre con políticas serias y no improvisadas, poner en valor y progreso el potencial del Perú para su población.