Eduardo Ponce Vivanco
Embajador y ex Viceministro de Relaciones Exteriores
Para Lampadia
Los ciudadanos menos educados de las mayorías estadounidenses nos han condenado a sufrir otros cuatro años de “trumpismo”. Las mejores muestras de lo que nos espera se han visto en las primeras semanas de su segundo gobierno. Supongo que beligerancia de sus provocaciones ha sido adelantada en su panfleto “Piensa en grande y patea traseros en los negocios y en la vida” (Think Big and Kick Asses in business and in life), tan generosamente expresados en la cascada de decretos ejecutivos en los que impartió sus primeras órdenes imperiales.
El “trumpismo” no tiene nada de liberal ni de conservador. Solo es la última versión de la ley del más fuerte. El líder norteamericano se ha propuesto dar vida al refinado título de ese “libro” con los aranceles como arma privilegiada. Debe ser un compendio de sus mejores consejos para triunfar en la jungla del siglo XXI; una versión ilustrada de lo que las no tan viejas izquierdas latinoamericanas llamaban Imperialismo Yanqui.
Sorprendentemente, ahora son pocos los que se indignan con esta caricaturización de la “Potencia Dominante” tan cercana al manejo brutal que Putin, el alter ego post soviético de Trump, aplica en Ucrania.
Es chocante que las malas maneras del líder de la primera democracia occidental empujen a los países del llamado Tercer Mundo a los brazos de una China mucho más poderosa que la del Siglo XX.
Cuesta creer que Canadá y México, las primeras víctimas de esta situación, no hayan atinado a coordinar la reacción que merece el quebrantamiento de un tratado internacional, como es el Tratado de Libre Comercio vigente entre los tres países de América del Norte. Mexicanos y canadienses enfrentan una grave violacion contractual que merece una demanda ganadora ante la Corte Internacional de Justicia, cuya jurisdicción vincula a todos los miembros de la ONU, incluyendo a los Estados Unidos.
Tal vez sea hora de que algunos países latinoamericanos despierten la conciencia democrática de naciones como las europeas, que han sido cuna de las ideas y valores que el mundo civilizado debería seguir defendiendo. Uno de ellos es el respeto a los tratados internacionales que es uno de los cimientos fundamentales de la civilización occidental. Si no lo hacemos valer ahora estaremos a merced de la atrabiliaria voluntad del magnate que gobierna los Estados Unidos.
Basta leer el resumen biográfico de Wikipedia para coincidir con The Washington Post cuando concluye que «Trump es una mezcla de fanfarronería, fracasos comerciales y verdadero éxito».
Lampadia