Fernando Cillóniz B.
CILLONIZ.PE
Lima, 17 de marzo de 2025
Para Lampadia
No comparto la polarización derecha – izquierda. Hoy por hoy, ser de derecha o izquierda no significa nada. Por ejemplo, el Presidente Trump de los EEUU, es – supuestamente – de derecha. La desregulación administrativa y el recorte de gastos burocráticos en el Estado norteamericano es – en mi opinión – un gran acierto.
Sin embargo, en materia comercial, es recontra proteccionista. Los aranceles a las importaciones de México, Canadá, Europa, China, y demás, son propios de gente de izquierda. En ese sentido, se parece – y hasta supera – a Velasco (el dictador), a Antauro Humala (el etnocacerista), y a los economistas más retrógrados – e izquierdistas – de la CEPAL
Lo mismo sucede con el Alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, quien – supuestamente – también es de derecha. Un aplauso por la reducción de gastos burocráticos en la Municipalidad de Lima. Otro – más grande aún – por las obras en favor de la ciudadanía: prolongación del zanjón, autopista Ramiro Prialé, servicio de trenes Chosica – Lima, etc.
Sin embargo – por sus hechos lo conoceréis – está en contra de las concesiones viales. “La Municipalidad de Lima – no una concesionaria privada y corrupta como Brookfield – debe gestionar las vías de la ciudad”. Así dice Porky.
Pero no. A los corruptos hay que quitarles todo lo que robaron – y más – y encima, meterlos presos. Así debería proceder el sistema de justicia.
Pero las empresas no son corruptas. Corruptas son sus funcionarios… algunos funcionarios. ¿Acaso no les da la cabeza para entender algo tan evidente? Por eso es tan absurdo pretender zurrarse en contratos vigentes y eliminar los peajes de las concesiones viales de la ciudad. Eso es típico de la izquierda estatista, populista, corrupta y fracasada que abunda en todo el mundo.
El hecho es que, en vez de renegociar los peajes – como hubiera sido lo correcto – Porky optó por el caballazo. Total, nos ha metido en un embrollo de US$ 2,700 millones ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), que – estoy seguro – terminaremos pagando todos los peruanos.
Ojo. Ya las bravuconadas de Porky han propiciado que dos tribunales internacionales, así como una corte federal en EE.UU. hayan ordenado el pago de más de US$200 millones en favor de Brookfield, por reiterados incumplimientos del Contrato de Concesión por parte de la Municipalidad de Lima. En síntesis, Porky – el derechista – nos está llevando a la quiebra.
Después tenemos el caso del – supuestamente – también derechista Nayib Bukele, Presidente de El Salvador. Todo el mundo reconoce – y valora – el extraordinario logro en materia de seguridad ciudadana. La verdad… superlativo. ¡Cuánta falta nos hace un Bukele a los peruanos!
Sin embargo, se le ha dado por el control de precios de los alimentos. Es decir… ¡Pobres salvadoreños! Ya no tienen pandilleros maras salvatruchas rondando por las calles… enhorabuena. Pero ¡no tendrán qué comer!
El control de precios es una típica propuesta de la izquierda política. Siempre atrae la atención de la ciudadanía. El problema es que no funciona. Nunca ha funcionado… en ningún país del mundo, jamás. O, mejor dicho, el control de precios siempre funciona al revés. En vez de bajar, los precios suben cuando el Estado mete su cuchara. Así funciona el control de precios.
Por otro lado, aunque muchos izquierdistas no lo quieran reconocer, Pedro Castillo es un hombre de izquierda. ¿Qué problema hay que sea de izquierda? Ciertamente, ninguno. El problema no es que sea de izquierda. El problema es que es torcido. ¡Ese es el problema de Pedro Castillo! Corrupto hasta la pared de enfrente. Coimero a más no poder. Cínico y sinvergüenza como pocos. Demagogo, farsante, argollero y todo lo demás. Y encima… golpista. ¡Ese es el problema de Pedro Castillo! Es torcido. Y así como Castillo, hay muchos izquierdistas torcidos.
A ese respecto, la derecha tampoco se queda atrás. Alejandro Toledo – por ejemplo – es un hombre de derecha. ¿Qué problema hay que sea de derecha? Ciertamente, ninguno. El problema no es que sea de derecha. El problema es que es torcido. ¡Ese es el problema de Alejandro Toledo! Borracho hasta la pared de enfrente. Coimero a más no poder. Cínico y sinvergüenza como pocos. Demagogo, farsante, argollero y todo lo demás. Se embolsicó una millonada de empresarios corruptos, pero – felizmente – le salió el tiro por la culata. Está preso… como Castillo. En ese sentido ¡qué parecidos son! ¿Qué rasgo tienen en común Castillo y Toledo? Ambos son torcidos.
Como se ve, hay torcidos de derecha y torcidos de izquierda. Cada cual más podrido que el otro. Todos son una porquería. No por ser de izquierda o de derecha, sino por ser torcidos. El tema – entonces – es moral, no ideológico.
Winston Churchill (el británico) fue de derecha. José Mujica (el uruguayo) es de izquierda. Incluso, exguerrillero Tupamaro. Sin embargo, la humanidad entera les debe mucho a estos dos líderes. Ambos enarbolan valores como la libertad, la justicia, la democracia, la austeridad, la sencillez, etc. ¿Qué rasgo tuvieron en común Churchill y Mujica? Ambos fueron rectos. Mujica lo sigue siendo.
Por eso me parece irrelevante que la gente pregunte si uno es de derecha o izquierda. A muchos políticos, académicos y periodistas les encanta la pregunta. De saque, muchos contestarán que son de izquierda. Al menos, de la boca para afuera. Claramente, está de moda ser de izquierda.
Pero ese no es el tema. El tema es:
¿Corrupción o integridad?
¿Estatismo o libertad?
¿Justicia o injusticia?
¿Anarquía o Estado de Derecho?
¿Educación o ignorancia?
¿Bienestar o pobreza?
¿Salud o desnutrición?
¿Democracia o dictadura?
Repito. Ser de derecha o izquierda, no es tan relevante. Ser recto y eficaz o ser torcido e inoperante, eso sí.
El problema es que el Estado – nuestro Estado – está lleno de torcidos e inoperantes. Torcidos e inoperantes de derecha y torcidos e inoperantes de izquierda. ¡Ese es el problema! ¡Abajo los torcidos e inoperantes de ambos lados! Lampadia