Aldo Mariátegui
Perú21, 20 de agosto del 2024
“Cada vez me convenzo más de que el finado Sofocleto hizo el mejor análisis de la realidad nacional”.
A Mohme le encanta vender gato por liebre. Ayer puso en portada, con gran bombo, la opinión crítica de un supuesto miembro de “una Misión de Observación Internacional de la Elección de la JNJ”. En realidad, se trata de la visita de un grupo privado de autodenominados “notables”, auspiciada por una tal ONG Fundación para el Debido Proceso, afincada en Washington D.C. Pues bien, uno se aboca a indagar quienes laboran o colaboran con esa ONG que está detrás de la movida y se encuentra allí a lo más graneado de la caviarada peruana entre sus integrantes, como Walter Albán (esa copia más plebeya de Diego García Sayán), David Lovatón (ex-IDL), el veterano velasquista Luis Pásara y Úrsula Indacochea (ex Comisión IDH), siendo su directora ejecutiva nada más que Katya Salazar, ex-IDL y excolaboradora de la tristemente célebre CVR, esa comisión del odio que nos costó US$19 millones de la época a los peruanos, merced a la generosidad de Paniagua y su entonces ministro de Justicia García Sayán.
O sea, la caviarada peruana coordina desde allá que venga una supuesta “Misión” desde EE.UU. y aquí Mohme le revienta cohetes en sus portadas, como si fuera una delegación de la ONU, de la Corte de la Haya, de EE.UU. o la Unión Europea, o algo por el estilo. Una estafa y una manipulación política por donde se le vea. Lo peor de todo es que posiblemente también algún otro ingenuo medio peruano haga de “tonto útil” y se preste a esta mascarada, como todo el Grupo El Comercio y RPP, por ejemplo, a los que la caviarada intoxican siempre como les da la gana. Ya en mayo pasado sucedió esto cuando esta “Misión” vino anteriormente. Cada vez me convenzo más de que el finado Sofocleto hizo el mejor análisis de la realidad nacional (mucho más acertado que Haya, JC Mariátegui, Basadre, Francisco García Calderón, Cotlear VA Belaunde, De Soto o Matos Mar) cuando definió que “ser cojudos” es la parte más resaltante de nuestra identidad como peruanos, pues “nos ven la cara” y “nos agarran de lornas” cada vez que quieren.