Alejandro Deustua
Contexto.org
29 de octubre de 2024
Para Lampadia
Con la “Semana de Líderes de la APEC” (9-16 de noviembre) culminarán las responsabilidades del Perú como sede, por tercera vez, del Foro de Cooperación Económica del Asia-Pacífico.
El cónclave albergará tres reuniones de representantes de las 21 economías participantes: la de Altos Funcionarios (SOM), la de ministros de Comercio y Relaciones Exteriores y la de Jefes de Estado y de gobierno. De manera coincidente se desarrollarán las reuniones del Consejo Consultivo Empresarial (ABAC), la cumbre pyme APEC y la cumbre de CEOs.
De esta manera terminará el proceso iniciado en diciembre de 2023 cuando el Perú recibió la posta del presidente Biden en la cumbre de San Francisco adoptando la agenda APEC del año: “Empoderar, Incluir, Crecer”.
Este pequeño recuento es importante no por su dimensión periodística sino porque muestra las virtudes organizativas de nuestra diplomacia (superiores a sus contenidos) como insumo del prestigio que genera influencia. Este activo incorpora las calidades de la “imagen” pero es superior a ella si la credibilidad del Estado y la eficacia y responsable conducta del gobierno se sostienen en el tiempo (asunto que hoy no se desea entender).
Esa imagen podría hoy dañar el prestigio nacional si ocurriesen fallas serias o emergencias en la reunión en un marco de erosión de la credibilidad del Estado atizado ahora por la protesta social. El impacto sería mayor si los que protestan justamente contra la inseguridad ciudadana llegan al punto de intentar sabotear las reuniones mencionadas como se ha amenazado.
Esto ya ocurrió en Chile (uno de los tres miembros latinoamericanos de la APEC) en 2019 cuando su gobierno tuvo que cancelar la reunión de líderes debido a la protesta social (de la que el presidente Boric fue un líder destacado) afectando el prestigio del vecino. Si la dimensión violenta de esa insurgencia fue más alarmante, la que se larva en el Perú podría no ser menos seria por dos razones: ésta se basa hoy menos en la insatisfacción con las condiciones de desigualdad en el país que en la incapacidad gubernamental de brindar básico resguardo colectivo mientras que los criminales continúan desafiando a la autoridad aún bajo estado de excepción.
Si no se desea que el Perú pierda potencial de inserción reflejado en mayor conectividad, inversión, comercio, cooperación tecnológica y posibilidades de acceso al mercado externo de pequeños y medianos empresarios, la reunión de APEC debe tener éxito y los agentes de la protesta deben entenderlo.
Ese potencial tiene especial valor hoy cuando el crecimiento global parece estancarse en niveles poco prometedores (3.2% con proyección similar hasta el 2026), el comercio se incrementa por debajo de esa tasa (3.1% en 2024 ) en condiciones de proteccionismo creciente y nuestros principales mercados tienden a decrecer (China pasará de 4.8% hoy a 4.5% en 2025) y Estados Unidos de 2.8% hoy a 2.2%) mientras la Unión Europea se recuperará con lentitud (de 0.8% a apenas 1.2% el próximo año) (FMI).
En ese marco el Asia emergente (5.3%) sigue siendo el menguado motor del crecimiento global. Y la APEC (que incluye a Estados Unidos, la mayor economía) está en su centro produciendo 62% de los bienes y servicios totales, generando 48% del comercio y representando al 40% de la población mundial según cifras de 2023. Estas referencias de éxito se multiplican por el escaso tiempo en que se han producido desde su fundación en 1989. En ese lapso APEC casi triplicó su PBI pasando de US$ 19 millones de millones a US$ 53 millones de millones en 2023.
Sin embargo, en ese año el crecimiento de la APEC fue apenas de 3.5% con una proyección moderada para 2024 y por debajo del crecimiento global en 2025 (2.8% vs 3.6%) (FMI). De esa desaceleración da cuenta la tendencia decreciente del valor y volumen del comercio de mercancías de la APEC entre 2020 y 2023 mientras las medidas restrictivas de los intercambios crecen más que las medidas de facilitación del comercio requiriendo mayores medidas de remedio (OMC-APEC). Por lo demás, el descenso del comercio intrarregional en esquemas de cooperación e integración como el ASEAN (22% en 2023 vs 24% en 2013) se refleja menos en el incremento del comercio con el conjunto del área que en el crecimiento de intercambios con China y Estados Unidos (ASEAN).
De manera más intensa el Perú concentra sus exportaciones al Asia Pacífico en esa dos potencias. Si bien la APEC ha multiplicado extraordinariamente nuestro crecimiento exportador al área y el 68% de las ventas se dirigen a ese mercado, el hecho es que el 36% de las exportaciones totales se dirigen a China y 14% a Estados Unidos (fuera de APEC, la Unión Europea es el tercer mercado con11% de las ventas) (MINCETUR). Y como se sabe, las exportaciones mineras tradicionales prevalecen largamente en el caso chino (95%) mientras que en Estados Unidos se colocan principalmente agroexportaciones.
Tal concentración del comercio ocurre a pesar de los 23 TLC suscritos implicando a 58 mercados. La brecha entre el número de TLC y la concentración del comercio es un asunto estratégico a resolver en función de la diversificación productiva del país que hoy no corresponde a la cantidad de vías abiertas por el Estado.
Esa tarea de largo aliento no es facilitada hoy por las condiciones estratégicas del Asia-Pacífico como escenario de un conflicto sistémico (con Estados Unidos y China en su centro), varios regionales implicando a la periferia marítima de China y a sus vecinos continentales y uno extra-regional desatado por el despliegue beligerante de tropas de Corea del Norte en Rusia. Si este país totalitario no es miembro de la APEC, su conducta afecta a Corea del Sur, al conjunto del Asia del Este y a la OTAN. El protocolo APEC que prefiere referirse a sus miembros sólo como “economías” no puede desconocer bajo el capítulo de riesgos esta sustancial realidad conflictiva. Y el Perú tampoco. Lampadia