Maite Vizcarra
El Comercio, 3 de octubre del 2024
La inoperancia del Estado para enfrentar la criminalidad ha llevado a muchos ciudadanos a sentirse desprotegidos, vulnerables y, sobre todo, frustrados.
La inseguridad ciudadana ha alcanzado niveles alarmantes en varias ciudades del país, y Lima no es la excepción. La inoperancia del Estado para enfrentar la criminalidad ha llevado a muchos ciudadanos a sentirse desprotegidos, vulnerables y, sobre todo, frustrados. Este ambiente de desesperación es el caldo de cultivo perfecto para que personajes al estilo del ‘Joker’ de Todd Phillips cobren relevancia, planteando soluciones tan bizarras como peligrosas.
El ‘Joker’ no es solo un villano de ficción, sino que se ha convertido en un símbolo de la desesperanza y la rabia contenida. El protagonista de la película pasa de ser un individuo marginado y frustrado a encabezar una revuelta violenta. Esta transformación es una advertencia sobre lo que puede ocurrir cuando las instituciones fallan y la sociedad queda a merced de la anarquía.
En Lima, la sensación de peligro inminente y la afectación de la normalidad, como la paralización de clases y la interrupción del libre tránsito, podrían llevar a situaciones similares. Y la reciente suspensión temporal del paro de transportistas es un recordatorio de que estas tensiones están lejos de resolverse.
Ante este panorama, surge una pregunta central: ¿Qué hacer para evitar que todos nos convirtamos en un ‘Joker’ y tomemos la justicia por nuestras propias manos? La solución no puede ser la autodefensa violenta, aunque la tentación sea grande, especialmente cuando uno es víctima del fenómeno de la inseguridad. En lugar de eso, debemos canalizar esa rabia ciudadana hacia formas más constructivas y organizadas. La participación ciudadana y la tecnología pueden ser nuestras mejores herramientas en esta lucha.
En una reciente entrevista en el programa “4D”, Giovanni Conetta, representante del Comité de Seguridad Ciudadana y Empresarial de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), destacó la necesidad de una acción conjunta entre el sector público y los que ahora son los directamente afectados por los extorsionadores, como los empresarios y emprendedores.
La criminalidad organizada ha desbordado al Ejecutivo, y es imperativo que se diseñen acciones concretas para proteger la libertad de comercio y la seguridad de los negocios. En ese sentido, acciones como las de la CCL, orientadas a convocar a más agentes involucrados en el problema, son una solución que no podemos desperdiciar y que, al contrario, debemos actualizar.
Y si acaso se pudiese considerar que soluciones multiagente son poco eficaces en el corto plazo, habría que indicar que el poder de las acciones de este tipo sirve como contención, creando espacios desde donde se puede canalizar incluso la rabia.
Recientemente, la Asociación de Bodegueros del Perú lanzó una campaña digital para poner en agenda la urgencia de convocar a la ciudadanía, gremios, empresas y asociaciones civiles para exigir acciones más eficientes que permitan adelantarse a las extorsiones, identificándolas claramente a través de soluciones más innovadoras.
Por ejemplo, ¿por qué no pensar en el uso de tecnologías de georreferenciación para paralizar la acción de los extorsionadores a través de cercos digitales? Si miles de taxis en Lima se movilizan diariamente, actualizando la ruta de tráfico más idónea a través de aplicaciones como ‘Waze’, ¿por qué no usar una solución similar para perseguir a la criminalidad?
De hecho, durante el tiempo del confinamiento por el COVID-19 se ensayaron muchas soluciones de cerco digital que no solo podrían contener a los extorsionadores, sino también la frustración ante la inacción de quienes nos gobiernan.