Uri Landman
Para Lampadia
Hace unos días, el Departamento de Estado de los Estados Unidos aumentó la recompensa que ofrecen por información que lleve al arresto del dictador venezolano Nicolás Maduro. La recompensa de 25 millones de dólares es similar a la ofrecida por el ministro del Interior del régimen chavista, Diosdado Cabello y superior a los 15 millones de dólares que ofrecen por información del ministro de Defensa Vladimir Padrino López; todos enfrentan cargos por narcotráfico ante la justicia estadounidense.
El 28 de julio del año pasado se realizaron elecciones presidenciales en Venezuela, en donde la oposición esperaba – ingenuamente, en mi opinión- derrotar a la dictadura chavista. A pesar de no mostrar las actas electorales, el Consejo Nacional Electoral copado por los chavistas hace años, anunció la victoria de Maduro con un 51.2% de los votos.
Sin embargo, quien si mostró dichas actas, fue la oposición. Según estos resultados, Edmundo González Urrutia obtuvo casi el 70% de los votos en Venezuela. Hay que recordar que el régimen chavista imposibilitó la votación de los casi cinco millones de venezolanos con derecho a voto que viven en el extranjero.
A pesar de los protestas dentro y fuera de Venezuela, el régimen hizo caso omiso al pedido de la mayoría de gobiernos occidentales a hacer públicas las actas electorales y que se respete la voluntad del pueblo venezolano, quien escogió a Urrutia como su nuevo presidente.
El 10 de enero pasado, con la asistencia a la ceremonia de asunción del dictador de Nicaragua, Daniel Ortega y el dictador de Cuba, Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro consumó un nuevo golpe de estado. Afirmo que este es un nuevo golpe de estado, ya que en mi opinión, Maduro hizo fraude en las dos elecciones anteriores.
Los dictadores de Nicaragua y Cuba no fueron los únicos políticos de izquierda que asistieron a la ceremonia. Según el congresista de Perú Libre, Flavio Cruz, una delegación del partido viajó a Venezuela para estar presente. Esta delegación estuvo encabezada por la congresista e inmigrante ilegal María Agüero.
Según Cruz, en Venezuela si hay libertad “por el hecho de que haya habido elecciones”.
Para los comunistas peruanos no importa que la actas electorales no hayan sido mostradas y ni siquiera contabilizadas de manera independiente. ¿Les suena familiar este argumento? Algo muy similar vivimos los peruanos en las elecciones del 2021, cuando salió elegido de manera fraudulenta Castillo y el JNE se negó a publicar el padrón electoral y resolver todas las tachas presentadas por la oposición.
La pregunta que surge es: ¿Qué pasará en Venezuela con la oposición?, ¿Se quedarán sentados de brazos o lucharán para derrocar al dictador?
Soy de la opinión que Maduro no se irá por las buenas y que hará falta una revolución o golpe de estado para derrocarlo. No estoy tan seguro si los demás países suramericanos tendrán los pantalones necesarios para apoyar dicho camino o se mantendrán al margen.
Los únicos dos países de nuestra región que tienen los medios necesarios para una intervención militar en Venezuela son Estados Unidos y Brasil. Con la nueva administración de Trump a partir del 20 de enero de este año, podemos estar seguros que se endurecerán las sanciones y embargos en contra del régimen, sin embargo no creo que se plantee una opción militar. En el caso de Brasil, queda descartada cualquier intervención militar con un socialista como Lula en la presidencia.
Mientras la oposición y los países que apoyan la libertad analizan sus siguientes pasos, Maduro seguirá ejerciendo terrorismo de estado y atacando subversivamente a los demás países a través de la migración, siguiendo el ejemplo del dictador cubano Fidel Castro.
Tenemos que recordar que Castro fue el primero en utilizar la migración masiva de sus ciudadanos para infiltrar a delincuentes y desadaptados en la Florida, Estados Unidos. Ellos se convirtieron en un arma para crear el caos y la violencia, además de saturar los servicios sociales.
Lo mismo ha hecho Maduro, liberando a miles de delincuentes y enviándolos a países como el nuestro, en donde los servicios sociales están saturados por la presencia de extranjeros y el crimen ha aumentado de manera exponencial en los últimos años, con un nivel de violencia nunca visto.
Nelson Mandela dijo una vez: “Sabemos que el fin de un dictador está cerca, cuando lo único que tiene en la calle son militares”. Lampadia