Entrevista a Enrique Ghersi
Expreso, 27 de enero del 2025
Plinio Esquinarila
El ataque a Juan Luis Cipriani sin darle ningún derecho de defensa ni de conocer las acusaciones de hace más de 40 años es una aberración.
Observadores de la política peruana han llamado la atención sobre el hecho de que haya sido justo después de que el alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, condecorara al Cardenal Juan Luis Cipriani, el pasado 7 de enero de 2025, con la medalla al mérito de la Ciudad Capital, curiosamente se dé a conocer una información de presunta pederastia que tendría más de cuatro décadas de antigüedad.
Se trata de supuestos sucesos ocurridos en 1983. “Resulta grave que se publique de manera parcial información que parece proceder de documentación reservada por la Santa Sede que ni siquiera yo tengo en mi poder”, respondió Cipriani a El País de España en carta aclaratoria.
En ella el purpurado reafirma su inocencia en relación a las acusaciones pretéritas. Añade que el año 2018 recién fue informado de la denuncia en su contra, sin que se le entregara documento alguno para una defensa aunque sea tardía.
Es más, las “penas” impuestas por el papa Francisco, incluyendo su exilio del Perú, se hicieron sin darle la oportunidad de defensa ni de ser escuchado.
Los gestos…
“Como no hay casualidades en la sociedad ni menos en la política, es claro que apenas el Cardenal Cipriani tuvo una participación política, aun siendo mínima, provocó una reacción inmediata de sus enemigos dentro y fuera de la Iglesia”, señala el jurista Enrique Ghersi.
Y es que en política, aunque parezcan mínimos, los gestos lo son todo.
“La asociación de López Aliaga y el Cardenal Cipriani evoca las gigantescas marchas del colectivo ‘Con Mis Hijos No te Metas’, que arrebató a la izquierda el control de la movilización callejera. Esta es una pesadilla para los camaradas, especialmente ad portas de una campaña electoral”, agrega Ghersi.
Además, el único político peruano invitado a la juramentación del presidente de Estados Unidos Donald Trump, fue López Aliaga, codeándose con Javier Milei, por ejemplo, lo que causó preocupación en la izquierda internacional.
Igualmente, un hombre como el cardenal Cipriani, confesor de rehenes, subversivos y comandos de la Operación Chavín de Huántar, tiene actualmente contactos con las iglesias cristianas, socialmente conservadoras, que puede constituir un frente de derecha con muy fuerte raigambre popular, eventualmente explosiva en una campaña, según la óptica liberal de Ghersi.
Ataque brutal
A Cipriani lo han atacado brutalmente porque los analistas de la gauche caviar han tenido claro que el otrora Obispo de Ayacucho en los días más difíciles de la guerra antiterrorista, es un enemigo muy poderoso.
Ellos daban por descontado que Cipriani estaba fuera de juego, pero saltaron las alarmas apenas apareció en escena en el reconocimiento que le hizo el Concejo Provincial de Lima, recuerda el citado abogado en conversación con EXPRESO.
Hoy en día, en medio de la decadencia caviar -que la llegada del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, convertirá en extinción-, el eje del poder de la izquierda pasa a la Iglesia, en especial a los radicales con gran influencia en El Vaticano, añade.
“Tienen independencia económica porque sus fuentes de financiamiento no se verán afectadas por la nueva administración americana, cuentan con una implantación popular importante y son muy disciplinados”, advierte.
En ese orden de ideas, el Cardenal Cipriani nunca ha sido un personaje puramente religioso. Siempre fue más cercano a un Cardenal renacentista que a un cura de barrio. Por eso el ataque del que ha sido víctima es un ataque político. Debe leerse como la clericalización de la izquierda, señala.
No hay coincidencias en política. Tampoco ingenuidades. Nadie actúa por altruismo. Como decían los viejos maoístas: “Salvo el poder, todo es ilusión”, concluye.