Jaime Pinto T.
Publicado por el IPE
Glosado por Lampadia
Introducción (resumen)
Asediado por el terrorismo, agobiado por una de las hiperinflaciones más altas del mundo, lastrado por una economía en ruinas y totalmente aislado del escenario mundial, hacia finales de 1989, el Perú parecía un país inviable:
El Estado había perdido toda capacidad de cobrar impuestos;
El Banco Central de Reserva (BCRP) no solo no contaba con reservas internacionales; estas eran además negativas; y un país sin dólares no puede comerciar internacionalmente;
La deuda externa peruana —que alcanzaba los US$ 20,368 millones— representaba alrededor del 65% del producto bruto interno (PBI), casi el 70% de la cual se encontraba en situación de atraso.
En ese contexto, anticipando las elecciones que tendrían lugar en abril de 1990, y como resultado del intento de nacionalización de la banca privada planteada por Alan García, surgió el Movimiento Libertad, liderado por el escritor Mario Vargas Llosa, cuyo discurso estaba claramente orientado a reducir el tamaño del Estado, promover políticas promercado, eliminar la discrecionalidad del funcionario público y sentar las bases para que la inversión privada fuera el motor del crecimiento económico.
El Estado se retraería así de toda actividad empresarial para dedicarse a sus funciones básicas y primordiales: educación, salud, administración de justicia y orden interno.
El discurso del candidato Vargas Llosa, acogido por amplios sectores de la población, recibió el apoyo de importantes agrupaciones políticas de entonces, como el Partido Popular Cristiano (PPC) y Acción Popular (AP).
Se conoció además por entonces de la existencia de un “gabinete en la sombra” que desde el primer día de gobierno propondría la transformación económica a la que el escritor aspiraba.
Aunque no fue nombrado oficialmente, su carta para el Ministerio de Economía daba entrevistas para exponer las acciones a tomar una vez en el poder. Todo estaba listo para el triunfo del Frente Democrático (Fredemo), conformado por los partidos mencionados y el Movimiento Libertad.
Sin embargo, pocas semanas antes de la elecciones comenzó a ascender un candidato desconocido en la política, presentado por unos cuantos carteles publicitarios montado en un tractor y prometiendo “honradez, tecnología y trabajo”.
A las pocas semanas, Fujimori ganó las elecciones gracias a un discurso opuesto al de Vargas Llosa, elaborado bajo la asesoría de algunos economistas de ESAN (Escuela Superior de Administración de Negocios), quienes proponían medidas graduales para salir de la crisis.
Fujimori irrumpió así como un “tsunami” en la política peruana, pero resultaba evidente que, por entonces, no tenía una idea clara del programa económico que pensaba ejecutar; sin embargo, fue él quien aplicó el modelo del escritor candidato luego de establecer sus primeros contactos internacionales.
Hernando de Soto, del Instituto Libertad y Democracia, y Carlos Rodríguez-Pastor, quien fuera ministro de Economía durante la segunda administración de Fernando Belaunde, jugaron un papel clave en ese proceso.
Ocho años después, el Perú completaría su plena reinserción en la comunidad financiera internacional luego de culminar el proceso de intercambio de deuda externa antigua por la emisión de los denominados bonos Brady.
Así, la deuda que fuera concertada por el Estado principalmente en los años setenta y ochenta fue reemplazada por nuevos compromisos de pago.
A partir de ese momento, el Perú se convertiría en el referente internacional de país serio que manejaba su economía de una manera responsable.
Con los años vendría el otorgamiento del “grado de inversión” al país —una muy buena señal para aquellos que quisieran traer capitales—, así como nuestro acelerado proceso de reinserción comercial en el mundo mediante los tratados de libre comercio que Perú negoció con la gran mayoría de países. Lampadia