Alonso Rey
Perú21, 21 de marzo del 2025
La reciente decisión del gobernador regional del Cusco, Werner Salcedo, de no convocar a una licitación internacional para la concesión del Sanctuary Lodge es una barbaridad y retroceso de lo avanzado, además de un grave error que atenta contra la transparencia y el desarrollo turístico sostenible en el país. Esta medida arbitraria y populista, que pretende revertir la gestión del reconocido hotel a manos del Estado sin seguir los procedimientos adecuados, pone en riesgo el prestigio internacional de Machu Picchu como destino turístico de primer nivel. Como si el Estado supiera manejar empresas, vean Petroperú, ¿quieren más?
En lugar de asumir su responsabilidad por la mala gestión de los millonarios recursos regionales, Salcedo ha optado por manipular el descontento social para atacar a una empresa que aporta decisivamente al turismo cusqueño.
El Sanctuary Lodge no solo genera empleo formal para miles de cusqueños, sino que además cumple un rol crucial en la gestión de Machu Picchu, administrando los únicos servicios higiénicos públicos en la entrada de la ciudadela y gestionando solidariamente los residuos sólidos generados en el área patrimonial. Con una empresa estatal no tendría ni licencia de funcionamiento ni nada parecido y menos aún gestión ambiental. Cómo pueden pensar y hacer creer a la gente que ellos serán mejores y así salvarán Machu Picchu.
La incertidumbre provocada por el GORE Cusco llevó a que un grupo de trabajadores del hotel emprendiera un proceso judicial para proteger sus empleos. El Poder Judicial otorgó una medida cautelar que garantiza la continuidad del hotel bajo la administración de Peru Belmond Hotels (PBH) hasta que se concrete un proceso de licitación internacional, como corresponde en estos casos.
La economía cusqueña apenas creció 0.8% el año pasado, muy por debajo del promedio nacional. Si el gobernador Salcedo no acata la medida del Poder Judicial ni convoca a una licitación, se va a perjudicar a toda la cadena productiva que depende del hotel, desde guías turísticos y transportistas hasta artesanos y pequeños negocios locales.
El gobernador Salcedo debería administrar primero correctamente su región antes de intentar manejar un hotel. El turismo no se sostiene con discursos populistas y menos con medidas retrógradas. Se construye con inversión, profesionalismo y alianzas estratégicas con el sector privado. Por qué no estudia un poco de historia el señor Salcedo y les pregunta a los trabajadores de Emturin con quién les fue mejor con el Estado o con la empresa privada.
El Perú no puede seguir dando la espalda a la inversión privada, menos aún en un sector tan vital como el turismo. Si el gobernador Salcedo no entiende que decisiones como esta alejan el desarrollo y atentan contra el bienestar de la gente, debería replantearse seriamente su rol como autoridad. ¿Por qué no administra un hotel con su dinero para ver cómo le va?