Entrevista a Edward Málaga
El Comercio, 23 de febrero del 2025
Milagros Málaga
Acaba de presentar una acusación constitucional contra el expresidente Martín Vizcarra, pues considera que su manejo durante la pandemia ocasionó muchas muertes. Cree que el gobierno de Francisco Sagasti fue tibio y que debe aclarar sus responsabilidades. Considera que la candidatura de Phillip Butters es irregular.
—Sobre la denuncia constitucional que usted ha presentado contra el expresidente Martín Vizcarra y el exministro de Salud Víctor Zamora ha dicho que no se está enfocando en la presunta compra irregular de pruebas rápidas serológicas como acto de corrupción, que tampoco está pensando en el vergonzoso Vacunagate, sino que apunta a la decisión equivocada y consciente de utilizar las pruebas rápidas para detectar contagios.
Denuncias contra Vizcarra hay muchas, políticamente hablando. No sería necesario seguir acusándolo. Lo primero que quiero que se entienda es que la motivación es la búsqueda de justicia para las víctimas que no debieron morir por una decisión equivocada en política de salud.
—Usted habla de genocidio.
—Mucha gente lo defiende: “No se sabía nada”, “era una enfermedad nueva”, “hizo lo que pudo”.
—Las políticas de salud de ese gobierno se enfocaron más en atender a quien llegaba a los hospitales que en prevenir.
—Pero no sabíamos cómo tratar…
No, esto no tiene nada que ver con tratar, Milagros; tiene que ver con detectar el origen, con prevenir lo que te puede enfermar y llevar eventualmente a la muerte. Si no se contagia, menos hospitalización, menos muerte. Zamora, como médico, no podría esgrimir que eso no se discutía. Era un tema de discusión científica a escala mundial.
—Había directivas de la OMS desde diciembre del 2019 –y antes– de cuáles eran las tecnologías que se deberían usar para detectar el virus y que eso debería ser la prioridad.
¿Te acuerdas del test? Era prioridad a escala mundial. Se tenía que hacerse el testeo para poder saber quién estaba contagiado para aislarlo. No hubiéramos tenido tampoco que recurrir a tremenda cuarentena que le hizo tanto daño al Perú, porque esta tenía que ser de corto plazo y no tan extendida como lo hizo Vizcarra, que causó tanto daño. Cuando finalmente entienden el tema de la detección, se decide comprar pruebas rápidas serológicas, que era completamente antitécnico. No solamente se sabía por la OMS, lo sabían los expertos. A mí se me convocó a un comité consultivo científico y recomendé en tiempo real. Lo dijimos desde el principio: estas pruebas no sirven. Pero no escucharon.
—¿Por qué cree que no escucharon las recomendaciones científicas?
Me llamaba la atención que no escucharan en ese momento. Dije: es mi país, hay mucha gente incapaz, que no está bien formada, no entienden las cosas; hay que lidiar con la mediocridad. Pero ahora, viendo las cosas en retrospectiva, sabiendo lo que ahora sabemos del gobierno de Vizcarra y todos los esquemas de corrupción que hubo, me queda claro que no solamente era un tema de incapacidad, sino que había otros intereses en juego. Si se daba prioridad a las pruebas correctas o al desarrollo de pruebas moleculares por peruanos, como fue el caso de mi laboratorio y otros laboratorios, se les iba el mercado y el negocio. El acto criminal es haber decidido utilizar pruebas rápidas y haberle dicho a todo el mundo que tenían que usarlas para descartar si estaba contagiado o no. Lanzar esa directiva como gobierno es criminal. Usar esas pruebas fue mandarlos al cadalso, fue mandarlos a la muerte. ¿Cuánta gente con un resultado falso, con un falso negativo, iban a su casa y contagiaban? «Diario El Comercio. Todos los derechos reservados.»
—¿Se priorizó el negocio sobre la salud de los peruanos?
Sí, y no fueron conscientes del impacto, no imaginaron que el Perú iba a ser el país con la más alta mortalidad. Quizá pensaron, con la lógica del visitador médico que va donde el médico y le dice: “Si tú promocionas esta medicina, yo te pago un viaje al Caribe o te invito a una cena en no sé dónde”. Esa lógica del lobby se aplicó. El impacto fue brutal.
—La defensa es que no había pruebas moleculares.
Si no hay pruebas, ¿por qué das las que no sirven? Mejor no das nada y adviertes: si sabes que has estado en contacto con gente enferma te guardas. Pero eso de sentirte falsamente seguro porque das negativo y luego contagiar a tus padres, a tus abuelos, eso es criminal. Ellos sabían que no funcionaban y no solamente compraron las pruebas rápidas, las recomendaron y tuvieron el descaro de decir que iban a proponer a la OMS basado en la experiencia que estas pruebas debían ser utilizadas como las PCR, que eran equivalentes. ¡Mira qué arrogancia! El problema es que mientes y con eso causas la muerte. Tienen que pagar las consecuencias de esos actos.
—Pero no solamente compraron las pruebas equivocadas y las recomendaron, pudiendo haber certificado laboratorios universitarios, privados, académicos, para que salgan todos a ayudar con el testeo, no lo hicieron.
Se puede alegar que no querían favorecer el negocio de algunos laboratorios privados. ¿Pero a una institución como el Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt de la Universidad Cayetano Heredia, reconocida mundialmente y que tenía todas las facilidades para hacer testeo molecular, que le digan que no y que se demoren seis meses en darle la aprobación? Eso también es criminal. No dejaron que el sector privado y el sector académico ayude con la necesidad de testear. Lo dije desde un principio: dejen testear a quienes pueden testear. No dejaron que en el Perú se desarrollen tecnologías propias que hubieran podido ayudar. Le dije a Zamora en su momento: “Ministro, no estoy vendiendo este kit de diagnóstico molecular. No tengo licencia, no tengo una patente. Se lo entrego. Que el Ministerio de Salud lo desarrolle y se lo lleve a todo el Perú”.
—¿Qué le contestó?
Me contestó con evasivas, que sí, que lo iban a ver, que iban a hablar con Concytec, que iba a hablar con el INS, pero al final no hizo nada. La misma actitud de Zamora la tuvo la ministra Mazzetti. Cometieron un atentando contra el acto médico. No es justificable. No puedes dar lo que no sirve diciendo que sirve.
—O hubieran dicho: te voy a dar esto, pero no te confíes.
A eso quería llegar. Nadie ha querido contagiar a nadie de COVID-19. Nadie en su sano juicio desperdiga enfermedad. En eso radica la inmoralidad. El acto homicida está justamente en tomar una decisión que sabes que causará muerte. No es que no vas a poder evitar muertes, eso es distinto. Vas a causar activamente muerte. Yo podría tranquilamente decir: ya pasó, se murieron, están enterrados. Eso sería inmoral. Políticamente dirás que no es muy rentable, que ya muchos están encima de las denuncias contra Vizcarra, que es oportunismo político. Pero yo tengo una deuda con las familias. Yo fui una de las personas durante la pandemia que salió a trabajar al laboratorio, a los hospitales, me expuse, hubo un equipo que estaba conmigo, sufrí también como todos los peruanos las consecuencias de ese mal manejo. Hay una deuda moral.
—¿Vizcarra debería estar preso más por el manejo irresponsable que tuvo durante el COVID-19 que por las coimas?
Totalmente. La salud no tiene precio. La vida no tiene precio. Lo que es imperdonable, no es redimible, por más que vayas a la cárcel, es haber asesinado masivamente a tantas personas con una decisión consciente. Y quiero agregar el ángulo político ideológico. El tema de la recomendación de Farid Matuk de separar los géneros y sexos. Eso es ideología de izquierda. Muchos no se acuerdan que el exministro Zamora es de Nuevo Perú, de las filas de Verónika Mendoza.
—¿Cree que el uso de Sinopharm, el uso de las pruebas rápidas, priorizándolas a las moleculares de Pfizer, tuvo ese tinte ideológico?
En parte, creo que más pesó el poder monetario, económico, geopolítico de la China. China es un país que presiona y presiona muy fuerte. Y hay un tema que no se ha visto a detalle: los ensayos clínicos de la vacuna de Sinopharm. ¿Por qué decidieron ir con ese ensayo? ¿Cuánto pagó Sinopharm a estas universidades? La información está. China tuvo el poder de establecer su propio ensayo clínico en el Perú y curiosamente esas fueron las vacunas que se compraron.
—Vizcarra dice y se autoproclama casi como un héroe. Justifica el ‘Vacunagate’ como un acto de valentía, de experimentación.
Que no sea mentiroso. Que deje de tomarnos el pelo. Todo lo que hace con su vida política es un circo. Es una respuesta que le falta respeto a la ciudadanía y al país entero. Y quiero apuntar algo más, pero este secretismo se perpetuó también durante el gobierno de Sagasti. Porque acuérdate de la comisión Carbone: había una segunda lista de vacunados y nunca nos hemos enterado todavía. Alguien nos está debiendo mucha información. «Diario El Comercio. Todos los derechos reservados.»
— ¿Le parece inadmisible la acusación constitucional contra el expresidente Sagasti?
Vamos a aclarar las cosas. En primer lugar, yo no tengo mayor vínculo con Sagasti. No le debo nada. No tuvo nada que ver con mi postulación al Congreso; no se interesó en la campaña, ni en mi trabajo congresal, ni apoyó la vacancia de Castillo. Su tibieza frente al desgobierno fue proverbial. Como presidente en pandemia, tampoco escuchó a los científicos, fue un perdonavidas con el escándalo ‘Vacunagate’ y, sí, considero que cometió un abuso con los generales de la policía en vez de tomar al toro por las astas e iniciar la reforma policial. Estoy a favor del desafuero para que aclare sus responsabilidades, pero no necesariamente con la inhabilitación, porque por su edad difícilmente ocuparía algún cargo y lo único que se ha logrado con ello es que la izquierda caviar lo santifique y victimice.
— La izquierda asegura que el Congreso está eliminando a los candidatos para buscar cancha abierta para la derecha. A usted lo acusan de traidor.
Yo nunca fui de izquierda. Lo he dicho varias veces: soy librepensador. Son ellos quienes traicionaron al país. Los morados nos vendieron un partido de centro y nos dieron uno de izquierda. Se hicieron de la vista gorda con Castillo, y sus líderes (empezando por Guzmán y Sagasti) dejaron solos a sus congresistas. La izquierda y el antifujimorismo perdieron cualquier autoridad moral al venderse al pacto Castillo-Cerrón-Mendoza y participar del saqueo del Estado. No tienen nada que reclamarme, nunca fui ni de izquierda ni anti.
— Usted eligió al Partido Morado.
El Partido Morado para mí es un aprendizaje. Para el país debe ser considerado un experimento fallido, porque propuso un centro que no existe. El Partido Morado se reveló como un partido de izquierda que tampoco fue capaz de oponerse a la tiranía de Castillo. Separarme y asumir una postura contra Castillo fue un acto de principios.
— Y ahora renuncia al partido Avanza País por Phillip Butters.
No estoy de acuerdo con su candidatura. Es irregular y nada transparente. Se está consumando en el interior de Avanza País como un acuerdo tácito, secreto, sin haberla siquiera discutido con los congresistas candidatos, y menos con la militancia. Nadie ha escuchado su visión de país; tampoco sabemos el grado de coincidencia con el ideario del partido. Al igual que Carlos Álvarez (y que Pedro Castillo), no tiene trayectoria profesional ni experiencia útil para gobernar. ¿Qué objetivos tiene? ¿Cómo piensa lograrlos? Sin este conocimiento, su presidencia corre el riesgo de ser una receta para el desastre. Por último, su carácter narcisista, iracundo y violento, no es lo que yo quiero ver en un presidente. Necesitamos a alguien que nos una, no alguien que nos divida más. Hoy que la izquierda ha demostrado su incapacidad, la derecha tiene el reto de producir líderes sensatos e inteligentes, no arrebatados y escasos. Siento que él sería como un Bellido de derecha.