Aranceles de Trump: Podrían representar un golpe en múltiples frentes para el Perú
David Tuesta, presidente del Consejo Privado de Competitividad
Gestión, 21 de marzo del 2025
De cara a este 2025 y 2026, las perspectivas de crecimiento económico del Perú podrían verse golpeadas si las políticas proteccionistas de EE.UU. se mantienen o intesifican.
A menos de dos meses de asumir el mando, las acciones del presidente de Estados Unidos Donald Trump no han dejado a nadie indiferente. Quizás la frase que este lanzó al presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky en una transmisión en vivo desde el Despacho Oval resume su filosofía de actuación en todos los campos: «You don’t have the cards» (No tienes las cartas, no tienes cómo ganar). De acuerdo con esta perspectiva, quien tiene las cartas ganadoras manda, y los demás deben aceptar la realidad. Así, en el ámbito del comercio internacional, Trump parece convencido de que Estados Unidos no solo tiene la mano elegida, sino que puede diseñar las reglas a su antojo, sin importarle que existan, por ejemplo, tratados de libre comercio de por medio establecidos con sus pares.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha desplegado una batería de medidas proteccionistas para redefinir el comercio mundial a favor de Estados Unidos. Ha impuesto aranceles a importaciones de México y Canadá, ha elevado los gravámenes a productos chinos y está aplicando impuestos al acero y el aluminio. A lo anterior hay que sumar la fila de amenazas comerciales sobre productos de la Unión Europea, el anuncio de imponer aranceles a los productos agrícolas y ha dejado abierta la posibilidad de imponer aranceles al cobre. Su estrategia es clara: restringir las importaciones para forzar a empresas y consumidores a depender de la producción local. A simple vista, parece un juego que solo él puede ganar.
Para Trump, este proteccionismo tiene sentido político y económico. Desde su óptica, la dependencia de bienes extranjeros debilita la economía estadounidense y desplaza empleos a otros países. Al encarecer las importaciones, cree que las empresas nacionales tendrán más incentivos para producir dentro del país, impulsando el empleo y reduciendo el déficit comercial. Sin embargo, el error fundamental de esta lógica es ignorar que la economía global está interconectada. En un mundo donde las cadenas de valor están distribuidas en múltiples países, los aranceles elevan los costos de producción incluso para las propias empresas estadounidenses, encareciendo bienes de consumo y afectando la inversión. En la práctica, el proteccionismo suele generar el efecto contrario al buscado: menos competitividad, menor crecimiento y pérdida de empleos. De hecho los mercados, en el corto plazo, han reaccionado muy mal, y ya se están corrigiendo a la baja las previsiones de crecimiento norteamericana.
El impacto de este juego de póker se sentirá más allá de las fronteras estadounidenses. El Fondo Monetario Internacional ha advertido que estas medidas podrían reducir el crecimiento global por debajo del 3% en este 2025, el nivel más bajo en una década, La incertidumbre ya golpea los mercados financieros ante la probabilidad de que las inversiones se retraigan y las cadenas de suministro busquen reacomodarse ante un escenario de restricciones y represalias.
Para el Perú, estas medidas podrían representar un golpe en múltiples frentes, dependiendo cómo se vayan plasmando en el tiempo. Por ejemplo, en el tema de los posibles aranceles a los productos agrícolas, cabe subrayar que Estados Unidos es nuestro principal socio comercial en el sector agroexportador, y estos podrían reducir la competitividad de productos clave como arándanos, uvas y espárragos. Si los compradores estadounidenses buscan alternativas más baratas en otros mercados, los exportadores peruanos podrían sufrir una caída en la demanda, afectando ingresos, empleo y la estabilidad del sector. En otro tanto, la amenaza de que el cobre también pudiera ser sujeto de aranceles-hoy está bajo estudio- añade otra capa de incertidumbre.
En un escenario en el que estas medidas proteccionistas de los Estados Unidos se tornen persistentes, los mecanismos de transmisión de estas medidas hacia el Perú son claros. Por el lado comercial, una menor demanda de nuestros productos en EE.UU. afectará la balanza comercial y podría traer escenarios de volatilidad en el tipo de cambio. Eventualmente, se puede incrementar la incertidumbre en los mercados globales provocando salidas de capitales de economías emergentes.
De cara al este 2025 y 2026, las perspectivas de crecimiento económico del Perú podrían verse golpeadas si estas políticas se mantienen o intensifican. Un menor dinamismo en el comercio global, combinado con condiciones financieras más restrictivas, podría desacelerar el crecimiento del PBI, afectar la inversión privada y reducir la generación de empleo y cerrar la brecha fiscal. El Perú, por supuesto, no puede quedarse inmóvil ante este escenario. Será momento, por fin, de fortalecer la competitividad interna, flexibilizar los mercados laborales, impulsar el fortalecimiento del capital humano, fortalecer las capacidades del Estado para que sea un buen socio del mercado, desburocratizar e impulsar la innovación en sectores clave.
Estados Unidos en las manos de Trump, es el jugador de póker con más fichas, y ya ha planteado su jugada. En este contexto, depende de nosotros trabajar para contar con una mejor mano que nos permita esquivar y eventualmente superar los problemas que traería al mundo una guerra comercial extendida.