Entrevista a Francisco Tudela
Perú21, 8 de diciembre del 2024
Carlos Cabanillas
El excanciller critica el despilfarro de Petroperú y señala los riesgos de involucrarnos en el conflicto comercial entre China y Estados Unidos, a raíz del Puerto de Chancay. También advierte sobre los rezagos de la izquierda en el Gobierno y argumenta cómo la reactivación económica puede acabar con la inseguridad ciudadana.
A días del Bicentenario de la Batalla de Ayacucho, ¿cómo conmemorarlo?
El Bicentenario de la Independencia no se celebró, cosa que es altamente inusual. Es anormal que un país no celebre el Bicentenario. Ningún país ha hecho este rechazo que tuvo el Gobierno de Pedro Castillo al Bicentenario. Era en el fondo un rechazo a la médula, al corazón de la República peruana.
El discurso de Castillo era divisionista.
La Independencia tiene que ser un factor de unidad porque es la creación de la República peruana. Los ideales primigenios de libertad, de división de poderes y de autodeterminación están en todas nuestras doce constituciones. El Bicentenario era muy importante para reiterar ese ideal político y para reiterar el nacimiento del país independiente. Y, sin embargo, eso que debió haber sido fantástico y es un fantástico elemento de unión nacional fue despreciado por el Gobierno de Castillo, porque Castillo era marxista, leninista, pensamiento Mao Tse-Tung. Entonces, claro, para él era ripio la República peruana. Y eso es terrible.
El Bicentenario de Ayacucho es una oportunidad para desmarcarse de eso.
Así es. Es muy importante el Bicentenario de Ayacucho por eso mismo: porque es una reparación. Y eso el Gobierno de la presidenta Dina Boluarte tiene que contenerlo; tiene que interiorizar que tiene que realizar un acto de reparación en el Bicentenario de Ayacucho respecto al desprecio al cual el Bicentenario de la Independencia fue sometido durante el Gobierno de su compañero de fórmula.
Hablando de reparaciones, ¿recuerda a algún presidente ausente por una operación?
Nos estamos volviendo bizantinos. Ni que se hubiera sometido a una operación que la hubiera tenido fuera de funciones de manera absoluta durante un tiempo. No ha ocurrido tal cosa.
¿Cómo abordar la inseguridad ciudadana?
La seguridad ciudadana es importante, pero requiere de un estabilizador, y ese estabilizador es el relanzamiento de la economía. Y ese tiene que ser el objetivo nacional. La economía no puede relanzarse desde el Estado. Cuando Castillo asume la Presidencia y luego produce el golpe de Estado, salen del país más de US$20,000 millones. La gente se asusta. Entonces, es necesario relanzar la economía, lo que implica desregularla, porque desde el gobierno de Humala hasta la fecha ha crecido una maleza regulatoria de tal calibre que obstaculiza la minería, el comercio internacional, el agro, en fin. Realmente, se está ahogando al país en la ineficiencia. Para volver a darle eficiencia al país se tiene que, en primer lugar, desregular. En segundo lugar, eliminar los gastos superfluos. En tercer lugar, facilitar el flujo de capitales para estimular la inversión. Ya conocemos la receta, ya lo hemos realizado en el pasado. No hay ningún misterio acá. Solo si el país despega, progresa y se enriquece, la propia inseguridad disminuye, porque se van generando condiciones de mayor integración social y mayor dinamismo. Y así hay más recursos para enfrentar el problema. Pero ahora estamos atollados, estamos empantanados.
¿Cómo romper la judicialización de la política?
Si no existiera la judicialización de la política, muchos profesionales capaces participarían. Pero, si sienten que su participación va a ser premiada con la cárcel, prefieren abstenerse. La judicialización de la política espanta a la gente capaz. En el fondo es una selección de los peores, una selección a la inversa.
“ESTAMOS BOTANDO LA PLATA POR LA VENTANA”
Con el Puerto de Chancay, ¿cómo manejar políticamente las fricciones entre Estados Unidos y China?
El Perú no puede manejar las fricciones entre Estados Unidos y China: eso que quede muy claro. China produce el 73% de las manufacturas del mundo y está en una crisis en este momento de déficit y de ralentización económica. Y los Estados Unidos es un dinamo económico y el proveedor de flujos de capitales del mundo. Este conflicto global no es de ahora, tiene una década, y va más allá de lo comercial. Involucra ahora lo monetario. Por eso es que el presidente Trump ha emplazado a los BRICS (Brasil, Rusia, India, China Sudáfrica) a no pretender sustituir el dólar como la moneda de cambio internacional. Y es también militar, porque hay reivindicaciones en el Asia, como la que la China tiene sobre Taiwán; ciertas islas que son de Filipinas, en fin. Es una situación enormemente compleja. Entonces, entre dos gigantes, el Perú no tiene juego. Lo que el Perú puede hacer en una situación como esta es crear las condiciones que den tranquilidad a ambas potencias respecto a que el Perú justamente no forma parte del juego de la guerra comercial, o sea, no está en el conflicto.
Hay que ponerse al margen del conflicto…
Le voy a dar un ejemplo: Panamá. El canal de Panamá es administrado por los chinos, pero no es chino. No es propiedad privada de los chinos, ni siquiera en un porcentaje. Es una concesión. Y no hay ninguna queja norteamericana sobre la gestión del canal de Panamá y es porque Panamá se ha cuidado en mantener su soberanía sobre el canal. El Perú tiene que adaptarse a esa realidad y adaptarse a esa realidad significa garantizar que el puerto es peruano. Claro, se puede decir jurídicamente que las compañías son peruanas, pero todos sabemos que una de esas empresas, la que tiene 60% del puerto, es del Estado chino. Es eso lo que los norteamericanos objetan. También la exclusividad del puerto. Entonces, todavía hay que hacer un trabajo que, más que diplomático, es de política interna. Hay que ponerse al margen del conflicto comercial, tranquilizando las inquietudes de ambos gigantes, porque son dos gigantes. Uno no tiene dimensión en un conflicto global que es comercial, financiero y militar. Hay que ser realistas respecto a nuestra dimensión. Ese es el tema que no fue previsto. Hubo una muy buena visión empresarial en el Puerto de Chancay, pero no hubo una visión de política exterior y de lo que esto representaba para las potencias que van enfrentándose en el mundo. Debió haber existido mucha más coordinación entre la empresa privada, la Cancillería y analistas que pudieran explicar cuáles eran los problemas del conflicto sinoamericano en los que el Perú iba a meterse. Y por brindar un servicio. La idea es que ese servicio sea neutral.
Hablaba de desregular y eliminar gastos superfluos. ¿Y reactivar la minería formal?
Es enormemente importante. Y también hay temas estatales cuya razón de ser, nadie se atreve a decirlo, es puramente ideológica. Petroperú es una mezcla de ideología y de supuestos derechos adquiridos. O sea, resulta que dentro de la estructura de Petroperú hay un montón de duques, condes y marqueses que se sienten con derechos absolutos a sus supersueldos y a usufructuar de esta empresa pública. Por otro lado, hay este mito de los 60, de La Brea y Pariñas, que llevó al golpe de Estado del general Velasco. Este mito del petróleo nacional es el gran impedimento ideológico para comprender que es el privado el que tiene que arriesgar su capital, no el Estado. ¿Por qué? Porque es una concesión. El recurso es del Estado, pero tiene que ir al sector privado, porque son todos los peruanos los que pagan los US$7,000 millones de Petroperú.
Petroperú es el mito de la empresa estratégica.
Eso es un mito. El otro mito es el tema agrario. El presidente Sagasti dio una legislación laboral inconveniente respecto a la nueva agroindustria que había nacido en el desierto, donde antes no había nada. Era largamente exitosa e implicaba un ingreso de divisas formidable para el Perú. Y, sin embargo, con el mito de la tierra que viene de los años 50 y 60 se hizo una intervención fatal. Incluso sacaron un documental financiado por el Ministerio de Cultura para aplaudir el socialismo en la tierra. Hay que comprender que ni siquiera son teorías económicas y políticas válidas. Todo eso se acabó con la caída de la URSS. El socialismo ha sido ensayado en 90 países del mundo y en los 90 países ha fracasado. Hasta los suecos han abandonado su supuesto socialismo. Simplemente no funciona. China es el ejemplo paradigmático: mantiene la retórica del comunismo para el control social de su población, pero en la práctica lo que le interesa es sacarle el jugo al mercado. Quedan Cuba y Corea del Norte. Yo no sé si esos son los modelos de la izquierda peruana, parece que sí. La izquierda peruana es bien anacrónica, vive en los años 70 del siglo pasado.
¿El Gobierno aún vive con esos rezagos?
Yo sí creo que hay esos rezagos. Ayer hubo una discusión sobre la inauguración de un colegio llamado Javier Heraud, que ha llevado a una protesta de oficiales retirados de las Fuerzas Armadas. Fue inaugurado por la presidenta. Creo que hay una mentalidad que puede adaptarse al constitucionalismo, pero eso no significa que la psicología cambie. Castillo cantaba Flor de retama, siendo presidente, en Ayacucho. La mentalidad está ahí, por desgracia.
¿Quizás, por eso, no insistió en ir como sea a CADE?
Tengo la impresión de que ella cree que la reactivación económica la puede realizar el Estado a través del gasto público. Sin embargo, eso es fraccional respecto al total de inversión que un país tiene que tener.
¿Qué mensaje se debe dar con miras al 2025?
El Gobierno debe dar un mensaje de garantía de que va a hacer todo lo posible por reactivar la vida económica del país, garantizar la seguridad de los peruanos y conducir un proceso electoral impecable. Hay una sombra de duda, surgida a raíz de las dos últimas elecciones, sobre el tema de transparencia electoral. Eso tiene que ser disipado. Y también es necesario destrabar la economía para evitar que la inseguridad crezca, porque el tema de la inseguridad crece en los espacios de desempleo y marginalidad, y la única manera de reducir esos espacios es reactivando la economía.
La crisis provocó que se dupliquen los cupos a transportistas. A más crisis, más delincuencia.
Correcto. Hay una relación directa entre el colapso de la economía y la delincuencia; entre el desempleo y la marginalidad y el crimen. Recordemos los años 80 con las bandas de secuestradores. Todos estos se vuelven delincuentes precisamente porque están vagando por las calles.
Además de las economías ilegales.
Hay un gran caos en el país, una anarquía generalizada. La manera de enfrentarla es únicamente simplificando la normativa económica y permitiendo el flujo de capitales. Por ejemplo, dando condiciones para la inversión y amnistías para repatriación de capitales. Hay una serie de medidas que se han tomado en el pasado. Sabemos cómo funciona esto. Por su volumen, esto ahogaría la informalidad. Una vez que se simplifica el proceso económico, hay confianza y llega el capital, y el monto de la inversión formal es tan infinitamente superior a la economía informal que la ahoga. Y ahí el país cambia el rumbo.
No es solo combatir la informalidad policialmente, es hacer que la economía formal crezca.
Correcto. Si hoy la formalidad vale 60 y la informalidad vale 40, la idea es que la formalidad valga 90 y la informalidad valga 10. Y la única forma es creando las condiciones legales y económicas que permitan un mayor ingreso de flujo de capitales al Perú. Desregulando, simplificando, dando un impulso a la inversión y, al mismo tiempo, reduciendo el gasto público. Estamos botando la plata por la ventana. Esa plata debe invertirse en conectividad para dar acceso a los mercados y acelerar los procesos económicos.
¿Fue un conato de golpe el de Corea del Sur?
No tiene una explicación sólida hasta el momento. Lo que definitivamente quiso hacer es concentrar el poder, pero alegando lo que era en el fondo una falacia: que entre sus opositores había aliados de Corea del Norte, algo muy difícil de creer. El hecho es que la Policía de Corea del Sur ha abierto una investigación contra el presidente. En el curso de esa investigación sabremos qué pasó. Hay que tener en cuenta que el presidente no quiso cerrar el Congreso. Lo que quiso es declarar una Ley Marcial, que es más que una emergencia, es un Estado de sitio que concentraba los poderes en el Ejecutivo. La finalidad de eso es lo que no se sabe.
Biden ha usado la justicia a su favor, que era lo que se pensaba que iba a hacer Trump.
Lo de Trump era una hipótesis. Hay que guiarnos por hechos. Archivaron los casos contra Trump porque eran muy endebles. Es normal lo que ha sucedido ante la debilidad de los propios procesos. Ahí no ha habido judicialización de la política. Lo de Hunter Biden es un caso de nepotismo. Es altamente inusual que el padre indulte al hijo.