Uri Landman
Para Lampadia
Para los que pasamos la base 50, nos parece surrealista leer en los periódicos que los bolivianos, a falta de dólares, estén usando el sol peruano como moneda corriente en sus transacciones diarias y para refugio de sus ahorros.
Ante la poca confianza que tienen los bolivianos a su propia moneda y ante la escasez de dólares, el sol peruano es aceptado en la mayoría de comercios como medio de pago.
Todavía me parece como si fuera ayer que le quitamos tres ceros a la moneda al final del gobierno de Belaunde Terry y el sol se convirtió en el Inti.
Seis años y una híper inflación después, Fujimori tuvo que volver a cambiar la moneda, quitándole seis ceros esta vez, para convertirla en el nuevo sol.
Desde el año 1991 hasta la fecha nuestra moneda, el sol, ha sido una de las más estables del mundo. Aquí les doy algunos datos duros.
Desde el año 1998 (año en que se terminaron de consolidar las reformas económicas de Fujimori) a la fecha, la inflación anual en nuestro país, no ha superado el 4 % con excepción de los años 2008 (crisis financiera mundial) y en los años 2022 y 2023 con la presidencia de Castillo y Boluarte.
El tipo de cambio con respecto al dólar era 2.93 en el año 1998, 26 años después el tipo de cambio se ubica en 3.75. Ello significa que la devaluación ha sido 1% anual en promedio. En el mismo lapso, el tipo de cambio se disparó en economías mucho más grandes que la nuestra, como Argentina.
¿A qué se debe este milagro? La verdad es que no es ningún milagro.
La estabilidad económica que tiene nuestro país -debo reconocer sin ser fujimorista- se la debemos al presidente Alberto Fujimori y al capítulo económico de la Constitución de 1993.
El presidente Fujimori, instauró una serie de reformas estructurales que sacaron al país del abismo económico al que habíamos caído gracias a las políticas estatistas que empezaron en el gobierno militar de Velasco y llegaron a su máxima expresión durante el primer gobierno de Alan García.
Se me hace difícil de creer que personas que se dicen pensantes, todavía puedan defender al gobierno militar de Velasco cuando la evidencia muestra que destruyó la economía del país. ¿Creen que exagero? Aquí les doy algunas pruebas. Desde los años 50 hasta el golpe de estado de Velasco en el año 1968, la inflación en nuestro país rondaba el 10% anual. Con Velasco en el poder se disparó hasta 67% en el año 1979.
Una vez que Belaunde llegó a la presidencia, no tuvo la valentía de tomar las medidas impopulares pero necesarias para enderezar el rumbo económico. Cuando Belaunde terminó su mandato, la inflación ya se había disparado al 163%.
El joven Alan García, en lugar de tomar la senda del libre mercado, aplicó el plan de gobierno socialista del APRA, que nos llevó a la híper inflación de los años 1989 y 1990 con 3,400 % y 7,480 % de inflación anual respectivamente.
Si bien es cierto Fujimori tuvo el mérito de sacar al país de la miseria, al tomar las decisiones políticas, aunque impopulares necesarias; también es cierto que no trabajó solo. Fujimori se rodeó de ministros de estado de primera línea como Carlos Boloña, Efraín Goldenberg, José Chlimper, Eduardo Ferrero Costa, Alberto Pandolfi, Francisco Tudela entre muchos otros. Es difícil comparar a ministros de educación del gobierno de Fujimori como Dante Córdova o Domingo Palermo, con el lustrabotas de Morgan Quero, sin ofender a los lustrabotas.
La receta utilizada por Fujimori y su equipo no es ningún secreto. Se privatizaron las empresas públicas deficitarias, se paró la emisión inorgánica de dinero, se redujo la planilla estatal, se abrió la economía peruana al mundo, se redujeron los impuestos, se atrajo la inversión privada, entre muchas otras. Sin duda, la medida más importante, fue la independencia del Banco Central de Reserva, garantizada en la Constitución de 1993.
No es de sorprender entonces, que los comunistas disfrazados de “luchadores sociales”, exijan una Asamblea Constituyente para redactar una nueva constitución. Este es el caso de la izquierdista Verónika Mendoza, quien defiende el sistema económico estatista instaurado por su aliado Evo Morales en Bolivia y que ha llevado a ese país al colapso. Lo mismo podemos decir de la congresista castillista, María Agüero, quien admitió haber ingresado ilegalmente a los Estados Unidos de Norteamérica. Esta congresista quiere que Perú se convierta en una nueva Cuba, ignorando la pobreza y miseria en la que vive la mayoría de su población después de 60 años del régimen comunista cubano.
Por supuesto que queda mucho por hacer para que salgamos del subdesarrollo en el que nos encontramos y que la pobreza se pueda reducir aún más. Pero la evidencia empírica nos ha demostrado, que las recetas trasnochadas de los comunistas, han fracasado en todos los países en donde han sido aplicadas.
Desde esta columna propongo pagarles el sueldo, a todo aquel que quiera un sistema comunista en el país, con nuestro inti millón.
Bien lo decía la primera ministra británica Margaret Thatcher: “el socialismo fracasa cuando se les acaba del dinero de los demás”. Si no, pregúntenle a los bolivianos. Lampadia