Abraham Levy
Perú21, 8 de febrero del 2025
«El Estado es una traba, la mayor de las veces corrupta, que extorsiona con normas absurdas y estrangula la salud financiera de los negocios agrícolas».
Tras la segunda reforma agraria, cuyo epítome fue una ceremonia en Sacsayhuamán llena de simbolismos y vacía de propuestas, que va pasando al olvido con el recuerdo de la fallida compra de úrea y un interminable conjunto de funcionarios públicos que no revolucionaron nada. Se hace necesario un nuevo impulso en el campo.
Ahora, en ausencia de subvenciones del USAID que “financiaban” puestos paraestatales y ONG que combaten con dureza a la agroindustria para justificar sabe Dios que; nuestro agro viene sufriendo los problemas de siempre ahondados por la inseguridad, extorsión y pronto – seguramente – el sicariato.
Las juntas y comisiones de regantes en los distintos valles se enfrentan muchas veces en luchas intestinas y en otras más serias como la desigual distribución del agua.
Nuestros empresarios, desde aquellos que manejan un puñado de hectáreas hasta las grandes corporaciones que hoy lideran el tren de la producción agrícola que exporta ya $12,000’000,000 anuales no tienen la unión necesaria —a mi juicio— para empoderarse entre ellos. Ello para impulsar la necesaria tercera Reforma Agraria. Una que debe imponerle el campo al Estado y no al revés. Con liderazgo. Sin ministros ni funcionarios ni congresistas que dicen una cosa en privado y hacen otra en público. A esos hay que someterlos y no ser sometidos por ellos.
Voy a explicar: soy testigo de disputas intestinas de poder entre vecinos agricultores en comisiones de regantes o a nivel de fundos de gran envergadura. La patología de la desunión de los peruanos y la priorización del interés individual sobre el conjunto (lo que a la larga —el interés conjunto— es el más luminoso de todos los senderos para el progreso) es un mal de siempre. Lean a Manuel Gonzales Prada quien culpaba a la mediocridad intelectual de los políticos y su propensión a priorizar los intereses privados en detrimento de los generales para que vean cómo no salimos de eso.
El sector privado tiene que unirse e impulsar una verdadera revolución en el agro. Contra el Estado. El Estado es una traba, la mayor de las veces corrupta, que extorsiona con normas absurdas y estrangula la salud financiera de los negocios agrícolas. Esa extorsión tiene otras formas a la extorsión delincuencial común.
El Estado y su aparato represivo están perdiendo la guerra contra la delincuencia. Esta guerra delincuencial ya está llegando al campo. Solo un gremio agricultor fuerte y robusto, alineado sobre los intereses comunes: mercados, comunicaciones, recursos hídricos y lucha frontal contra la hiperregulación será capaz de poner en valor el más preciado de los efectos climáticos de la Corriente de Humboldt o Peruana; que no es precisamente la anchoveta. Es el gran invernadero natural que existe en nuestros 52 valles costeros e intercuencas.